La hidrovía de los ríos Paraguay y Paraná conecta puertos fluviales de Bolivia, Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay con el océano Atlántico a lo largo de 3.400 kilómetros de navegación continua. Este corredor natural, clave para las economías del Mercosur, es el epicentro de una disputa que enfrenta a Argentina con sus vecinos.
El pasado 1 de enero, la Administración General de Puertos (AGP), dependiente del Estado argentino, comenzó a cobrar un peaje a los buques para financiar el mantenimiento del corredor fluvial a su paso por el país. Según las autoridades de Buenos Aires, el costo del dragado y balizamiento ronda los 20 millones de dólares anuales. El cobro a las embarcaciones de 1,47 dólares por tonelada transportada se decidió de forma unilateral, y la tensión diplomática se ha acrecentado con el paso de los meses.
La semana pasada, las fuerzas de seguridad de Argentina retuvieron una barcaza de bandera paraguaya que transportaba 30 millones de litros de combustible hacia Asunción. La empresa naviera Mercurio Group intentó evitar el peaje en un primer momento, pero después aceptó pagar los cerca de 27.000 dólares reclamados por Argentina. Aun así, la barcaza continuó retenida un par de días más.
Fue la gota que colmó el vaso. La Cancillería de Paraguay elevó una queja “por el incumplimiento del Tratado de Asunción, que garantiza el libre comercio y la libre navegación de nuestros ríos”. El presidente de ese país, Santiago Peña, solicitó el viernes un arbitraje internacional y anticipó que estudia demandar a Argentina ante el tribunal del Mercosur.
Este lunes mostró que tiene a los demás países de su lado. Paraguay, Brasil, Uruguay y Bolivia difundieron un comunicado conjunto en el que instan a Argentina a cesar “la aplicación de un peaje unilateral” en la Hidrovía Paraguay-Paraná. Los firmantes exigen “el restablecimiento de la libre navegación en la hidrovía” al sostener que el cobro de peajes va en contra de los artículos internacionales que regulan la hidrovía.
Pelea por Yacyretá
Como medida de presión extra, Peña decidió también retirar el máximo de energía posible de la central hidroeléctrica binacional Yacyretá. Paraguay suele ceder a Argentina casi el 90% de la energía generada por Yacyretá, aunque tiene derecho al 40%, y recibe a cambio un pago compensatorio. El cambio formalizado por Peña obliga a Argentina a comprar energía a Brasil a un precio más elevado.
El malestar de los demás países ha obligado al Gobierno de Alberto Fernández a poner en marcha una ofensiva diplomática para calmar las aguas. La secretaria de Energía, Flavia Royón, viajó el lunes a Asunción para reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores, Rubén Ramírez Lezcano. Royón definió la reunión como “muy positiva” y anunció la creación de una mesa de trabajo “para la implementación y la discusión de este peaje”.
Desde el otro lado de la frontera la realidad es otra. Paraguay está abierto al diálogo pero su postura es muy clara. “La hidrovía se rige por un tratado internacional. No pueden ellos de manera independiente aplicar algo como lo pueden hacer dentro de su territorio”, dijo en declaraciones radiales la ministra de Obras Públicas de Paraguay, Claudia Centurión.
Centurión señaló que solicitarán la exención del peaje para las barcazas paraguayas. “No está en discusión el derecho o no de Argentina a recibir una tasa por unos trabajos realizados. El tema es que no puede ser aplicado” de forma unilateral, agregó Centurión.
Exportaciones agroindustriales
Argentina tiene unos 4.500 kilómetros de costa marítima, pero aun así la puerta de salida al mundo del 80% de sus exportaciones agrícolas es la Hidrovía Paraguay–Paraná. Algunas de las grandes embarcaciones que circulan por esta vía fluvial pueden trasladar cada una hasta 40.000 toneladas de mercanía, el equivalente a 1.600 camiones.
Para Paraguay su importancia es aún mayor. Encajado en el corazón de América del Sur, no tiene acceso al mar, a menos que sus vecinos se lo permitan a través del paso por los ríos que desembocan al Atlántico.
El Paraná y el Paraguay son ríos tan caudalosos que pueden ser navegados con miles de toneladas de carga a un ritmo constante, algo impensable en las agrietadas carreteras de este país sudamericano. Las barcazas remolcadas que lo recorren llevan las más preciadas cargas de Paraguay: la soja, la carne y el carbón, y vuelven con la más necesarias para un país sin petróleo ni gas: el combustible.
Fuente: EL PAÍS