En un contexto en el que la demanda global de carnes y de productos éticos y sustentables se encuentra en aumento, el INTA impulsa el trabajo articulado en cadena para incrementar la producción con este enfoque y trascender la visión primarizada del sector con énfasis en la Patagonia argentina.
Mauricio Álvarez, Coordinador nacional de Carnes y Fibras del INTA, explicó: “Aparecen nuevos valores en los mercados vinculados al bienestar ambiental y a un adecuado manejo de los recursos naturales, relacionados con un estilo de vida saludable y sustentable. Nuestro sector cuenta con todas las herramientas para brindar respuesta”.
El sistema patagónico aporta el 2,5 % del stock ganadero del país y es la principal región productora de carne ovina. Asimismo, cuenta con un estatus internacional reconocido ya que se encuentra libre de fiebre aftosa sin vacunación, factor entendido como una ventaja competitiva.
Actualmente, la situación de las carnes en la Argentina se encuentra en un crecimiento impulsado principalmente por el cerdo y el pollo. “Se espera que la demanda de carnes a nivel global requiera 46,6 millones de toneladas adicionales de carne para el 2030, con un incremento menor del consumo de carne vacuna”, agregó el especialista.
Es así como, dado el fuerte crecimiento poblacional, se demandan alimentos con precios competitivos y de calidad que, también, generen empleo de calidad. En este marco se inserta el proyecto de ganadería sustentable en zonas áridas de la Patagonia, el cual intenta dar respuesta a este nuevo contexto desde una mirada integradora y de cadena.
Frente a esto, surgen desafíos productivos y estratégicos. “Las metas a aumentar la producción de lana y carne ovina y bovina son irrenunciables, pero esto debe estar asociado a un esquema sustentable”, sostuvo.
Este proyecto surge en un contexto de baja eficiencia y menor rentabilidad sostenida hace años. También, en esta región existen mayores desafíos ambientales vinculados con la degradación de los recursos naturales, eventos climáticos extremos como sequías, nevadas, variabilidad interanual, erupciones volcánicas y un aumento de la predación.
Para esto, “se busca incorporar sistemas de pastoreo que involucren prácticas para desacoplar la producción de los eventos climáticos preocupantes, como la suplementación, el destete precoz y sistemas de alerta temprana que permitan anticipar sequías, nevadas e incendios”, destacó el especialista.
“Se demostró que los sistemas pastoriles ovinos patagónicos, de las áreas que no presentan un alto grado de desertificación, tienen un balance de carbono positivo, debido a que fijan más carbono del que emiten”, explicó Álvarez y agregó que este hallazgo es fundamental para el posicionamiento de la ganadería regional.
Para la innovación productiva y comercial, se busca trabajar con tecnologías de procesos con alto impacto en los sistemas productivos que sean aplicables a modelos empresariales, de mediana escala y de agricultura familiar.
A nivel regional, en el caso de bovinos, los ciclos de retención van de la mano de los ciclos climáticos. “Se registra en ocasiones una retención por encima de la carga sustentable luego de ciclos húmedos, donde luego en periodos de sequía el sistema colapsa lo que inicia un ciclo de liquidación con precios bajos”, explicó Álvarez.
A través de la interacción y comunicación de la propuesta, se fortalecen estas acciones con instituciones, programas ganaderos provinciales, Cambio Rural, Ley Ovina, Prodecca, Grupos CREA, Clusters, IPG, entre otros. También, “se trabaja con sistemas de información productiva y económica vinculados con el mercado, la vegetación y precipitaciones que aportan al posicionamiento de la ganadería regional”, puntualizó.
En esta ocasión, “el trabajo del INTA tiene que ver con facilitar y promover los procesos de innovación con un fuerte énfasis en la extensión, el trabajo con unidades demostrativas, la capacitación y el vínculo con organizaciones de productores y la industria”, concluyó el especialista.