Mientras se espera el dato oficial de la inflación de junio, que el INDEC
dará a conocer mañana, los economistas ya advirtieron que esperan -para ese mes-
el nivel de precios más alto de los últimos dos años. A tal punto que, hasta las
previsiones del Gobierno, oscilan entre el 3,5 y el 4% de subas en tanto, los
pronósticos de los economistas también se mueven en un rango similar. En este
contexto, el índice de precios se encamina a cerrar el año con un piso del 30%.
Este, no es un dato menor ya que el Gobierno, deberá realizar grandes esfuerzos para no superar ese techo inflacionario y cumplir con sus compromisos frente al Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de recibir las partidas de dólares que todavía faltan ser embolsadas.
La estimación del Gobierno, que figura en el acuerdo con el FMI espera una inflación de entre 25% y 32% para este año.
En este sentido, la inflación de junio, -acelerada especialmente por el traspaso a precios de la devaluación en los alimentos y bebidas-, cierra un primer semestre con un alza acumulada superior al 15%, superando así, la meta del Gobierno para todo el 2018.
Desde la consultora Eco Go, el economista Federico Furiase señala que la inflación general de junio subió 3,7%, según sus cálculos. En tanto, la inflación núcleo (aquella que no incluye las variaciones de los bienes estacionales) fue del 3,8%. Estos niveles, elevan la variación interanual del 26,5% al 29,8%.
Hace pocos días, la estimación que realiza el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) mostró un alza del 3,5% en la variación del índice inflacionario, que acumula 16,1% en lo que va del año y asciende al 29,5% en la suba interanual.
Según los cálculos de la consultora de Orlando Ferreres, la inflación de junio llegó al 3,9%, motorizada por una suba del 4,3% en alimentos y bebidas; del 7,2% en trasporte y comunicaciones; del 5% en los combustibles; del 7% en el transporte publico; del 15% en la telefonia celular y del 5,5% en el rubro Salud, debido a los aumentos en las cuotas de la medicina prepaga que rondaron el 7,5%.
Para la consultora Elypsis, la variación de los precios, en junio, fue del 3,8% según detalló Gabriel Zelpo, uno de sus economistas. Si bien, advierte que para julio, la presión inflacionaria será menor: del orden del 2,5 o 3%.
Hacia adelante, en el segundo semestre, las preocupaciones de los analistas se refieren a una especie de "cuello de botella" que tendrá la economía cuando se empiece a sentir el impacto del ajuste que ya inició el Gobierno. Un ajuste que estará "condimentado" con los secuelas de la corrida cambiaria, la discusión de las paritarias, el reacomodamiento de los precios y el freno de la actividad económica.
Según la consultora Ecolatina, "las presiones inflacionarias seguirá latentes en la segunda mitad del año: todavía no se registró todo el traslado a precios de la reciente depreciación cambiaria", advirtió en su último informe.
"Más temprano que tarde, tendrá lugar un reacomodamiento de precios relativos: la reapertura de paritarias y los reclamos de las empresas del sector energético por recomponer la suba de costos producidas por el salto del dólar, dan cuenta de que las tensiones inflacionarias persistirán incluso si perdura la tregua cambiaria", señaló.
"Si no se materializan nuevos saltos del dólar en lo que resta del año, la inflación rondaría 13% en el segundo semestre. Como resultado, acumularía 30% a diciembre de 2018, por encima del centro de la meta (27%) acordada con el FMI y apenas por debajo de la cota máxima (32%)". "De esta forma, la inflación promediará 32% anual en los primeros tres años de Cambiemos, superando en más de 5 puntos la media anual del período 2008-2015".
Según Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano (CENE), "todo indica que este año se caracterizará por un proceso de estanflación; esto es: la combinación de estancamiento con inflación”, señala. Y explica que obviamente, los aumentos de precios en exportables como importables se traducirán en algunos puntos adicionales de la tasa de inflación, cuyos mayores impulsores siguieron siendo, hasta ahora, los ajustes tarifarios. El analista recuerda que "la combinación de devaluación y ajustes tarifarios ya se dio en 2016 y el resultado fue una inflación anual del 40%. Por ahora, la tasa estimada para el corriente año tiene un piso del 30%”, aseguró el economista.
Si bien, siempre las devaluaciones estuvieron asociadas a procesos traumáticos y recesivos, y ese riesgo existe, advierte el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL)de la Fundación Mediterránea, también rescata un escenario positivo. "Si esta crisis se encamina hacia un cambio persistente de precios relativos, habrán de aparecer vectores que permitirán una recuperación no tan distante en el tiempo. Aunque el consumo está sufriendo una caída, los indicadores de producción no necesariamente tienen que mermar en igual proporción, porque habría más salida por el lado de las exportaciones o por la sustitución temporal de importaciones. Además, una inflación finalmente bajo control le pondría un piso al deterioro de la demanda interna, advirtió la institución.