SAN CAYETANO.- Lento, muy lento, el agua empieza a escurrir. Apenas asoma el hilo más alto del alambrado, altura insuficiente aún para tomar dimensión de las duras secuelas que la inundación está dejando en los campos de buena parte de la provincia de Buenos Aires. La muerte de animales, con mayoría de terneros recién nacidos, se ubica a la cabeza de las pérdidas que los productores ya empiezan a estimar como muy significativas.
A gritos, más que ayuda económica o reducción de impuestos, se piden obras que den una solución de fondo a un problema que se repite tras cada tormenta intensa. "No se puede trabajar con la espada de Damocles sobre la cabeza, temiendo que después de cada lluvia nos quedemos bajo el agua", advirtió Germán Facio, presidente de la Sociedad Rural de Dolores, quizás el distrito más perjudicado.
Carlos Masson, propietario de tierras en el partido de Azul, contó a LA NACION que todavía es difícil evaluar el impacto. Pero allí tienen en claro que con un alto porcentaje de la jurisdicción bajo el agua no se pueden esperar milagros. "Habrá pérdidas fuertes porque nos llegó la inundación en pleno período de parición", indicó.
Por Dolores, el panorama es también de lo más delicado en el territorio bonaerense. Los lugares verdes escasean porque el agua se adueñó de superficies muy amplias. En todos los casos, además del importante número de animales que ya se dan por muertos, se suman los costos que implicará buscar recuperar los sembradíos.
Algo más optimista es el escenario en el Sudeste. Después de la sucesión de temporales y el anegamiento de parcelas durante varios días, en distritos como San Cayetano y Lobería empiezan a quedar lagunas aisladas.
"Acá tuvimos la ruta cortada de lado a lado, pero por suerte los animales los pudimos poner a salvo", indicó Martín Farrell, que montado en su caballo que marcha al trote con el agua al pecho recorre campos linderos a la ruta 88, a mitad de camino entre Mar del Plata y Necochea.
Para todos los casos, estas leves mejorías se miran de costado. Es que el pronóstico meteorológico anticipa más lluvias -y posiblemente, también importantes- para el próximo fin de semana, por lo que la recuperación que parece asomar por estas horas no será todo lo continua que esperaban.
Néstor Andersen, que tiene campos en inmediaciones de Cristiano Muerto (San Cayetano), habló de una realidad "complicada y dura" porque todavía tienen mucha agua. "Ya nos preparamos para encontrar algunos animales muertos, pero todavía no pudimos llegar a saber lo grave de las pérdidas", aseguró.
En la región centro de la provincia es donde se concentran los mayores padecimientos. Azul, Dolores y Pila, a lo que se suma Chascomús.
Facio consideró que Dolores es una de las ciudades "sitiadas" por el agua. Y lo atribuye en buena medida al déficit de infraestructura para que la corriente fluya hacia la costa. "La mejor noticia que podemos tener es que se anuncien pronto las obras para mejorar lo que hoy está obsoleto", dijo sobre canales que, recordó, se construyeron en 1910 "a pico y pala".