Cuando uno llega a esa situación debería replantearse algo”, sentenció Federico Bert. El especialista de la FAUBA-CONICET y técnico de AACREA se refiere a la alternativa de realizar un laboreo en lotes con alto grado de enmalezamiento. “Creo que debe ser considerado como un último recurso –agregó-, ya que se cuenta con herramientas agronómicas para no tener que usar esta práctica como estrategia de control de malezas”.

Bert señaló que hay dos aspectos a considerar para el control químico. “Por un lado, se dispone de un amplio espectro de productos con distintos modos de acción y diferente selectividad y también de momentos en los cuales uno puede usar ese abanico de productos”, agregó.

En su opinión, seleccionando adecuadamente el producto y el momento para realizar el tratamiento se genera la posibilidad de manejar incluso las malezas más rebeldes, sin llegar a la necesidad de utilizar el laboreo.

“Lo que muestra que en la práctica esto es posible es que encontramos empresas que siembran 300 o 400 lotes por campaña y en ningún caso tienen que llegar al laboreo ya que los mantienen totalmente limpios. Por lo tanto, la cuestión es afinar las técnicas de control químico”, indicó Bert.

-¿Hay casos en los que no queda otra posibilidad que el laboreo?

-Son casos en los que por algún motivo no se pudieron hacer las aplicaciones en tiempo y forma –responde Bert-. El motivo más frecuente que he encontrado son los lotes que se alquilan muy tarde, sobre la siembra, y que mientras tanto quedan totalmente desmanejados, dando la posibilidad de desarrollo a las malezas y sin dejar tiempo para hacer un correcto control químico.

-¿Cuánto se pierde por hacer ese laboreo?

-Al hacer dos pasadas de disco uno pierde toda la cobertura que se pudo haber generado en 10 o 15 años de siembra directa y esa cobertura cumple un rol fundamental en cuanto a mejorar la infiltración y reducir el impacto de las gotas de lluvia sobre el suelo, entre otras ventajas.

Herramientas viejas y nuevas

El laboreo “es una decisión de último momento con la que se tira por la borda el trabajo de construcción realizado durante muchos años de siembra directa”.

Gabriel Tinghitella, técnico de la Unidad de Investigación y Desarrollo de AACREA, coincidió en que “la decisión de intervenir con un laboreo por lo general surge en los casos en que por falta de conocimiento y de capacitación se dejó que el problema alcance tal magnitud que ya no se puede resolver con químicos o que tienen un costo elevadísimo. Por lo tanto, es una decisión de último momento con la que se tira por la borda el trabajo de construcción realizado durante muchos años de siembra directa”.

-¿La causa es el abuso en el uso de glifosato?

-Lo del glifosato es cierto -responde Tinghitella-, pero es un problema del sistema en su conjunto ya que también es cierto que en los últimos años cada vez se siembra menos trigo y que los alquileres se cierran más tarde, a la vez que se estaba en una situación cómoda porque se resolvía todo con glifosato y ahora resulta que ya no.

-¿Existen otras soluciones?

-Aparecen variantes que, aunque ninguna seguramente sea la solución total, al menos aportan otras herramientas. Un caso es una cultivadora sembradora que fue presentada recientemente, aunque es una tecnología que tiene varios años y ahora reaparece, que corta las raíces de las malezas y mantiene la cobertura en superficie. Otro desarrollo, en este caso muy nuevo, son los sistemas de pulverización selectiva que cuentan con una serie de sensores en el botalón que van detectando a la maleza.

Algunas experiencias

Un trabajo realizado por Joaquín Andriolo y Pablo Kálnay, de la Universidad Nacional del Noroeste de Buenos Aires (UNNBOA), evaluó el impacto del control mecánico sobre la población de rama negra en un lote que se venía cultivando en siembra directa.

La conclusión a la que arribaron es que “si bien el control mecánico ofrece una solución de corto plazo para el problema de rama negra, en el mediano y largo plazo no reduce la presencia ni la densidad de esta maleza. La aplicación de un programa apropiado de herbicidas, que incluya el uso de productos residuales, ofrece el mismo resultado, o uno mejor aún, sin sacrificar los beneficios de la siembra directa”.

Otro caso es una de las alternativas para el control de Amaranthus palmeri, una maleza que entró al país recientemente y de la que se sospecha que las semillas que ingresaron poseen resistencias a herbicidas adquiridas en otros países. “Esta especie posee además atributos biológicos que la convierten en una maleza sumamente agresiva y muy difícil de manejar eficazmente, al menos, con los recursos tecnológicos actualmente disponibles”, señala un trabajo publicado por Daniel Tuesca, de la Facultad de Ciencias Agrarias de Rosario, en conjunto con Juan Carlos Papa y José María Méndez, ambos del INTA.

Entre las alternativas para el control de Amaranthus Palmeri, los autores incluyen el control mecánico o manual-mecánico “en circunstancias en las que la maleza ha alcanzado un grado de desarrollo considerable como para ser eficazmente controlada con métodos químicos, pero aún no ha producido semillas, esta alternativa sería apropiada a fin de evitar su diseminación. También cuando no se disponga de herbicidas o bien previo al ingreso de la cosechadora al lote, cuando en este se encuentra presente la maleza con semillas. Es importante evitar que la cosechadora u otros equipos relacionados con la cosecha y el transporte se transformen en una vía de difusión de la maleza”.

Aún queda mucho por ver en el control de malezas resistentes y entre los equipos de investigadores especializados en el tema se comienzan a plantear ensayos ligados a los impactos del control mecánico sobre distintos ambientes agrícolas .