Aunque la siembra del cultivo de soja comience hacia primavera-verano, el éxito en el manejo de las malezas se inicia mucho antes. Por eso, las decisiones que se tomen con tiempo serán fundamentales para comenzar a delinear el futuro del cultivo.
Por eso, desde la Red en Conocimiento de Malezas Resistentes (REM), de Aapresid, elaboraron un informe con 10 puntos clave para el manejo de malezas.
1- Pensar en el sistema y no sólo en el cultivo presente.
Si bien el foco puede estar puesto en el manejo de un lote destinado a soja, no debe perderse nunca de vista que este cultivo se encuentra dentro de un sistema de producción. Por eso, debe estar acompañado de otros cultivos y por eso el manejo debe hacerse pensando en varios años; no solo en una campaña.
2- Elegir variedades con resistencia o tolerancia a herbicidas.
Ya enfocados en soja, se debe decidir, en función de las malezas que presenta el lote, cuál será el herbicida requerido y seleccionar las variedades con resistencia o tolerancia al mismo.
En la actualidad, ésto se limita a variedades con resistencia a glifosato (RG) y variedades con tolerancia a sulfunilureas (STS).
3- Realizar un manejo cultural: ¿ofensivo o defensivo?
El manejo cultural incluye, entre otras prácticas, la elección de la fecha de siembra, la distancia entre surcos, la densidad de siembra, la estructura de la planta y el grupo de madurez, por ejemplo. Debe tenerse en cuenta que, cuanto mayor es el problema de malezas presente en el lote, mayor es la necesidad de combinar dichas variables defensivamente, para que el cultivo se “defienda” de la maleza.
Pero en los lotes en los cuales no hay una alta presión de malezas difíciles, es factible ir hacia un manejo ofensivo.
4- Hay que que pasar el invierno.
Para lograrlo, hay dos grandes opciones. La primera es el barbecho químico, haciendo las aplicaciones que sean necesarias. La segunda opción es incluir un cultivo de invierno, para cosecha o de cobertura. En cualquiera de los dos casos, el objetivo es buscar que el cultivo compita con las malezas que intentan nacer en esta etapa del año. Sea cual sea la opción adoptada, lo importante es no “dejarle libre la cancha” a las malezas.
5- Sembrar limpio.
Es fundamental sembrar sobre un lote limpio. Aunque parece algo sencillo de comprender, el no cumplimiento de esta premisa es la principal causa de lotes “sucios” con rama negra, por ejemplo.
Asegurar que el lote esté sin malezas puede requerir, en ciertas situaciones, retrasar algunos días la siembra, pero ésto es siempre preferible a lidiar con un lote infestado hasta la cosecha.
6- Bajar la presión, con herbicidas preemergentes.
Son una herramienta indispensable para disminuir los flujos de emergencia de malezas.
Su utilización tiene dos consecuencias indirectas de importancia. Por un lado, da tiempo para realizar la siguiente aplicación, cuando sea necesaria. Por el otro, asegura la efectividad del herbicida posterior, que se encontrará con menor cantidad de plantas a controlar.
Los preemergentes le dan “aire” al cultivo en los primeros estadíos, y actúan disminuyendo el banco de semillas.
7- Cosecha de malezas.
Usualmente no se piensa en la cosecha como un momento para el control de malezas. Pero lo es, y cada vez más. Por un lado, porque al limpiar la máquina antes de ingresar al lote se previene que entren nuevas especies problemáticas. Por otro lado, si tenemos manchones de malezas problema, es conveniente no cosecharlos, para evitar su dispersión a otras partes del lote y a los que se cosecharán a continuación.
8- Monitoreo, monitoreo y más monitoreo de los lotes.
Ninguna de las decisiones anteriores pueden tomarse sin un adecuado monitoreo. Esto implica ir periódicamente al lote, recorrerlo y anotar lo que se observa. Además de permitir tomar la mejor decisión en cada momento, esta práctica facilitará la planificación de futuras campañas, ya que aportará información detallada de cada lote.
9- Rotación y/o mezcla de principios activos.
Para disminuir los riesgos de generación de resistencia a herbicidas es indispensable rotar y/o mezclar herbicidas con diferentes modos de acción, sobre las mismas malezas. Esto que, a priori, parece bastante sencillo, no lo es tanto. Es preciso prestar especial atención a los modos de acción que corresponden a cada herbicida y ver qué malezas controla, para tratar de estar combatiéndolas con al menos dos modos de acción diferentes.
10- Hay diferentes tipos de aplicaciones de productos.
Un herbicida, a determinada dosis, puede aplicarse de muchas formas. Puede variar el tamaño de gotas, los coadyuvantes, las condiciones ambientales, el estado de la maleza, la calidad del agua, por citar algunas cuestiones influyentes. Las aplicaciones de herbicidas que se vienen realizando son cada vez más costosas, lo que amerita prestarle suma atención a la forma en que las moléculas de herbicida llegan al blanco y cumplen el objetivo dispuesto.
Para lograr resultados diferentes, hay que hacer cosas diferentes. Y para eso hay que empezar los antes posible.