Luego de varias campañas en las que vio disminuir fuertemente su área de siembra, el trigo vuelve a generar expectativas de crecimiento. Se estima que este año el cereal aumentaría entre un 15 y 17% su superficie de siembra, respecto del ciclo anterior, para alcanzar las 4,5 millones de hectáreas en la Argentina. No obstante, los números están lejos de los históricos, puesto que hasta hace no muchos años ocupaba 7 millones de hectáreas.
“La expectativa de siembra en la campaña actual es mejor que la del año pasado, debido a que mejoró el precio relativo respecto de cultivos alternativos como la colza y principalmente cebada, que venía registrando un crecimiento exponencial de su superficie (en 2012 tocó un pico de 1,5 millón de hectáreas, contra las 400.000 históricas). Por esta razón, se espera un repunte del trigo”, afirmó Daniel Miralles, docente e investigador de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
El experto recordó que la cosecha de este cultivo mejora la estructura financiera de los agricultores a lo largo del año, “ya que genera un ingreso de dinero en diciembre y enero, cuando el campo no tiene otro ingreso líquido”.
Las expectativas de rendimientos también son alentadoras, por las buenas condiciones hídricas de los suelos de gran parte de las zonas productivas y los pronósticos climáticos para el resto del ciclo productivo, sumado al lanzamiento de nuevos cultivares con altos potenciales de rendimiento.
“Con la siembra estimada, si el clima acompaña y no hay ataques de enfermedades como en el ciclo pasado (afectado por fusarium), el consumo interno estaría asegurado”, afirmó el docente de la FAUBA.
No obstante, señaló que algunas regiones del país, como el Litoral y zonas deprimidas del centro de la provincia de Buenos Aires, registraron un exceso de lluvias y tienen napas a muy pocos centímetros de la superficie del suelo, con riesgo de anegamiento.
En estos casos, destacó que la siembra de trigo puede ser una ayuda, porque aumenta el consumo de agua excedente en períodos con baja demanda ambiental, como el invierno.
Además, el investigador de la FAUBA destacó la importancia de los cultivos de invierno en los sistemas agrícolas por el aporte de carbono en las rotaciones, las mejoras en el control de malezas y porque el trigo puede usarse como un cultivo de cobertura.
Miralles recomendó a los productores que, para cubrir las expectativas de rinde planificadas, es recomendable realizar análisis de suelo y caracterizar correctamente los requerimientos de vernalización (horas de frío) de los cultivares, debido a que el retraso en la siembra por excesos hídricos puede afectar estadios críticos del cultivo, como la floración y el llenado de granos.
En cuanto a los mercados internacionales, más allá de las mejores expectativas de siembra y de rendimientos, Miralles advirtió que en los últimos años la Argentina perdió participación en mercados importantes como Brasil y varios países de Europa del este, por la política de cupos para la exportación que, a su entender, desalienta fuertemente la siembra del cultivo.
“Al momento de la siembra, entre mayo y agosto, el productor no sabe si va a poder vender su producción a cosecha, y esta incertidumbre lleva a que decida no hacer este cultivo. Estas políticas de Estado han desalentado a los productores y el trigo fue desapareciendo de los sistemas de producción”, manifestó.
Según el docente de la Facultad de Agronomía de la UBA, los puntos clave para promover el crecimiento del área de siembra del trigo pasarían por eliminar los cupos de exportación y reducir las retenciones. Así, se promovería este cultivo, que es clave en los esquemas de rotación.