El primer día comercial de la semana, en Chicago, fue malo para los precios de la soja.
El viernes pasado había sumado la sexta semana bajista consecutiva. Terrible.
Y este lunes, siguió la baja, en pleno progreso de la trilla de soja en Brasil.
La baja se registra pese a la incertidumbre existente sobre el volumen final de la campaña 2023/2024, fundamentalmente, por el déficit hídrico que afectó el centro-norte del país.
Una razón, además, de la subsistencia de una mirada excepcional sobre el volumen de cosecha para Sudamérica, está en la resistencia a la baja de la tasa de interés en EE.UU.
La actividad económica en el país del norte sorprende positivamente.
La tasa de inflación del país sigue en su camino descendente. Además, la economía se mantiene prácticamente en pleno empleo. La situación está de parabienes.
Ahora, la posibilidad de que la tasa de interés se reduzca y, por tal motivo, el dólar en el mundo pierda su fortaleza está perdiendo peso. Las cosas han cambiado, desde principios de enero.
Como podemos apreciar en el gráfico (Dólar-Índice), desde enero de este año y luego de un largo período en baja, el dólar empezó a fortalecerse.
No debe ser casualidad que la soja haya caído en el mismo período.
Este lunes, el dólar siguió apreciándose, mientras los inversores piensan la Reserva Federal de EE.UU. que finalmente va contrarrestar las expectativas de un inminente recorte de tasas cuando concluya su reunión, este miércoles.
La situación actual es que la perspectiva económica para los países europeos resulta más incierta de que era hace un mes.
Por ello, hoy por hoy, el dólar pasa a ser la moneda más atractiva.
Los operadores financieros creen que el panorama macro norteamericano resulta mucho mejor que el panorama macro en los países de la Unión Europea.
De no haber un recorte de tasa en EE.UU. la tendencia en el precio de la oleaginosa, en un contexto optimista -por ahora- sobre la producción sudamericana, debería seguir en baja.
Pero, nada está dicho en forma terminante.