La Organización Internacional del Trabajo estableció el 12 de junio como el Día Internacional contra el Trabajo Infantil a fin de echar luz sobre la problemática que afecta a más de un millón de niños y adolescentes en la Argentina y, según la OIT, a más de 168 millones de niños en el mundo.
Es necesario reflexionar sobre este fenómeno complejo y grave. La precarización laboral y la inequitativa distribución de los ingresos han impulsado a los adultos a incorporar a los menores al mundo del trabajo como una forma de aumentar el ingreso y la mejora en las condiciones de supervivencia. No es difícil advertir la trampa: el trabajo infantil aumenta el círculo vicioso de la pobreza. Los niños que trabajaron suelen ser adultos con un salario un 20% inferior y sus hijos también suelen trabajar.
Si bien el factor económico se presenta como el principal responsable del trabajo infantil, los patrones culturales que lo justifican parecen ser más graves. En determinadas culturas, existen tradiciones que ubican a los niños trabajando junto a los padres. Piensan algunos: ¿cuál es la objeción para que un niño no trabaje en la cosecha? Es entonces cuando se naturaliza la práctica y, cuando una práctica se naturaliza, se vuelve invisible.
A los niños y niñas se les reconoce el derecho de ser protegidos integralmente en su desarrollo y crecimiento a través de la promoción y la defensa de sus derechos a la educación, a la salud y a la vida. El trabajo infantil vulnera esos derechos al generar deserción o abandono escolar, y provocar enfermedades físicas y trastornos psicológicos y sociales.
Un niño que trabaja ve reducidas las oportunidades o directamente se ve impedido de jugar con sus pares, de aprender en un contexto escolar, de practicar un deporte o desarrollar un talento artístico. Un niño que trabaja, simplemente, no crece ni vive como niño.
Por las múltiples causas y por las condenables consecuencias, el trabajo por la erradicación del trabajo infantil requiere una transformación cultural, planificada y abordada desde los diferentes actores sociales en forma articulada. Necesita de la participación y el compromiso de todos los ciudadanos.
En la Argentina se alcanzaron los siguientes logros: a) la recolección sistemática de datos, la visualización del problema y su incorporación a la agenda política; b) la promulgación de la ley 26.390 sobre prohibición del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente; c) el trabajo articulado de organismos de salud y educación para un abordaje completo e interdisciplinar.
En esta línea, Asociación Conciencia implementa programas de prevención y erradicación del trabajo infantil, desde hace 15 años trabajando en red con las familias, las escuelas y las instituciones que se encuentran dentro de la comunidad.
Más de 18.000 niños han participado de los programas de Asociación Conciencia destinados a la erradicación del trabajo infantil; asistieron a jornadas y talleres sobre sus derechos, hábitos de vida saludable, apoyo escolar y psicopedagógico. Con estas acciones, se busca fortalecer la autoestima de los chicos y proporcionarles ámbitos de juego y recreación. Los logros son alentadores: el 95% de los niños que participaron de estos programas permanecieron en la escuela y el 47% redujo las horas dedicadas al trabajo.
Asimismo, conscientes de la necesidad de favorecer el acceso de los adultos al empleo, otra línea de acción, complementaria, es la capacitación a los padres en oficios. Las acciones se encaran atendiendo a la peculiar situación de cada comunidad, estableciendo alianzas con direcciones educativas, ministerios y centros de salud y compartiendo mesas de trabajo con la OIT, la Comisión Nacional de Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti), de la Comisión Provincial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (Copretis) y de la Red de Empresas contra el trabajo infantil.
En 2015, la OIT decidió centrar su atención en la importancia de una educación de calidad como un factor clave para erradicar el trabajo infantil. Es un propósito compartido por la Asociación Conciencia el trabajar eficazmente para promover el acceso y garantizar la permanencia de todos los niños y niñas en un sistema educativo inclusivo y más equitativo para que el único trabajo que ellos tengan sea aprender en la escuela.
La autora es presidenta de la Asociación Conciencia