Plantado como la garantía de sustentabilidad de los logros del kirchnerismo y corrección de los errores -como si fueran muchos los primeros y "detalles" los segundos-, no tendría resultados si la economía siguiera a los tumbos. En público, su propio economista de cabecera, Miguel Bein, dice que con un arreglo de la deuda en enero la economía podría crecer 3% en el año electoral. Sin él, caería en el mismo porcentaje. Es decir, la diferencia son nada menos que seis puntos del PBI.

¿Puede un sucesor del modelo ganar con la economía en desbarranque por segundo año consecutivo? Nadie cree eso; probablemente, ni siquiera el gobernador. ¿Sería candidato si supiera que no pasará de la primera vuelta?

Por eso, aunque el cristinismo cerró todas las puertas legales para cumplir con la sentencia del juez Thomas Griesa, sigue alimentando la idea de que finalmente lo hará. Como el título del libro de Umberto Eco: La estrategia de la ilusión. ¿Alguien seguiría obedeciendo a una administración que no puede instalar a un sucesor confiable?

Cristina Kirchner es una "recontra actriz", dijo alguna vez Adrián Suar, que algo conoce del tema. Los grandes actores se caracterizan muchas veces por saber también elegir los guiones. Y no hay ninguna duda de que, desde hace ya un tiempo, es Axel Kicillof el principal proveedor de ideas, argumentos, trucos verbales, relatos históricos y proyecciones del futuro que la Presidenta recita con fascinación.

¿Puede un sucesor del modelo ganar con la economía en desbarranque por segundo año consecutivo?

¿Prepara de verdad un golpe de efecto, un giro sorpresivo como los que eran un sello del dramaturgo argentino Oscar Viale, por ejemplo? Hay muchos, y no sólo Scioli, que aguardan que así sea, mientras la Presidenta y su ministro parecen marchar a toda velocidad en sentido contrario con el argumento de que es el resto del mundo el que está en problemas y no la Argentina, que, en realidad, está mostrándoles a todos lo que deberían hacer.

Mientras tanto, se pierden oportunidades, y hay confianzas sobre el futuro que merecen algunos reparos. Que el petróleo y el gas extraídos por métodos no convencionales seguirán como el negocio extraordinario que salvará al país está por verse. Otros ya los están explotando y por eso los precios internacionales no han volado por los aires como en situaciones de inestabilidad semejantes a la presente en Medio Oriente. Hay mucho que invertir para producir y el negocio lo terminarán haciendo los importadores, porque la oferta no para de crecer, dijo hace ya meses el semanario inglés The Economist.

La Argentina y Brasil perderán exportaciones de maíz a Vietnam, que crece y aumenta el consumo de cerdo, que llegará pronto a poco más de 33 kilos por habitante y por año. También Hanoi desea cuidar la mesa de sus ciudadanos y las divisas. No quiere importar tanto maíz para alimentar cerdos, y la semana pasada acordó con Monsanto iniciar el camino de producción con dos transgénicos e importar menos de Brasil y la Argentina. Un negocio que va camino a reducirse o perderse. Mientras tanto, en la Argentina se traban las inversiones en semillas de maíz de la misma multinacional por militantes que todavía hoy celebran la derrota (militar) de Estados Unidos en el país asiático.

El domingo próximo se cumplirán 25 años de la caída del Muro de Berlín, que precedió al desmoronamiento del bloque soviético y cambió la historia del final del siglo XX. En 2003, la tragicómica película Good bye Lenin! radiografió la feliz pero ardua transición de la unificación alemana. Un hijo "inventa" una República Democrática Alemana que funciona exitosamente para proteger a su madre, delicada de salud, que en Berlín del Este no soportaría conocer la magnitud del cambio. Hasta un amigo que sueña ser cineasta lo ayuda, a lo 6,7,8, a armar para su madre falsos noticieros en los que todo se lee al revés. Son los occidentales los que huyen desesperados del consumismo al comunismo.

¿Creen Kicillof y Cristina en lo que dicen, o están cuidando a sus seguidores de los efectos del cambio inevitable? ¿De saber que el mundo no "se nos cayó encima", sino que "nos pasó por encima"?.