De ahora en más, resulta crucial hacer un detenido seguimiento sobre la evolución de las siembras en EE.UU. Porque, como sabemos, éste no es un país más. Claramente, no es uno más.
No se trata únicamente de la forma en que avanzan allí las siembras y el posterior desarrollo de los cultivos.
Se trata, también, de cuánto habrá de sembrarse con soja y cuánto con maíz.
La realidad es que esta campaña parece pasar por un punto de inflexión en la historia agrícola reciente, donde la siembra de soja avanzaría sobre la superficie de la de maíz. EE.UU. muestra una decidida propensión a incrementar la superficie de siembra de la oleaginosa.
Se trata de un fenómeno que en cierta forma modificaría la estructura productiva mundial. Porque, no olvidemos que la oferta del poroto de soja proviene en un 80% de EE.UU, Brasil y la Argentina. en tanto que la demanda del grano se ubica fundamentalmente en Asia, más específicamente, en China. Y en lo que respecta a la harina de soja, en la Unión Europea.
Los países decisivos, tanto en oferta como en demanda, son pocos.
De acuerdo a especialistas de EE.UU. la superficie de soja podría aumentar cerca de un 5% y la de maíz bajar alrededor de un 3%. Según una compulsa realizada por The Wall Street Journal, la de la oleaginosa aumentará 3%, a 34,8 millones de hectáreas, y la del cereal se reducirá un 2%, a 35,90 millones de hectáreas.
Un aliciente de fuerte consideración proviene de los costos de implantación en EE.UU. Los productores toman en cuenta que el precio de la semilla y de los fertilizantes resulta más bajo que los correspondientes al maíz. Y como los valores se muestran deprimidos, los costos son un tema central.
Mañana martes es un día decisivo. Ese día, el USDA dará a conocer su estimación sobre siembras de soja y maíz. A partir de allí muchos productores del país del norte se decidirán por la superficie a sembrar en una y otra producción. Porque el informe llega cuando están en las puertas de las siembras.
Se espera que dicho informe sobre las intenciones de siembra en EE.UU. reporte una visible caída de área.
Así entonces, es posible que, según caminen las cosas en el norte, los precios del maíz en términos de la soja, en el mercado internacional, logren elevar su posición.
Ahora bien, vale la pena preguntarse ¿cuál serían los valores que mejorarían a nivel local? Es decir cuál de ambos puede quedar en mejor posición, a la hora de la cosecha, respecto al momento presente.
Porque hay quienes, mediante excelentes rindes, sortearán el año con la nariz apenas sobre el nivel del agua. Y otros que deberán sufrir, con mayor dolor, las discriminatorias y muchas veces inexplicables políticas actuales. Pero no se trata de llorar sobre la leche derramada. Se trata, en rigor, de mirar hacia el futuro inmediato.
Como sabemos, la existencia de ROE verde impide la formación equitativa de los precios. Pero lo hace sobre el maíz y no, sobre la soja.
Si partimos de la premisa de que el escenario respecto a un nuevo gobierno sea el de uno más amigable con la libertad de comercio, debemos concluir que lo más probable es que caigan estas restricciones a la comercialización, que distorsionan los precios en desmedro de los productores.
A buen entendedor, pocas palabras.