En el primer día del Congreso Aapresid “C, elemento de vida”, el Dr. Achim Dobermann (International Fertilizer Association) motivó a la audiencia a reflexionar sobre el futuro de la nutrición vegetal para abordar la salud del suelo, la nutrición de los cultivos y el cambio climático.
En los últimos 2 años, una combinación de eventos mundiales ha generado disrupciones en el mercado de fertilizantes. Los elevados precios del gas en Europa, la crisis del COVID que saturó la cadena de suministros y la guerra Rusia-Ucrania que afectó grandes volúmenes de exportaciones de fertilizantes, provocaron la caída del consumo de fertilizantes de un 2 a 3% anual para nitrógeno, 4 a 5% para los fosfatos y hasta un 10% para el potasio.
No obstante, hay una modesta recuperación del mercado y a largo plazo, las proyecciones a 2050 apuntan a un índice de crecimiento del 1% anual global de la demanda de fertilizantes. En este sentido, es necesario pensar cuánto va a crecer la población mundial, cómo va a alimentarse, y cómo podemos ser más eficientes para producir más con menos fertilizantes.
El Dr. Dobermann nos insta a pensar aún más allá, ¿Cuántos más nutrientes podemos reciclar en el futuro? ¿Será posible el éxito de las bioinnovaciones? ¿Cuánto podrá aportar la inteligencia artificial?
Un nuevo paradigma para la nutrición de las plantas
Es un hecho que los nutrientes minerales son necesarios tanto para las plantas como para los humanos ya que nos proveen alimentos. Es por ello que este nuevo paradigma de la nutrición responsable de las plantas replantea el rol de los nutrientes en un sistema de cadena alimentaria.
Para ello, menciona Dobermann, la industria de los fertilizantes tiene que encontrar un equilibrio entre la seguridad alimentaria y la protección del medio ambiente, a través de la innovación a lo largo y ancho de la cadena de nutrientes.
El enfoque del futuro no debe ser la fabricación sino la sostenibilidad como oportunidad de negocio. Esa idea de economía circular puede ser posible con la innovación a disposición de mejorar la productividad, eficiencia y resiliencia de la producción de cultivos, la reducción de emisiones y cambio ambiental, mejorando la nutrición y salud del suelo -más materia orgánica y carbono- y el reciclado de nutrientes.
Transformando el sistema alimentario desde una perspectiva de nutrientes
Las nuevas tendencias y avances en la materia, tienen como eje la producción de fertilizantes descarbonizada y descentralizada. En la actualidad las emisiones de CO2 de la producción de amoniaco representan casi 1% de todas las emisiones globales de carbono, pero hacia 2050 el objetivo es el cero neto para el “amoniaco verde”. Esto es esencialmente usar energías renovables (solar e hidráulica) para hacer electricidad y de esa electricidad se puede dividir al nitrógeno del aire y al hidrógeno del agua para después fusionarlas en la elaboración de amoníaco. Algo totalmente innovador. Este concepto totalmente innovador, permitiría a la industria de amoniaco verde generar no sólo el fertilizante amoníaco, sino energías y combustibles no fósiles.
Asimismo existe un interés en el desarrollo de la próxima generación de fertilizantes: los nano fertilizantes, biofertilizantes, y fertilizantes inteligentes, que traen incorporado el concepto liberación controlada de nutrientes, combinando química, ciencia y genética microbiana, pensando en productos de mayor valor pero con mejor desempeño.
Empieza un nuevo juego industrial, el de la inteligencia agronómica, cuyas implicancias ya no son exclusivas de la producción de alimentos sino del cambio climático y la forma en que las herramientas digitales de hoy y del mañana podrán acompañar las recomendaciones y decisiones a campo.
Fuente: AAPRESID