Se está terminando de cosechar en Argentina, y ya es momento de analizar como vienen los números para la próxima campaña. Con más interrogantes que certezas, se plantea un escenario similar al actual, dónde se destaca que el efecto devaluatorio prácticamente esta licuado.
Recién estamos pensando en la próxima campaña, pero a la hora de analizar los resultados podemos inferir que el supuesto efecto beneficioso para la agricultura de la devaluación realizada a principios de año, ya se licuó, estimando resultados muy por debajo de lo que se hubiera pensado hace unos meses.
Los resultados presentados corresponden a la región centro de Córdoba, en la cual se prevé un leve aumento de la superficie de trigo, pero sin dejar de ser la soja el cultivo preponderante con el 60% de la superficie, complementada con 25% de maíz, y el resto lo cubre la cebada y el sorgo, además el modelo incluye el doble cultivo de soja de segunda sobre la superficie de cosecha fina.
En este caso el modelo es 100% agrícola, el cual trabaja unas 650 hectáreas, siendo el 25% propias y el resto arrendadas, por las cuales desembolsa unos 9,5 qq/ha. de soja en concepto de arrendamiento.
Se trata de una explotación unipersonal característica de la zona, que podríamos ubicarla cercana a Río Cuarto, Villa María o La Carlota. Cuenta con equipo propio de maquinaria para realizar las labores de siembra, y contrata los servicios de pulverización y cosecha.
Se consideran los precios de insumos y servicios actuales, y los valores a cosecha que cotizan en los mercados a término.
Los márgenes brutos esperados a nivel de cultivos son buenos en su mayoría, destacándose el doble cultivo trigo/soja como el mejor, seguido de soja de primera y maíz respectivamente.
Cuando a los márgenes brutos se le agregan los demás gastos, como arrendamientos, gastos de administración y estructura, impuestos y tasas nacionales, provinciales y municipales, financiamiento y demás, los resultados son prácticamente nulos.
El caso analizado presenta un ingreso bruto promedio de la explotación de 8.253 $/ha (que en teoría podrían ser 12.400 $/ha si no existieran los derechos de exportación), luego de descontar los gastos de comercialización y gastos directos queda un margen bruto global de 3616 $/ha.
Siguiendo con el análisis, al margen bruto global se le descuenta el arrendamiento (75% de la superficie) y los gastos indirectos, lo que genera un resultado operativo de 1.420 $/ha.
Para finalizar, al último resultado obtenido falta descontarle el financiamiento, la amortización de mejoras y maquinarias, y los impuestos correspondientes a bienes personales y ganancias, quedando finalmente un resultado positivo, que llamamos crecimiento, de 536 $/ha.
El modelo en estudio supera el 90% de presión fiscal, su magnicida se da principalmente debido a la existencia de los derechos de exportación, conocidos como retenciones, los que solos por su cuentan representan el 76,4% de presión fiscal sobre el resultado calculado antes de impuestos.
Le siguen en importancia otros impuestos nacionales, como ganancias, bienes personales, cargas sociales e impuesto al cheque, además presentan relativa importancia los impuestos provinciales como ingresos brutos y el impuesto inmobiliario. También para el presente caso cobra importancia el saldo de IVA no recuperable que se acumula año tras año.