El panorama para la soja es incierto.
Por un lado, la tendencia a la suba en las tasas de interés en EE.UU. se constituye como una seria amenaza sobre los precios agrícolas.
La Reserva Federal acaba de preparar un nuevo – el cuarto, a lo largo de 2018-- incremento de tasas de interés. Y, por si ello no fuera suficiente, planea dos aumentos adicionales para el año que viene.
El gráfico que sigue muestra el recorrido del dólar en relación a una canasta de monedas (Índice dólar) a lo largo del año.
Esto tendrá –de hecho ya lo tiene- graves consecuencias en el costo del financiamiento para nuestro país y, obviamente, para los precios de los granos.
Con los aumentos de las tasas, lógicamente, vendrá una apreciación del dólar respecto al euro y demás monedas del mundo.
Cuando aumenta el dólar, la tendencia en el crecimiento mundial es a disminuir y la demanda por alimentos es a bajar.
Como podemos ver, el problema afecta fundamentalmente a la demanda y, así, ejerce presión a la baja de los precios granarios.
En cuanto a la oferta, lo principal hoy es ver qué puede pasar con la producción de América del Sur.
Las lluvias en toda la región han sido hasta la fecha abundantes. ¿Esto es bueno?
En principio, sí lo es. Pero, no todo lo que brilla es oro.
La situación es enigmática. Por los pronósticos climáticos, se abren interrogantes sobre el devenir de la soja.
El problema, ciertamente grave, es que las precipitaciones en general han sido demasiado abruptas. Ello ha generado problemas de emergencia y de encharcado. Por ello, se ha debido resembrar una parte considerable del área implantada.
En el caso de nuestro país, por ejemplo, una buena parte de la soja de primera, en la zona núcleo, se está sembrando en este momento (en rigor, es una resiembra). De esta forma, se asemeja más a una soja de segunda que a una de primera.
Respecto a las perspectivas climáticas, vale escuchar lo que dice José Luis Aiello, asesor de la BCR: “La autoridad e influencia que impone el cambio climático adicionando un incipiente evento Niño de características débiles generan un contexto donde ganan frecuencia los eventos anómalos, desde temperaturas que adelantan o atrasan estaciones hasta acumulados de lluvias que, en menos de 24 horas, superan, duplican o triplican la media mensual esperada.”
En este sentido, es posible que las proyecciones productivas sean demasiado optimistas. Una baja en la producción haría subir –al contrario de las consecuencias de la tasa de interés- los precios de la soja.
Pero a costa de menores rendimientos en nuestro país y en la región en general.
Preocupante… ¿no? Quienes están en la producción redoblarán sus esfuerzos para paliar las contingencias. Pocas dudas caben al respecto.
Esperemos que el clima acompañe la producción. Y que el año que está naciendo sea bueno para todos. ¡Feliz año nuevo!