La volatilidad del mercado obliga ahora a jugar a la defensiva. Hasta ahora Chicago venía operando como esos volantes de pase exquisito que hacen que se luzcan los delanteros con goles de antología. Ahora ese jugador se cansó, no tiene piernas y no hay mucho que esperar de él. ¿Qué hacer, entonces, bajar los brazos y dejarse derrotar, o analizar el contexto, reordenar el equipo con los jugadores que se cuenta y jugar el mejor partido posible para tratar de ganar, como lo haría el DT de la selección, Alejandro Sabella? En plena euforia mundialista ésa podría ser una analogía adecuada para analizar el escenario que enfrentan hoy muchos productores, según observaba un analista de la actividad.
Números en mano, el escenario es preocupante. En 20 días, el precio de la oleaginosa de la actual campaña cayó unos 31 dólares por tonelada, casi un 6 por ciento. La cosecha 2015 lo hizo en un porcentaje similar.
Según diferentes cálculos aún resta ponerles precio a unos 30 millones de toneladas de soja que todavía no se comercializaron, sobre un volumen total producido de 55,5 millones.
También el maíz tuvo una fuerte caída, de 15 dólares por tonelada, y apenas se vendieron unas ocho millones de toneladas de una cosecha estimada en 25 millones de toneladas.
Lo que advierten no pocos especialistas es que éste es el escenario de precios que podría enfrentarse para la próxima campaña.
"Estamos haciendo cuentas todas las semanas sobre la próxima campaña y tenemos que corregir para abajo, siempre. Rindes de indiferencia para arriba, resultados para abajo", sintetiza el productor Santiago del Solar. "No alcanza con el optimismo, necesitamos precio", señala. "La sensación de "correrla de atrás" se apoderó de los productores que estamos sobre las planillas de Excel, aterrorizados, corrigiendo semana a semana los números de la campaña 2014-15", describe.
Mientras eso sucede, las elevadas tasas de interés y un tipo de cambio que parece haberse quedado retrasado nuevamente respecto de la inflación no contribuyen a jugar pensando en el arco de enfrente.
El Gobierno, además, está jugando otro partido. Descarga el ajuste al sector privado cuando debería hacerlo sobre los gastos del Estado. Bajar las retenciones de soja o de maíz en un contexto de precios en baja para devolverle competitividad al productor es poco menos que una herejía. "Un productor brasileño nos puede preguntar, ¿qué se siente con 35% de retenciones cuando la soja cae por debajo de los 420 dólares por tonelada?", dice Santiago del Solar. Y concluye, "con garra solo no alcanza, falta precio o sobran retenciones".
Algo similar sucede con el trigo. Pareciera que el Gobierno no está interesado en devolverle competitividad al campo. Pese a que el ministro de Economía, Axel Kicillof, prometió que no se iba a impedir la exportación de l cereal una vez que el mercado interno estuviera abastecido, lo cierto es que hay casi un millón de toneladas de trigo del sur bonaerense que están sin vender. Según corredores y productores de la región, los molinos ya están abastecidos y la exportación se retiró del mercado una vez que se cumplió con el cupo autorizado de 1,5 millón de toneladas. Si algún productor quisiera vender hoy ese trigo sabe que tendrá un descuento de no menos del 25 por ciento en el precio, razonaba un corredor de granos.
Esta situación llevó a que las bolsas de cereales y comercio de Buenos Aires, Bahía Blanca, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Entre Ríos y Chaco emitieran un comunicado en el que le pidieron al Gobierno la apertura de las exportaciones "sin restricciones".
Otro reclamo similar vino del lado de la política. El ministro de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Topo Rodríguez, reiteró su pedido de eliminar las trabas al comercio de trigo. Por estas posiciones fue blanco de las críticas del kirchnerismo duro.
Pero no sólo es que el Gobierno no abre las exportaciones, tampoco cumple con su promesa de devolver los derechos de exportación de la campaña pasada que la Presidenta había anunciado el año pasado. Es como si despreciara los dólares que proviene del sector más dinámico de la economía. Ahora que revive el conflicto por el pago de la deuda pública esa estrategia parece, al menos, un tanto extraña.