La siembra de invierno de este año ha superado una buena cantidad de obstáculos, al tiempo que se encamina en estos días y semanas a su recta final.
Las demoras en la cosecha de verano y la falta de humedad en el suelo comprometieron un buen arranque de las siembras de la agricultura de invierno, sobre todo cuando se trata de un año en que el productor viene con un golpe grande de la cosecha de verano, y las decisiones deben tomarse con la cabeza fría.
Este aspecto complicó especialmente la siembra de colza, que es la que se realiza primero en fechas y no pudo ingresar a las chacras ya que las cosechas de soja no estaban prontas todavía. Esto se debió en gran medida a las lluvias de marzo, que en vez de acortar el ciclo como lo suelen hacer las heladas, reverdecieron las plantaciones extendiendo algunos días más su fin de ciclo.
Por otra parte, en aquellas chacras donde se pudo cosechar, las lluvias no fueron suficientes para tener una humedad en el suelo acorde, y por esa razón el agricultor tuvo que jugarse a plantar en función de un pronóstico, o directamente esperar la llegada del agua.
A todo este marco, que comprometía una buena implantación de la colza en tiempo y forma, se suman algunos otros ítems que van a marcar un importante descenso en el área de la oleaginosa.
En primer lugar, las condiciones de negocio. Hace algo más de un año, llegamos a tener la tonelada de colza entre los US$ 700 y los US$ 800, cuando al día de hoy se encuentra oscilando en el eje de los US$ 400. Indudablemente, su rentabilidad se ha visto comprometida.
Por otro lado, a la hora de elegir las chacras, hay que recordar que hay 348.000 hectáreas de campos aptos para agricultura de invierno que fueron colza el año pasado, y no es para nada recomendable desde el punto de vista agronómico hacer colza sobre colza.
Finalmente, están los pronósticos de año Niño, cuyas lluvias en grandes cantidades, en caso de darse, no favorecen el desarrollo del cultivo.
Este panorama brinda el escenario ideal para un descenso de un cultivo que, más allá de la foto actual, llegó para quedarse en nuestro territorio en rotación con las gramíneas de invierno. Y son precisamente las gramíneas de invierno las que se vienen implantando bien y tienen grandes expectativas de crecimiento en área.
En trigo y cebada seguimos teniendo buenos precios, y la ventana de entrada de siembra permitió que si bien en colza se llegó algo tarde, en trigo y cebada se hizo de buena forma.
Las condiciones agronómicas, de rotación y de negocio, establecen que ambos cultivos puedan crecer.
El trigo, tradicional cultivo de invierno que cedió el primer lugar en superficie a la colza en 2022, puede volver a posicionarse como el cultivo rey del invierno en área.
Además, en un contexto desafiante, el productor está más acostumbrado a estabilizar rendimientos de equilibrio altos en esta gramínea.
Para la cebada el panorama es similar, y el posible crecimiento está sustentado en buenos planes de las malterías acompañados de la reciente opción de consumo para la cebada forrajera.