Marchas, contramarchas, errores no forzados, conflictos políticos y gremiales, subas de precios y caída en las encuestas marcan el inicio de 2018.
Si bien nada de eso mella el optimismo del Presidente ni el de varios de sus ministros, sí admiten que tienen meses complejos por sortear.
A continuación, diez amenazas, riesgos o debilidades del Gobierno que explican la preocupación oficial. Y cómo piensa enfrentarlas:
1 La inflación
Que no cede: a las tarifas y los aumentos de los impuestos inmobiliarios acaba de sumarse la suba de la nafta.
El Gobierno sostiene que la inflación núcleo sigue en baja, que es un riesgo calculado para facilitar el crecimiento y que cederá en el segundo trimestre.
2 Las negociaciones paritarias
Están vinculadas a la inflación, que para este mes se calcula en el 2,3%. Por lo tanto, la meta de un techo del 15% sin cláusula gatillo que pretende el Gobierno se ve cada vez más utópica. Y abre las puertas a probables conflictos o paros.
Por eso, el oficialismo analiza herramientas como bonos no remunerativos, compensaciones y alguna variante del gatillo.
3 El sindicalismo
Con una CGT dividida y en proceso de reestructuración, Moyano, los dirigentes kirchneristas o filokirchneristas y el barrionuevismo se unen para mostrar los dientes y amenazan con alterar la pax macrista. A ellos se suman la izquierda con representación gremial y los movimientos sociales, que adherirán a la marcha impulsada por los Moyano para el 21 de este mes.
En este ámbito se registra una combinación de factores que alimentan la confrontación:
a. Causas judiciales.
b. Enrolamientos políticos e ideológicos.
c. Proyectos del macrismo que avanzan sobre beneficios y privilegios gremiales.
d. Sectores laborales en problemas o amenazados por políticas del Gobierno.
La estrategia oficial es aislar a los gremialistas más confrontativos para que no sean el vértice donde se una la oposición atomizada. Para eso se alientan informes de organismos oficiales que complican la situación judicial de algunos y se refuerzan lazos con los dirigentes más dialoguistas, facilitando sus negociaciones y evitándoles el paso por el tomógrafo ético.
4 La condición de minoría parlamentaria
Que lo obliga a costosas negociaciones y concesiones.
Frente a esa debilidad, el Gobierno recurre a la cuestionable táctica de eludir el Congreso, como con el megadecreto que modificó decenas de leyes. También replantea y troza proyectos de ley, como ocurre con la reforma laboral. Además, decidió presentar menos iniciativas del Poder Ejecutivo y empoderar a sus legisladores para que presenten y hagan propios algunos proyectos.
Un dato favorable para el oficialismo es la fragmentación opositora, que mejora su situación coyuntural. Por eso, el Gobierno escucha y trata de saciar necesidades de legisladores y gobernadores opositores dispuestos a colaborar.
5 La volatilidad financiera externa
Como la que se registró el lunes por la perspectiva de suba de tasas en EE.UU., que complica la posibilidad de tomar deuda, mientras la economía local sigue sin crecer lo suficiente como para que el déficit fiscal tenga menos impacto.
La opción del Gobierno para limitar su exposición a estas contingencias es endeudarse en el mercado local, como acaba de hacer (con éxito) con las colocaciones de letras del tesoro y bonos en pesos.
6 La reticencia a invertir de las empresas extranjeras:
Ni siquiera el triunfo oficialista en las elecciones legislativas logró torcer esa realidad, aunque todo el Gobierno procura mostrar un escenario positivo y cita la llegada de capitales en el sector energético y en líneas aéreas low cost. Por eso, intenta aprovechar la presidencia del G-20 y la presencia en el país de los líderes de las principales potencias en esa cumbre. Aspira a poder exhibir entonces indicadores positivos en lo económico y lo político.
7 Los empresarios locales
Que piden más protección de lo que están dispuestos a arriesgar.
El Gobierno apunta a convencerlos o forzarlos a que cambien y adecuen sus negocios ahora, porque después puede ser tarde. Como con los sindicatos, solo ha logrado resultado favorable en casos aislados.
8 La caída en la imagen y el aumento de la demanda social
La consolidación de Cambiemos como principal fuerza política después del triunfo sobre Cristina Kirchner redujo el temor al pasado como motor de apoyo al Gobierno y pone en la mira el presente que viven los ciudadanos. La falta de resultados positivos en el bolsillo de la mayoría (léase inflación y desempleo), algunos traspiés en materia ética y la inseguridad aparecen como los principales reclamos que motorizan la abrupta y consistente caída de la imagen del oficialismo.
La promesa de un futuro económico mejor todavía cuenta para el Gobierno como un activo, pero las expectativas se van degradando.
En materia ética sigue contraponiendo el pasado, con los casos más escandalosos que golpean al kirchnerismo y a algunos sindicalistas. La Justicia sensible a la orientación del viento político hace un aporte relevante para el oficialismo. El Gobierno a eso sumó algunas medidas efectistas (tomadas por reacción), como la flamante prohibición de que familiares de ministros sean funcionarios.
En seguridad, el camino elegido parece ser la mano dura y el empoderamiento de las fuerzas de seguridad, en una apuesta no carente de riesgos y de críticas, que refuerza lo ubicación en el cuadrante ideológico de derecha, encasillamiento al que el Gobierno trata de rehuirle. Pero confía a ciegas en la polémica y audaz Patricia Bullrich y en las encuestas que analiza Durán Barba.
9 Errores no forzados de sus funcionarios
El caso Triaca es el mejor ejemplo de uno de los talones de Aquiles para una administración que prometió un shock de eficacia y transparencia en la gestión.
El Gobierno responde que no niega los hechos, que hace autocrítica y que muestra disposición a rectificarse. Al mismo tiempo sigue subiendo la vara en lo discursivo. Hasta ahora le ha dado resultados positivos, pero ese capital también se va consumiendo.
10 La dificultad para imponer su agenda
Desde diciembre el Gobierno ha corrido detrás de los hechos y tuvo problemas para instalar temas que sean evaluados positivamente, mientras la oposición consiguió reforzar o instalar aspectos negativos.
En este terreno mostró una actitud más defensiva que proactiva y encontró límites en su estrategia de apuntar a la centralidad de las redes sociales como herramienta comunicacional. Por eso, ya está preparando cambios también en este terreno.
Así empieza el año el Gobierno. En los próximos dos meses comenzará a despejarse el horizonte. Entonces, podrá saberse a quién le asiste la razón: si a los agoreros de la oposición o a los entusiastas del oficialismo.