Si viera con detenimiento algunas decisiones del Gobierno, la hija del riojano se ufanaría de que también la Argentina que se va ejecuta las lecciones de aquel maestro de novicios. Y por momentos la discípula, Cristina Kirchner , supera a su gurú.
La semana pasada el país tuvo dos motivos para volver a respirar el aire neoliberal de los 90, como le gusta decir a Axel Kicillof. El primero fue la sanción de la ley de hidrocarburos en Diputados. La similitud con aquellos años de predominio empresarial va más allá de la generosidad con la que la señora de Kirchner, aconsejada por Miguel Galuccio, extendió las concesiones a las empresas petroleras, muchas de ellas controladas por sus amigos Lázaro Báez, Cristóbal López y José Luis Manzano, sin que se conozcan los compromisos a los que las obligará el regalo.
También hubo un revival menemista en la técnica legislativa de ese jubileo. La norma se aprobó con una sorpresa: el voto del neuquino Adrián San Martín, de la línea del Movimiento Popular Neuquino que conduce Guillermo Pereyra. Sindicalista y senador, Pereyra calificó la iniciativa de "alevosa". Y adelantó la oposición de San Martín. Pero el homónimo del padre de la Patria giró, prestando un servicio invalorable al kirchnerismo: la ley fue sancionada con la ajustadísima mayoría de 130 votos. ¿A qué se debió el vuelco? ¿Habrá sido un efecto de las dotes especiales de Galuccio, a quien en Olivos llaman Harry Potter? Y un enigma todavía más misterioso: ¿por qué Pereyra tarda tanto en enojarse?
La otra reminiscencia noventista llegó por vía telefónica. Cristina Kirchner quiere permitir el ingreso de las compañías de telecomunicaciones al mercado audiovisual. Menem, que también fue su precursor en la aversión a Héctor Magnetto, nunca se atrevió a tanto, a pesar de la insistencia de su amigo Raúl Moneta. Es verdad que durante un lustro Magnetto contó con el escudo de Alberto Pierri, en su doble condición de operador de TV por cable y presidente de la Cámara de Diputados. La Presidenta acaba de cruzar esa barrera con Argentina Digital, un proyecto de ley de telecomunicaciones que no debe confundirse con el portal que, con el mismo nombre, editan los seguidores de Massa de Lomas de Zamora.
La iniciativa desnuda rasgos inconfundibles de la autora. El principal, la contradicción consigo misma. Aliada con la izquierda, cuando elaboró la ley de medios ella renunció a otorgar el beneficio que hoy concede. Pero ahora la señora de Kirchner vuelve a exhibir esa prodigiosa capacidad para ir y volver sobre sus pasos, como la lanzadera de un telar, de la que pueden dar testimonio Jorge Bergoglio, César Milani, la familia Eskenazi, el mismo Magnetto y quizá, dentro de poco, la buitrera de Paul Singer.
Esta incongruencia, impropia de la jefa de los "Irreversibles" de La Cámpora, deriva de otro atributo de la juridicidad oficialista: la propensión a dictar leyes para persecuciones específicas. La nueva regulación demuestra que Cristina Kirchner carece de un proyecto de telecomunicaciones y, de paso, confirma que también carecía de uno para los medios. Esto se debe a que no legisla para organizar, sino para penalizar. Esta inclinación la estanca en el presente, le impide proyectar. Con otra consecuencia: a menudo dinamita un edificio para demoler el departamento 5º C, que queda intacto al cabo de sucesivas cautelares.
La Presidenta pensó un nuevo régimen de telecomunicaciones, que es un recurso
estratégico de cualquier economía, sólo para lastimar a Clarín. Es la enésima
vez que intenta alcanzar ese objetivo: ya hostigó a Ernestina Herrera de Noble
con la falsa acusación de haberse apropiado de hijos de desaparecidos; atacó a
Papel Prensa; le hizo decir a Julio De Vido, hace más de cuatro años, que "Fibertel
no existe más", y modificó las leyes del mercado de capitales y de
radiodifusión. Y todavía no lo logró. Al cabo de seis años de combate, se enteró
de lo que Menem ya sabía y, así y todo, Magnetto no previó: que el ataque más
efectivo no era legislar sobre los medios, sino sobre las telecomunicaciones. Lo
hizo con tanta urgencia que alteró las reglas del negocio telefónico dos días
antes de licitar el espectro radioeléctrico, por US$ 2300 millones, para el
servicio 4G. Salvo que, como muchos sospechan, esas nuevas reglas hayan sido
impuestas por las compañías que, dos días más tarde, inyectarían reservas en el
extenuado Banco Central con el pretexto de una inversión telefónica.
La Presidenta pensó un nuevo régimen de telecomunicaciones, que es un recurso estratégico de cualquier economía, sólo para lastimar a Clarín
Sedienta de dólares y ansiosa por vengarse de Clarín antes de dejar el poder, la Presidenta demuele con su nueva ley de telecomunicaciones su nueva ley de medios. Ahora las empresas de servicios públicos podrán operar licencias audiovisuales. Por lo tanto, Telefónica podrá seguir siendo dueña de Telefé y David Martínez, que con su fondo Fintech está comprando Telecom, no tendrá que deshacerse de su parte en Cablevisión, donde es socio de Magnetto. Además, a pesar de lo que dicen los voluntaristas Martín Sabbatella (presidente de la Afsca) y Norberto Berner (secretario de Comunicaciones), las empresas de telefonía o de Internet que ofrezcan televisión o radiofonía no tendrán que adecuarse a los cupos fijados por el artículo 45 de la ley de medios: no más de 24 licencias de cable, no más de dos emisoras de radio por área y no más del 35% de la audiencia de TV abierta. Esas nuevas operadoras alegarán que son licenciatarias de telecomunicaciones o de tecnología digital, no de medios audiovisuales, y pasarán por su red cualquier servicio, como sucede hoy con los canales de TV, video o radio a los que se accede a través de proveedoras de Internet. La gran beneficiaria: Fibertel, de Clarín y Fintech. Nada que no se hubiera previsto: ideada para desbaratar el "monopolio" de Magnetto, a la ley de medios del kirchnerismo se le escapó, por suerte, el resto del tsunami digital. Fue como legislar sobre el fonógrafo.
Siempre que se establecen principios generales para alcanzar fines específicos, las consecuencias son imprevisibles. Es verdad que las telefónicas cuentan con las redes más extensas del país y con decenas de millones de abonados. Pero, con la actual infraestructura, van a pasar años antes de que aprovechen el negocio audiovisual. Mientras tanto, las compañías de TV por cable con escala suficiente, en especial Clarín con Cablevisión, seguirán compitiendo, ahora con una ventaja adicional: podrán conectarse a otras redes para distribuir sus contenidos.
Es uno de los grandes cambios: cualquier operador podrá utilizar las redes instaladas. A pesar de que rige en casi todos los países, esta innovación atemoriza a las empresas por las atribuciones que el Estado reserva para sí al declarar la actividad de "servicio público". Un intervencionismo a la Kicillof, por el cual los funcionarios podrían obligar a una compañía de telefonía o Internet a brindar las mismas prestaciones por el mismo precio, en una aldea del desierto o en el barrio más poblado de la ciudad de Buenos Aires. Estas atribuciones pueden ser un atajo para regular los contenidos.
Entre las víctimas de la nueva ley está DirecTV, que al no contar con una red de banda ancha no podrá ofrecer Internet ni teléfono. Salvo que, como afirma una versión muy confiable, la gigante AT&T, que controla DirecTV, termine comprando Telefónica de España, accionista de la Telefónica local. Hace pocas semanas hubo un intento.
Uno de los principales beneficiarios del nuevo régimen es David Martínez, el titular de Fintech. Este mexicano acaba de dar muestras de su legendaria sagacidad. Hace dos viernes compró a Telecom Italia, sin competidor alguno y por sólo US$ 200 millones, el 17% de Telecom Argentina, de la que él es desde hace años un importante acreedor. Telecom Italia se comprometió también a venderle un 51% de la empresa por US$ 600 millones en un lapso de dos años y medio, durante el cual Martínez debería conseguir el visto bueno del Gobierno, que tal vez ya haya cambiado. Horas después de que Fintech fondeara aquel 17%, Cristina Kirchner mejoró el valor de Telecom, al anunciar el permiso para acceder al mercado audiovisual. Dos días después, Martínez protagonizó otra conquista interesante: a pesar de que se está desprendiendo de su filial argentina, Telecom Italia ofreció más de US$ 600 millones para el servicio 4G.
Los progresos de Martínez tienen consecuencias en una escala más pequeña: si integra Telecom con Cablevisión, se fortalecerá frente a Magnetto. Estos socios mantienen un equilibrio cada vez más inestable. Dos veces en la guerra contra Clarín Martínez se alineó con el Gobierno, al que defendió como nadie en el conflicto con los holdouts. ¿La Casa Rosada descubrió gracias a Martínez cuál era el arma más eficiente para acorralar al "monopolio"? En Clarín no conocen la respuesta. Tal vez llegaron tarde a la pregunta. Como a la Presidenta le pasa con Magnetto.