El mes que va desde mediados de marzo a mediados de abril terminará, típicamente más activo, tendrá en esta ocasión una ardua tarea para doblegar la negativa dinámica atmosférica instalada.
El análisis inmediato remite al cierre del mes de febrero y los mapas que habitualmente usamos para el diagnóstico del comportamiento pluvial no sorprende por su contundencia anomalía negativa.
Si bien el mapa que resume las lluvias de febrero, alterna zonas con registros muy modestos con otras donde las marcas fueron más generosas, los acumulados de gran escala son pobres. En esta configuración del resumen mensual, pueden estar escapándose algunos registros puntuales, no obstante, los mismos no cambian el panorama deficitario que se impone en gran parte de las zonas productivas del país.
Si tomamos toda la región pampeana, el NEA y gran parte de la Mesopotamia, podemos entender a toda esta zona como la zona de influencia de la estructura estable de la atmosfera media. Es decir dentro de este vasto sector, la nubosidad se mantiene restringida en su desarrollo vertical. Los sistemas frontales avanzan y ocasionalmente encuentran áreas reducidas donde la restricción de altura se debilita.
Allí se han concretado sistemas precipitantes importantes. Algunos se han observado en el centro oeste de BA otros en el sudeste de esta provincia, también más puntualmente en el norte entrerriano. A medida que avanzamos hacia el norte de la Mesopotamia, aparecen mejores lluvias, pero hay que llegar al norte de Misiones para encontrar un comportamiento que podemos considerar normal. Justamente el norte de Misiones esta acoplado al comportamiento pluvial que se observó en los departamentos del centro para el norte de la zona oriental de Paraguay y las vecindades de Mato Grosso.
Esta es casi la excepción de la vasta zona productiva del sudeste de Sudamérica, ya que el sur brasileño y Uruguay no han corrido mejor suerte que la región pampeana. En resumen, estamos describiendo el extendido impacto negativo que está generando la persistente anomalía de alta presión que domina la atmosfera media y que por el momento no parece mostrar un debilitamiento. Este tipo de fenómenos, sólo ocasionalmente logran la generalización con la que se vienen imponiendo en este último cuatrimestre. Las soluciones han sido parciales y temporarias, las cuales según su oportunismo han logrado auxiliar a los cultivos, pero al ver todo el cuatrimestre, el resultado es muy negativo.
La escala regional copia en este inicio de marzo, la estructura atmosférica del mes de febrero, lo cual sabemos que es negativo. Por lo tanto sólo resta ver que pude suceder con el período de transición estacional antes mencionado. Remarcamos este punto dado que si las lluvias no se expresan con volúmenes más significativos y generalizados a partir de la segunda quincena de marzo, podemos ingresar en una situación que traslade la seca actual a los meses de otoño.
Superada la segunda quincena de abril, la estadística comienza a jugar en contra de una recuperación contundente. Es decir, las lluvias pueden llegar, pero no con la capacidad necesaria como para revertir las deficiencias instaladas.
El inicio de la fina no requiere una recuperación completa del perfil y posiblemente este sea el escenario que se defina para mediados de mayo, si no hay un cambio contundente y perentorio. A favor, podemos marcar la zona más importante para la fina es la que cuenta con mayor tiempo de recuperación, teniendo en cuenta las ventanas de siembra.