Uno de los pilares para incrementar el rendimiento de la soja es aprovechar al máximo su “chasis” genético, ajustándolo a las mejores condiciones ambientales (principalmente agua y demanda nutricional), controlando malezas y dosificando insumos a partir de un manejo variable.
Este fue el paquete temático que se desarrolló en el marco de la jornada de
actualización técnica que el semillero DonMario hizo en Rosario, previo al
inicio de la siembra de la oleaginosa, y al que asistió Clarín Rural.
Hoy, la gran apuesta del “mundo sojero” es crecer verticalmente y hacerlo a
puro rendimiento.
El asesor privado Ramiro Carretero abrió el simposio y analizó la dinámica
del agua para este ciclo 2016/17 y habló de la “caja actual” esto es, el agua
útil almacenada y la napa y el flujo proyectado, o sea, los pronósticos.
Para el técnico, en la influencia de napa no debe haber incertidumbre porque
“se puede medir, es lo que sabemos”. En cuanto a lo incierto, el aporte de
lluvias, estimó que se espera un año neutro o Niña débil. “En términos de pronóstico, es un año para ser más defensivos que ofensivos, atrasar fecha de siembra y alargar grupos de madurez. Excepto que tengamos presencia de napa a una profundidad adecuada para poder alcanzarla”, resumió haciendo la salvedad de las particularidades zonales que cada productor debe tener en cuenta.
Luego de Carretero fue el turno del referente en malezas del INTA Manfredi,
Diego Ustarroz. El experto centró su disertación en diferentes estrategias para
el control de los yuyos colorados (las Amaranthanceas palmeri y quitensis).
“Es fundamental evitar la producción de semillas”, resumió. Para lo cual,
hasta se animó a decir que si se llega a cosecha con pocas malezas “hay que
pensar en una remoción manual”.
Luego, Agustín Pagani, de la empresa Clarion, repasó lo que aún queda por
crecer a partir de la agricultura de precisión. “Hoy a partir de un mapa de
rendimiento, estimando la concentración de fósforo en grano, se puede medir
exportación del nutriente y determinar zonas del campo donde la rentabilidad es
más baja”.
Al referirse a la soja, reconoció que “hoy Argentina tiene una deuda
pendiente con el fósforo” y mostró que en la región pampeana en lotes con 0 a 7
partes por millón se pueden alcanzar 20 por ciento de incremento de rinde
fertilizando. “En un ambiente con 5.000 kilos por hectárea de potencial de
rendimiento son 1.000 kilos más, por lo que ahí, no fertilizar es descabellado”,
dijo.
Además, puso sobre el tapete la posibilidad de hacer muestreos en grilla para
cuantificar variación de nutrientes en vez de una muestra por hectárea.
“Encontramos una ventaja económica de alrededor de 20 dólares por hectárea de la
fertilización variable versus la fertilización uniforme”, mostró.
“Vemos que se podría pasar de los 2.900 kilos por hectárea de rinde promedio
nacional a 4.000 kilos y eso significaría alcanzar las 80 millones de toneladas
sin aumentar superficie”, resumió el director de Negocios Latam Sur de DonMario,
Obdulio San Martín. Y agregó: “La agricultura se ha ido complejizando y creemos
que esto se puede lograr con conocimiento, pero también es importante el
reconocimiento de la propiedad intelectual para poder seguir desarrollando la
mejor tecnología”.
Finalmente, el gerente de Desarrollo de la firma de Chacabuco, Rodrigo
Iglesias, presentó las nuevas variedades para la campaña 2016/17 y puso el ojo
sobre la falencia de fósforo, la falta de rotaciones y la compactación, como
reductores del rendimiento potencial alcanzable.
El técnico, además de repasar los materiales de punta para esta campaña, aportó como dato que las variedades de soja tendrán una nueva nomenclatura con las letras “R” y la “i” para identificar la biotecnología RR1 o el evento Intacta. Las nuevas variedades del semillero con Intacta, entonces, son la DM 53i53 IPRO y DM 61i61 IPRO STS; mientras que en RR1 se destacan 40R16 (“similar a 3810 pero con más rinde)” y 62R63.