Siempre que se aumenta la densidad de individuos de una especie, se generan condiciones favorables a los desequilibrios y aumenta la circulación de enfermedades propias o cruzadas con quienes conviven.
La irrupción de las ciudades en condiciones de baja salubridad lo hizo con los humanos, la ganadería comercial con los animales. La salida histórica fue usar productos naturales con propiedades descubiertas en forma empírica, luego aparecen los medicamentos de síntesis y frente al abuso de estos y la resistencia adquirida por los patógenos aparece la necesidad de un cambio en el enfoque.
Sumado a lo anterior, aparecen todos los impactos ambientales, como la polución de suelos y agua, los olores, las trazas de antibióticos en algunos productos. Todo ello ha generado la necesidad de ir a la naturaleza para reemplazar esos productos.
Para la nutrición animal se puede ir a la naturaleza y la huerta para obtener productos que incorporados al alimento mejoren el medio ambiente y bajen la carga bacteriana patógena.
El ingeniero Eduardo Terrado es uno de los profesionales que lidera este enfoque en nuestro país y nos acerca ejemplos de sus avances en la producción avícola y porcina.
Para reducir los olores y mejorar el ambiente de trabajo, por ejemplo, se usa la enzima Fitasa que reemplaza el fosfato mono-cálcico y libera el fósforo fítico de la soja y el maíz. Además, por el mejor aprovechamiento del fósforo mejora el costo del balanceado.
De Bacillus subtilis, una bacteria de la flora intestinal, se extrae la enzima Xilanasa que mejora la absorción de la energía metabolizable, que queda más disponible al romper las cadenas de hidratos de carbono de los cereales de invierno en monogástricos También podemos encontrar en la huerta otros productos importantes que, en general, no se usan en estas producciones, como el extracto de alcaucil un producto mejorador de la función hepática (regenera los hepatocitos dañados) y estimulante de su metabolismo.
De las remolachas se extrae la betaína: substitutivo parcial de la metionina y la colina (aminoácidos). Los últimos estudios indican que la betaína puede disminuir la grasa depositada en la media res, así como aumentar simultáneamente la formación de músculo.
Son conocidas sus funciones como osmoprotector (sustancia capaz de preservar el equilibrio osmótico). Además, se reducen los compuestos nitrogenados en los excrementos.
El extracto de raíz de achicoria es rico en inulina, una fibra dietética que existe naturalmente en muchas plantas, y tiene un alto contenido de fructo-oligosacáridos (FOS) y actúa como un prebiótico natural (antibiótico sin resistencia).
Otro producto que se usa es el tanino (extracto de quebracho), que mejora la digestión y facilita la absorción y disponibilidad de los nutrientes. También reduce la presencia de bacterias patógenas en el aparato digestivo, actúa como promotor de crecimiento, mejora la calidad de las deposiciones y disminuye los problemas de tránsito rápido mala absorción. Además actúa como prebiótico al seleccionar la flora bacteriana (lactobacilos).
Hay otros prebióticos, que en base de extractos naturales de plantas que en mezcla con enzimas, vitaminas, minerales y ácidos orgánicos actúan como promotores de crecimiento al prevenir la proliferación de las bacterias patógenas y mejorar los parámetros zootécnicos, la salud y el bienestar animal a lo largo de todo el ciclo productivo.
Además, mejoran el desarrollo de la microflora beneficiosa del tracto digestivo y la integridad, son eficaces en el control bacteriano (salmonella spp, clostridium spp y otros), mejoran el crecimiento y la ganancia de peso y refuerzan el sistema inmune, no dejan residuos y no crean resistencias bacterianas.
Como podemos observar se puede mejorar la salud, los parámetros productivos, bajar el uso de antibióticos, mejorar los costos económicos, ambientales y sociales, si sabemos utilizar productos naturales testeados científicamente. Pura bioeconomía.
Nota de Redacción: Columna de Fernando Vilella en el programa radial "Mitre y el Campo".