La recuperación del dominio en los temas de interés público es esencial para el Gobierno después de más de dos meses de correr detrás de las (malas) noticias. La comunicación, junto con la gestión y la ingeniería electoral, constituye una de las tres herramientas fundamentales del oficialismo.
En cambio, y a diferencia de gobiernos en minoría de otros países, nunca estuvo entre sus propósitos la ampliación de la base de sustentación política, más allá de sus fronteras originales. Se vio a fin de año en el Congreso y se sufre cuando la gestión no satisface.
Por eso, lo que en un año sin elecciones al Gobierno no le está proveyendo la economía ni va a traerle la política, debe aportarlo la comunicación. La paciencia suele ser un bien escaso en cualquier sociedad y las palabras, un buen placebo. Así se explica la reciente aparición serial de ministros en los medios, incluido el cada vez más poderoso jefe de Gabinete, Marcos Peña . Eso explica, también, que los miembros del gabinete hayan subido el tono y hasta se hayan animado a la confrontación pública. Francisco Cabrera dio el ejemplo ante los empresarios de la UIA.
Como siempre, la nueva situación es producto de una mezcla de casualidades y de causalidades. Y, como suele suceder con Pro, la afilada estructura con que cuenta para captar humores sociales, la plasticidad para evitar exponerse al viento de frente, el pragmatismo sin dogmas y la jefatura absoluta de Macri tuvieron un rol decisivo para quebrar una inercia de noticias adversas, desde lo económico hasta lo ético. Dos ejes con los que Cambiemos había ilusionado y empezaba a inquietar a buena parte de sus votantes.
La advertencia del titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, de que la cuestión sobre la despenalización del aborto estaba virtualmente dentro del Congreso con fuerza inusual decidió a Macri a habilitar el debate y fue el punto de partida para el cambio de agenda que celebran hoy en el Gobierno. La masividad y heterogeneidad de la marcha del 8-M y algunas encuestas fortalecieron el ánimo ante las dudas sobre el costo o beneficio que, finalmente, la audaz decisión podría tener.
El tema había encontrado al Poder Ejecutivo en pleno proceso de revisión de su estrategia de comunicación para tratar de volver a ocupar el centro de la escena. Les faltaba encontrar un asunto potente para lanzarse. Lo descubrieron casi de manera fortuita. Se lo dio, impensablemente para todos, especialmente para las organizadoras, el pañuelazo por el aborto legal del 20 de febrero.
La oportunidad y el apremio llevaron a que casi no hubiera consultas sobre la habilitación del debate en el Congreso. María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez se enteraron con los hechos consumados. Como dijo con humor un alto integrante del oficialismo, "la mesa chica del Gobierno no existe. Es una mesa de luz", para luego matizar: "Macri se relaciona de forma radial". Néstor Kirchner hacía algo parecido. Si para Pro gobernar es comunicar, no es casual que Peña hace ya casi un mes hubiera empezado a diseñar un cambio de estrategia. "El 70% de lo que publican los medios es off the record y con suerte hay en on un 30% de voces del Gobierno. Tenemos que revertir esa ecuación", se le escuchó decir en ese momento.
Luego, en el retiro de Chapadmalal, Macri retó a sus ministros a dar la cara con el lema: "Nada se puede hacer si no se puede explicar. Así que si no pueden explicar lo que van a hacer, no lo hagan".
Los medios tradicionales, a los que el macri-peñismo se encargó de bajarles el precio durante años, volvían a estar en el radar del poder. Límites de la "comunicación directa", a través las redes sociales.
El fortalecimiento de la relación con el periodismo ya empezó y se realiza bajo estrictas reglas que fijan en Balcarce 50. El manual tiene como línea de acción profundizar la difusión de las nuevas once verdades macristas. Es la "agenda de trabajo con once desafíos concretos", que presentó el Presidente en el Congreso.
Allí, además de los temas de género que lograron alterar el rumbo de la agenda pública, hay varios puntos dedicados a la economía, desde las relaciones laborales hasta la apuesta al desarrollo del turismo. Un rubro que sorprendió por el lugar predominante que tuvo.
La razón es, también, hija de las urgencias. Si bien en los muchos ministerios económicos insisten en que la llegada de inversiones ya es un hecho (especialmente en los sectores automotor, energético y de la construcción) admiten que no es fácil que muevan rápido el amperímetro del humor social. Otra vez, el insumo escaso de la paciencia.
De allí que en el arribo de visitantes que consuman y la inversión en infraestructura que puedan provocar se cifra la esperanza. Y, de nuevo, China vuelve a ilusionar. Dicen que es inminente un vuelo de una aerolínea norteamericana entre Los Ángeles y Buenos Aires y la llegada de una línea china, que podrían traer más de un millón de turistas chinos al año. Casi el 20% de aumento sobre el total de visitantes que llegan al país. Se espera que no sea otro cuento chino.
Es la política
La estrategia de la no intermediación, no solo en la comunicación, sino también
en la construcción política, es para algunos referentes del oficialismo otra
causa de las dificultades de estos meses. Otro tiro por elevación a la "mesa de
luz".
"La concentración en la toma de decisiones, la falta de participación de más dirigentes y la escasa vocación de diálogo con otros espacios resta volumen. No alcanza con los timbreos", se quejan.
La retirada de escena de Ernesto Sáenz, el radical más macrista, parece haber enfriado la relación con la UCR y reafirmado la definición de que Cambiemos es una alianza electoral y legislativa, pero no un gobierno de coalición. Desde la Casa Rosada rechazan las acusaciones de endogamia y argumentan que mientras Sáenz se alejó por decisión propia, la Coalición Cívica ya integra el gabinete, a través de Fernando Sánchez, que recientemente recibió un upgrade al adquirir rango de secretario de Estado.
En la Casa Rosada se quejan de que nadie destaca eso. En el resto de la coalición lo ve más como una maniobra para tener bajo cierto control a la jefa de Sánchez, la díscola y muchas veces incómoda Lilita Carrió, que como un signo de apertura. Gradualismo político.
En ese contexto, los "alarmistas" del oficialismo, enfrentados a los "nopasanadistas" de Balcarce, buscan hacerse escuchar y advierten que las encuestas muestran, por primera vez, que la mayoría culpa al actual gobierno y no a la herencia kirchnerista de los problemas económicos. Suman que el peronismo no kirchnerista, adormecido y adormilado tras el triunfo electoral de Cambiemos, empieza a despabilarse. Ya no dicen que para ellos no hay 2019, sino que empiezan a tratar de construir un candidato presidencial.
El plenario de Pro, el viernes pasado en Parque Norte, no casualmente, se convirtió en un acto de lanzamiento del proyecto reeleccionista de Macri. Comunicar también es comprar tiempo y despejar amenazas.
En cambio, lo que la política no logra incomodar en la Casa Rosada sí alteran los empresarios, que con sus quejas reafirman la percepción mayoritaria de que la economía no arranca. De ahí el duro cruce con los industriales, que hoy estarán en la Casa Rosada. Aunque en el Gobierno reafirman su ánimo de distender la relación, destacan que fueron ellos los que pidieron la reunión y niegan que vaya a haber anuncios. "Ya hemos adoptado suficientes medidas como para que ellos inviertan y dejen de quejarse. Siempre optan por la fácil y por no asumir sus errores o por enfrentar a otros que les causan problemas de verdad, pero a los que parecen tenerles miedo. Por lo bajo dicen que una de las cosas que más afectan su competitividad es la logística y acusan especialmente a Moyano por los altos costos que provoca, pero después Moyano hace una manifestación para preservar sus privilegios y ninguno dice nada", advierten en Producción.
La reunión de hoy será un termómetro, pero en el Gobierno el ánimo es muy distinto del que imperaba hace unas pocas semanas, aunque no abunden resultados que mejoren sustancialmente el humor colectivo.
Si la agenda de temas sociales y de género se logra imponer y si no hay sobresaltos económicos, el objetivo de llegar a junio, cuando se terminará el alza de tarifas y empiece el Mundial, podría lograrse con cierta comodidad para arrancar la otra etapa, con la carrera hacia la reelección como meta. Y se habrá cumplido la máxima de que gobernar es, sobre todo, comunicar.