Prácticamente, ya es un hecho: la oferta global viene con tal fuerza que la consecuente recomposición de stocks tira abajo cualquier expectativa de mejora sostenida en los valores.
Como el aumento se producirá luego de la cosecha en EE.UU, los precios en los mercados de futuros presentan niveles mucho más reducidos que en el disponible.
Veamos: respecto a mayo de 2015, cuando se comercializa la gran parte de la cosecha argentina, los contratos en Chicago giran en torno poco más de 400 dólares. Y en los Mercados a Término domésticos, el precio apenas se acerca a 270.
Potenciada por los fondos especulativos, la baja, más que amenazar, revela la consolidación de una tendencia de mediano plazo. Al cancelar posiciones previamente compradas y tomar nuevas posiciones vendidas, pareciera que los fondos apuestan a un escenario de nuevas bajas.
Sólo el cambio de las condiciones climáticas por unas fuertemente adversas, podrían modificar el rumbo trazado.
Según el USDA, la producción global de soja para la campaña 2014/15 sería del orden de 305 millones de toneladas. La cifra asusta.
Por lo tanto, el nivel de stocks llevaría a la relación stocks/consumo, a más o menos 22% Se trata del coeficiente más alto de los últimos 18 años.
Dadas las condiciones internacionales y los derechos de exportación vigentes, entonces, vale preguntarse ¿cómo vienen los números de rentabilidad en el país?
A pesar de la baja del precio de la soja, la relación respecto al maíz es favorable. Su precio resulta 2,5 veces mayor al del maíz. Recordemos que el promedio histórico es de 2,1. No es que el valor de la soja esté en buena posición sino que el maíz tiene una pérdida superior.
No hay que ser adivino: en el actual contexto de incertidumbre y suba de costos, la superficie destinada a maíz caerá. Probablemente, cerca de un 15%.
¿Subirá entonces el área de soja? Difícilmente.
Porque los costos dejan afuera a muchas explotaciones.
Los valores de los insumos, como el gasoil y los fletes, se han incrementado sustancialmente y las expectativas son de mayores aumentos todavía. Respecto, a los herbicidas y fertilizantes, los precios están en la cuerda floja porque dependen del tipo de cambio, algo que -se presume- cambiará en poco tiempo.
El panorama, aunque resulte cruel decirlo, es menos incierto hoy que al principio de la campaña, en el sentido de que sabemos que el futuro inmediato será peor.
Con el país en cesación de pagos, el riesgo país tiende a la suba; por ello la tasa de interés debería incrementarse y se reducirán los plazos de pago de los agentes de la cadena agroindustrial. Las transacciones entre eslabones sufren una mayor fricción a medida que la tasa de riesgo país se eleva.
La realidad es que el riesgo país llega a más o menos 800 puntos, cuando Brasil gira en torno a 230 y México, 150.
El mercado habría apostado a la ocurrencia de una suerte de default de corta duración. La apuesta general, hasta el martes pasado, se dirigía a una suerte de solución del conflicto una vez superada la cláusula RUFO. Pero, luego de los anuncios oficiales de ese día, la actitud de los operadores económicos ha cambiado y parece ser, más bien, de incredulidad respecto a una solución más o menos inmediata. Todo indicaría que el conflicto habrá de extenderse más allá de enero de 2015.
En suma: esta semana, las expectativas económicas se han agravado. Y mucho.
Si el cuadro de cesación se prolonga demasiado, el Banco Central quedará como el único recurso de los importadores para obtener los dólares necesarios.
Habría, entonces, controles cambiarios crecientes, frenos a la importación de insumos, y aceleración de la tasa de inflación pues la brecha cambiaria en aumento redundaría en los precios de la canasta familiar.
Habrá que tomarlo en cuenta, a la hora de largar con la campaña de la gruesa.