“Adelantar la cosechar es una alternativa muy poco implementada en nuestro país, ya que implica una humedad en el grano de maíz de entre el 20 y el 25 %”, especificó Federico Sánchez, técnico del INTA Manfredi, quien aclaró que esta alternativa es “valedera para aquellas regiones donde hay cooperativas y plantas que promueven la cosecha de maíz húmedo y hacen el secado con precios bonificados”.
Entre las ventajas de esta práctica, el técnico destacó que “los maíces de siembra temprana permiten adelantar la cosecha a la primera quincena de marzo y, en consecuencia, contar con una mayor disponibilidad de cosechadoras y camiones”.
“A su vez, –agregó–, los maíces de segunda o de siembra tardía nos dan la posibilidad de evitar las heladas otoñales que suelen demorar el secado a campo y vuelven al cultivo muy susceptible a la acción mecánica de la cosechadora, con el consecuente incremento de las pérdidas de cosecha”.
En este sentido, el especialista citó una reciente investigación del Proyecto de Eficiencia de Cosecha de INTA en la campaña 2016/17 que asegura que los maíces de segunda presentan un 32 % más de pérdidas por plantas caídas y voleo de espigas (243 kilos por hectárea) que los maíces de primera (184 kilos por hectárea).
En cuanto a las desventajas, el técnico puntualizó en la necesidad de que los productores evalúen, por un lado, el costo de secado y, por otro lado, que consideren el costo extra que les infiere cosechar maíz húmedo.
“La cosechadora disminuye su capacidad de trabajo entre un 10 y un 15 % cuando se cosecha a un nivel de entre 15 y 20 % de humedad, y de un 20 % cuando el grano está con más de 20 % de humedad. Además, el consumo de combustible de la máquina se incrementa entre un 10 y un 15 %, según el porcentaje de humedad”, reconoció el especialista.
En este sentido, subrayó la importancia de regular el cabezal maicero, de acuerdo con la humedad del grano para cosechar. “Si la humedad supera el 20 %, es aconsejable utilizar cabezales con rolos con cuchillas enfrentadas y configurar las cadenas de cabezal para que trabajen desfasadas y no encontradas, de modo que la alimentación del sinfín que lleva las espigas al embocador sea más continua”, explicó.
AJUSTES QUE REDUCEN PÉRDIDAS
Debido a que la espiga se halla fuertemente adherida a la planta, es necesario ajustar mejor la luz entre las chapas cubre rolos, respecto de lo utilizado en condiciones normales de trilla. “De esta manera, facilitaremos el desprendido de la espiga del resto de la planta”, aconsejó el técnico de Manfredi.
Para regular las chapas cubre rolos, el técnico recomendó buscar manualmente tres dimensiones de espigas dentro del lote: pequeñas, promedios y grandes. Con estos datos, se realizará la regulación inicial de las chapas cubre rolos.
Al ajustarla, se dejará una luz de chapas que impide que las espigas promedio pasen por allí y que la planta de la espiga grande cruce holgadamente por medio de dicha luz. Es probable que, al realizar esta práctica, se compruebe que cuando se hace la prueba con la espiga pequeña gran parte de ésta pasa por la luz que quedó entre las chapas.
Ante esta situación, no se debe desesperar, ya que será preferible que esto suceda, lo cual aumentará un 0,5 – 0,7 % las pérdidas de cosecha, pero evitará que, por querer retenerlas, las chapas corten las plantas de mayor diámetro y se duplique la pérdida por cola y se incremente entre un 3 y 5 % el consumo de gasoil de la cosechadora.
“La condición ideal sería que las espigas pequeñas no pasen y que las plantas más grandes crucen holgadamente”, señaló.
En cuanto al posicionamiento correcto de la zona de desprendimiento de la espiga sobre las chapas cubre rolos, el especialista destacó su importancia al evitar que las espigas caigan fuera del cabezal luego de que se desprenden.
“Para poder situar la zona correcta de desprendimiento, se deberá dividir a la chapa cubre rolo en cuatro secciones, ascendente de adelante hacia atrás para que el desprendimiento se produzca en la tercera sección”, aconsejó Sánchez.
En este sentido, el técnico aseguró que, de acuerdo con un estudio del INTA, si las espigas se desprenden en la primera sección de las chapas cubre rolos, el 30 % de las espigas caen fuera del cabezal. En cambio, si se desprenden en la segunda sección, el 10 % caerá fuera y, si se desprenden en la tercera sección, el 0,6 % caerá fuera del cabezal.
Cuando el desprendimiento intenta hacerse en la cuarta sección, el problema más grave no pasa por la caída de espigas fuera del cabezal, sino porque provoca un gran número de cortes de plantas al chocar con la pared final.
“Esta situación produce un gran aumento de pérdidas por cola de la máquina y aumentos en el consumo de combustible que rondan entre un 10 y 15 %”, aseguró el técnico, quien recomendó “buscar la armonía de ambos parámetros de velocidad –avance de la máquina y espigado– para que el desprendimiento suceda en la tercera sección”.
Fuente: INTA