Días pasado el profesor Steve Hanke, de John Hopkins University, sugirió la dolarización de la economía argentina. Al respecto, personalmente organicé varios debates en UCEMA con Jorge Avila y otros expositores sobre dolarización en 2018 y 2019, además de haber debatido el tema con el mismo Hanke en la época de la dolarización, vía teleconferencia por satélite en los 90 (no existía Zoom, ni Skype ni nada parecido en esos años). Recordemos que Menem quiso dolarizar la economía en los 90. Incluso, con un grupo de economistas estuvimos analizando poco tiempo atrás las opciones de dolarizar o de establecer competencia de monedas. De manera que el tema tiene larga data y no es tan sencillo como algunos improvisados creen que dolarizar es soplar y hacer botellas.
En primer lugar, no cabe duda que el peso como moneda es irrecuperable. Al menos por ahora. Después de haber destruido 5 signos monetarios luce bastante difícil que la gente quiera utilizar el peso como moneda. No sirve como reserva de valor ni como unidad de cuenta.
Desde que Richard Nixon declaró la inconvertibilidad del dólar al oro, todas las monedas de el mundo tienen solo como respaldo de los papeles que imprimen, la confianza que la gente pueda tener en las instituciones jurídicas, políticas y económicas de cada gobierno. Con la calidad de nuestras instituciones es bastante complicado imaginar una recuperación del peso como moneda.
Algunos economistas están proponiendo modificar la carta orgánica del BCRA para darle independencia al BCRA y, de esa manera, recuperar la confianza en el peso. Francamente me parece bastante naif creer que una ley en Argentina va a ser respetada por los mismos políticos. ¿Qué les impide derogar o cambiar esa ley de un día para otro como ocurrió con la ley de intangibilidad de los depósitos como ocurrió en 2021/2022? Justamente el gran drama de Argentina no es tanto económico, sino volver a confiar en sus instituciones. Se rompió de tal manera la estructura institucional en 2002, que hoy seguimos pagando el costo la demolición institucoinal.
Ante el desborde inflacionario, vuelve a ponerse sobre la mesa el tema de la dolarización y aparecen los improvisados de siempre que plagian y encima la plagian mal la idea de dolarización haciendo una gran ensalada de temas.
En concreto, dolarizar implica quitar todos los pesos de circulación entregando las reservas que tiene el BCRA. Si bien el BCRA tiene otros activos como la deuda que tiene el tesoro con el BCRA, dudo que esa deuda tenga mucho valor de mercado como para venderla y rescatar los pesos circulando.
En principio hay dos puntos a tener en cuenta: a) cuántas reservas propias tiene el BCRA para rescatar sus pasivos y b) qué pasivos se rescatan. ¿ Se rescata solo la base monetaria o se rescata la base monetaria más todas las LELIQs y pases netos?
Suponiendo que se rescata solo la base monetaria, el tema es determinar cuántas reservas tiene hoy el BCRA para poder rescatar solo la base monetaria. En un escenario pesimista, al 15 de marzo el BCRA podía dolarizar toda la base monetaria a $ 6.300 por dólar y en un escenario optimista a un tipo de cambio de $ 2.500 por dólar, dependiendo que se incluya en las reservas del BCRA.
Queda la enormidad de las LELIQs, que si no se rescatan quedarían licuadas al igual que los depósitos bancarios con que fueron compradas esas LELIQs. Es para el debate si conviene empezar un gobierno que de confianza licuando los depósitos del sistema financiero.
Estos números son para tener idea del contexto en que se va a dolarizar. Quien esto escribe publicó notas sobre la conveniencia de dolarizar la economía permitiendo, al mismo tiempo, la competencia de monedas. Hoy, el escenario es diferente y dolarizar sin reservas luce bastante complicado.
Pero además de la dolarización, hay otro elemento a considerar. ¿Qué hacer con el sistema financiero? Considerando las confiscaciones de depósitos que diferentes gobiernos hicieron en Argentina, es muy difícil imaginar que los ahorros que están en el exterior o bajo el colchón van a volver al sistema financiero en el corto plazo. La manera de poder utilizarlos es utilizar una especie de banca offshore, es decir que los depósitos se realicen bajo ley de otro país y no puedan ser confiscados por los gobiernos, de manera de poder utilizar esos ahorros que tienen en el exterior los argentinos para poder movilizar la economía sin necesidad de traer esos ahorros a Argentina.
Ir a una banca Simons, por Henry Calvert Simons economista de la Universidad de Chicago que propuso dividir el sistema financiero en dos, con un encaje del 100% para los depósitos a la vista y el resto a riesgo del inversor con un sistema de cuota partes, parte del supuesto de establecer una fuerte intervención del estado en la economía, ya que obligaría a los bancos a tener 100% de encaje sobre sus depósitos a la vista, algo inconsistente para alguien que se dice libertario donde en cada intervención estatal ve una herejía.
Habría que tener en claro, que de optarse por la dolarización, la misma no soluciona los problemas estructurales como el nivel de gasto público, la carga tributaria, la legislación laboral, las regulaciones, etc. Sería adoptar una regla monetaria solamente, pero no corregir los problemas que frenan el crecimiento de la economía argentina.
Vale la pena recordar que antes entrar en la convertibilidad en abril de 1991, Erman González primero aplicó el plan Bonex confiscando depósitos para eliminar el problema de los depósitos indisponibles que eran el equivalente a las LELIQs actuales.
Luego, a lo largo de 1990, Javier González Frago, entonces presidente del BCRA, subió la tasa de interés y logró un juego tasa versus dólar que le permitió acumular reservas al BCRA, juego que se mantuvo hasta fin de año y luego, cuando se produjo el típico cambio de cartera, renunció González y asumió Cavallo con un razonable stock de reservas que le permitió ir a la convertibilidad en abril de 1991.
Es decir, tenía buena parte del camino despejado.
Acá están pendientes las LELIQs y no hay reservas para dolarizar, salvo que se consiga un crédito externo que permita ir a una dolarización o aceptar un altísimo tipo de cambio de conversión.
Países que adoptaron políticas similares a la dolarización son los de la UE, que adoptaron el euro pero previo cumplimiento del tratado de Maastricht, que exigía un limite de déficit fiscal, deuda pública/PBI y el cumplimiento de otras variables económicas para poder entrar al euro. Así desaparecieron la lira, el marco alemán, el franco francés, la peseta, etc. y fueron reemplazados por el euro. Una suerte de dolarización general pero previo cumplimiento de los deberes fiscales.
Podrá argumentarse que la dolarización fuerza las reformas estructurales. Es un argumento, pero no suficiente por el caso de Ecuador que dolarizó pero luego tuvo que bancarse el populismo de Correa. De manera que no necesariamente la dolarización soluciona todos los problemas, sí puede permitir bajar la tasa de inflación.
En síntesis, Argentina necesita tener un sistema monetario. Pensar en que se va a lograr recuperar el peso por una simple ley que le de independencia al BCRA luce ilusorio porque en Argentina las leyes no son respetadas por los políticos. Hay diferentes opciones para reestablecer un sistema monetario, uno de ellos es la dolarización, otro quitarle el curso forzoso al peso y establecer la competencia de monedas y si el BCRA emite un peso de mala calidad desaparecerá solo, otro intentar una nueva convertibilidad. Donde no hay opciones es en llevar adelante las reformas estructurales que requiere la economía argentina.
Fuente: Economía para Todos