Su decisión de "hacer la plancha" es la respuesta al desincentivo a invertir y asumir riesgos que provocan las restricciones del Gobierno. Son esas mismas restricciones las que vuelven a impedir que, cuando se generalice en pocas semanas la cosecha de trigo de la campaña 2014/15, que los productores no vuelvan a recibir el precio pleno del cereal.
Ya se terminó la excusa de que no se podía hacer nada porque había un ogro en la Secretaría de Comercio. El cuco, Guillermo Moreno, se fue y lo reemplaza un joven con mejores modales, pero que aplica la misma política. Rigen los cupos y las exportaciones salen a cuentagotas. En estos días, muchos productores se escandalizaron al comprobar que el diferencial de precios del trigo entre lo que cobran y lo que podrían llegar a cobrar se acerca a los 50 dólares por tonelada. Con un volumen de cosecha estimado en 11,5 millones de toneladas, el Gobierno apenas autorizó la exportación de 1,5 millones. Exportadores y molineros recibieron el mensaje, como viene sucediendo desde 2006, cuando Moreno intervino en el mercado, que no tendrán que competir por hacerse de la mercadería. La reacción fue lógica: el precio se vino abajo. Nuevamente, los productores vuelven a ser los perjudicados por esta transferencia de ingresos desde un actor a otros dos de la cadena. ¿Y la "mesa de los argentinos"? Bien, gracias. Cuando el precio del pan sube, la población tiene que escuchar por boca de los funcionarios que es por el aumento del trigo. Pero cuando el precio del trigo baja, esos mismos funcionarios no les explican por qué el precio del pan sigue siendo el mismo o todavía mayor.
Tampoco habló hasta el momento el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, célebre por haber explicado que con el trigo se hacía la harina y con la harina, el pan. Aún no dijo por qué favorece el Gobierno las distorsiones de precios. Eso sí, Capitanich está dispuesto a enseñarles a los productores cuando vender su soja. Del cepo triguero, ni una palabra.
A un año de la asunción de Carlos Casamiquela como ministro de Agricultura, se comprueba que no ha hecho nada para modificar la distorsión en el mercado de granos o, si lo hizo, no tuvo éxito. También cuando se cumple un año de la asunción de Axel Kiciloff, queda en evidencia que su política de control del mercado de granos, avalada por la Presidenta, tiene unos pocos beneficiarios. Cuando el país podría haber tenido un volumen de 16,3 millones de toneladas de trigo como mínimo, tomando como parámetro la campaña 2007/8, se llegará a 11,5millones de toneladas y sólo porque las condiciones climáticas en el momento de la siembra fueron favorables.
La táctica de "hacer la plancha" o resguardarse para evitar el menor daño posible hasta que concluya el mandato del actual gobierno a fines de 2015 tiene como correlato el pedido de los ruralistas a los candidatos a las elecciones del año próximo una definición sobre políticas agropecuarias. "Si recién en diciembre del año que viene anuncian, por ejemplo, la apertura de las exportaciones de carne, el aumento de la producción se verá tres años después", razona el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere.
Ese es uno de los motivos por los que tanto la SRA, como CRA, FAA, Aacrea y Aapresid participan del Foro Empresarial, con unas 60 cámaras de todos los sectores de la economía, que presentarán el jueves próximo un documento a la dirigencia política sobre el potencial productivo del país. El objetivo, explica Etchevehere, es proponer unos pocos puntos, básicos, de consenso, a partir de los cuales se podrán remover todos los obstáculos que hoy frenan la producción. Nada garantiza, por cierto, que esas ideas sean tomadas por quienes ganen en octubre de 2015, pero el agro está instalando allí una base importante.
Este mojón coincide en un momento en el que la Mesa de Enlace está en un momento de transición. En diciembre próximo renovará a dos sus miembros, Eduardo Buzzi y Carlos Garetto. Un anticipo de que la política estará en el centro de la escena en 2015.