Aunque extravagante, estaba en lo cierto si se tiene en cuenta que la mitad del territorio de este país, del tamaño de la provincia de Tucumán, estaría sumergida bajo el agua si el hombre no hubiera intervenido.
Visitar los campos holandeses es una experiencia irrepetible en cuanto a lo
que es superar situaciones límite. A fuerza de una red infinita de canales,
diques y bombas, los holandeses pueden llegar a producir en suelos que fueron
ganados al mar y que se encuentran hasta siete metros debajo de su nivel.
Mientras se observa este logro, jaqueado también por las aguas que traen en su
desembocadura los grandes ríos de Europa, entre ellos el Rin, es imposible no
rebelarse ante el fatalismo con que se toman las frecuentes inundaciones que
viene sufriendo distintas regiones de la pampa húmeda, desde las de la cuenca
del Salado hasta las de Córdoba y Santa Fe. Por la frecuencia y el nivel
multimillonario de daños que están provocando, los cordobeses tienen por lo
menos tres millones de hectáreas que ya se inundaron cinco veces en los últimos
tres años, se debería estar tomando el problema como una cuestión de Estado.
¿Cuál es entonces la receta que aplicaron aquí en Holanda? La tentación por
afirmar que la respuesta se encuentra en las herramientas técnicas que utilizan
en el manejo del agua es grande pero no termina de explicar el fenómeno. Lo
primero que hay que tener en cuenta es que los holandeses han recorrido un largo
camino. Ya en 1300 los habitantes de las ciudades y granjeros crearon la primera
Junta de Agua. Los característicos y pintorescos molinos holandeses de la Edad
Media no son otra cosa que bombas con la que secaban sus campos bajos para
trasladar al agua a canales de mayor altura y de ahí sacarlas a los ríos y al
mar. Y desde el 1800 el manejo del agua tiene el status suficiente como para que
se ocupe un ministerio. Últimamente desarrollaron institutos especializados como
Deltares, que estudia el comportamiento y manejo del agua a niveles que se
acercan a la ciencia ficción. No es para menos, Holanda debe ser uno de los
países más afectados por el cambio climático, amenazado por el descongelamiento
de las capas polares y la suba de los mares.
De todo este conocimiento y experiencia que tienen los holandeses se generó
un cambio de paradigma que es importante tener en cuenta. Se resume en que hay
que dejar de luchar contra el agua para aprender a vivir con el agua, dejar de
construir en la naturaleza para construir con la naturaleza y que a los ríos hay
que comenzar a cuidarlos en lugar de usarlos. Es una mirada más amigable y
sustentable hacia la naturaleza que se expresa por ejemplo en las últimas obras
de ingenieria en la que se "desencajonan" algunos cursos de ríos para darles más
espacio al cauce. En este sentido tienen un informe preparado sobre la cuenca
del río Salado que traerán en los próximos días con la visita de una delegación
ministerial a la Argentina.
La clave del éxito que han tenido los holandeses para manejar el problema del
agua está lejos de la técnica. El especialista Michiel Anten lo resume de esta
manera.: "La palabra holandesa «polder», que es la tierra ganada al mar, no
tiene traducción a otros idiomas. Pero lo interesante es que con esta palabra
han realizado una derivación inventando el verbo "poldear". Lo utilizan como
sinónimo de acordar, de consensuar. Es decir que el polder, la tierra que logran
que no este sumergida por el agua, es el resultado de haber acordado antes entre
todos los vecinos las acciones a realizar". La gobernanza del agua es la clave y
la gran enseñanza que puede dar la experiencia holandesa. Este gran acuerdo para
manejarse y tomar decisiones lo logran nada menos que 23 autoridades regionales
en distintos puntos de las cuencas, muchas veces con intereses contrapuestos, y
330 municipios. Lamentablemente está a una considerable distancia de la anarquía
y el "todos contra todos" con que se intenta resolver nuestros problemas de
excesos de agua. Una anarquía que en algunos casos también se puede observar en
organismos nacionales y provinciales como Vialidad e Hidraúlica que están lejos
de trabajar en forma conjunta.
El "modelo polder", de encarar en forma integral los desafíos integrando a todos los actores se utiliza en el resto de las actividades. Por ejemplo, el gobierno, las universidades y el sector privado desarrollaron la agrologística más eficiente del mundo. ¿Será cuestión entonces de comenzar a conjugar el verbo "poldear"?