¿Por qué no compensar la caída en la demanda privada con mayor gasto público, como John Maynard Keynes recomendó en 1936, en La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero?
Al respecto conversé con el mismísimo Keynes (1883-1946), inglés, estudiante de Eton y Cambridge, profesor en Cambridge, editor del Economic Journal, tesorero del Kings College, funcionario de la tesorería inglesa, padre intelectual del FMI, especulador, granjero, etcétera.
-Usted es un magnífico escritor, pero en La teoría general no se lució.
-La escribí en circunstancias dramáticas, en 1937 me infarté y durante la Segunda Guerra anduve muy ocupado defendiendo los intereses de Inglaterra ante Estados Unidos, tarea nada fácil como bien describió Robert Jacob Alexander Skidelsky. Por eso continúan tantos malentendidos con respecto a lo que dije, lo que quise decir y lo que en última instancia pensaba.
-En una palabra, ¿qué dijo usted?
-En el medio de la crisis económica más espantosa en varios siglos -nada que ver con la que comenzó en 2007- afirmé: "Yo sé lo que está pasando y también sé lo que hay que hacer". Lo que estaba pasando es que, porque tenían expectativas muy pesimistas, las empresas y las familias gastaban poco. Dije que no saldríamos de esa situación espontáneamente, así que el Estado debía "cebar la bomba", es decir, subir sus gastos hasta que la gente volviera a gastar. Para cebar la bomba nunca se me ocurrió estatizar empresas o distorsionar los precios relativos, por eso me pongo verde cada vez que alguien lo hace y me cita buscando respaldo intelectual.
-¿Es cierto que propuso contratar a los desocupados, encargándoles a la mitad que cavaran pozos durante el día y al resto que los taparan durante la noche?
-Lo que quise decir fue "esto es preferible a lo que hoy existe, si usted tiene una idea mejor que la mía, plantéela". También se burlaron de mí porque dije: "En el largo plazo estamos todos muertos". En las dramáticas condiciones de la década de 1930, había que encontrarle la vuelta a la crisis, porque peligraba el sistema político democrático; porque era tal la desesperación que muchos suspiraban por Stalin, Hitler y Mussolini, porque habían resuelto el problema económico.
-En la Argentina 2014, tenemos recesión y se esperan consecuencias desfavorables a raíz de las dificultades de la negociación con los titulares de bonos que no aceptaron los canjes de 2005 y de 2010. En estas condiciones, algunos sugieren aplicar sus recetas, es decir, combatir la recesión impulsando directamente el gasto público e indirectamente el gasto privado.
-La política económica nunca se da en el vacío, sino en circunstancias políticas bien específicas. En la década de 1930, Inglaterra actuaba como si fuera una economía cerrada, nadie tenía expectativas inflacionarias y las dudas que planteaba el gobierno inglés no afectaban las reglas de juego básicas y los derechos de propiedad. En una palabra, desde el punto de vista de las decisiones de gasto del sector privado, el sector público no era el problema.
-El caso argentino actual parece ser bien diferente.
-Eso es lo que tienen que verificar ustedes. No me gusta "exportar" mis ideas, sino que ustedes las importen, si las consideran relevantes. Claro que, desde el punto de vista del gasto agregado, el PBI es igual a la suma del consumo, la inversión y las exportaciones, pero esto no quiere decir que la modificación de alguno de los rubros se puede compensar, mecánicamente, por algún otro.
-Sea específico.
-Si la tasa de inflación, bien medida, ronda 40% interanual, mayores aumentos del gasto público nominal probablemente eleven la tasa de inflación, mucho más que la demanda agregada real. El reciente aumento de las jubilaciones, que entre septiembre de 2013 y de 2014 implicó una suba de 30,5%, no aumenta la demanda agregada real, sino que compensa -parcialmente- la tasa de inflación. Soy partidario de neutralizar los efectos, pero no siempre es posible o fácil.
-Don Maynard, muchas gracias.