Los que creían que las particularidades del ex secretario de Comercio Guillermo Moreno se esfumarían con su partida a Italia, no conocen en profundidad a uno de los funcionarios kirchneristas más cuestionados. ¿Cuál es su última excentricidad -por llamarla de alguna manera-?

Quiere hacer asados en la embajada en Roma con empresarios argentinos para acercarles oportunidades de negocios en Europa. Hasta imaginó la escenografía: una carpa en la terraza de la residencia para darle un ámbito adecuado a la tertulia.

Moreno de exportación.

Según pudo saber Clarín, el ahora diplomático ya les transmitió la idea a algunos hombres de negocios que lo visitaron en Italia y también se los comunicó telefónicamente a al menos dos empresarios de larga trayectoria en la Argentina. Nada se sabe, en cambio, sobre qué opina del tema el embajador argentino en Italia, Torcuato Di Tella, en las formas el j efe del flamante agregado económico en Roma.

Después de su desgastada salida del Gobierno, a fines de noviembre pasado, el ex secretario tardó casi tres meses en partir a Italia.

En el medio, soportó algunos reveses judiciales e intentó mantener un perfil bajo. Apenas se dejó ver en un acto dándole apoyo en la interna del PJ porteño al jefe de los porteros, Víctor Santa María. Se fue finalmente a mediados de febrero, rodeado de militantes. Uno de ellos, aun hoy recuerda y pide: “Poné que viajó en turista, eh”.

Como si estuviera anticipando planes, el viaje a Italia lo hizo rodeado de una decena de empresarios amigos. “Fueron para hacerle el aguante por si algún gil quería escracharlo en Ezeiza”, cuentan en el kirchnerismo. Una vez establecido en la capital italiana, en una casa en las afueras de la ciudad, el funcionario retribuyó el “aguante” dándoles hospedaje a algunos de esos empresarios.

La distancia de la Casa Rosada, en tiempo y espacio, no parece amortiguar el resentimiento de Moreno. “Me sacaron a mí y ahora le pegan a Cristina. Ni siquiera aprovecharon eso.

Las conferencias de prensa de Capitanich ya no tienen efecto”, lo escucharon quejarse. Sobre las versiones que ponen al jefe de Gabinete como promotor de su partida, prefiere no opinar. Tampoco hay reproches para Cristina.

“Ella es inmaculada”, exagera cada tanto.

Acaso para alimentar el mito sobre sí mismo, Moreno insiste en que hubiese preferido otro tipo de destierro: “A mí me gustaba Angola”. ¿Angola? “Sí, el portugués es más fácil que el italiano”, bromea. Según contó Clarín apenas lo corrieron del Gobierno, Moreno le habría pedido ese exótico destino, a donde llevó a Cristina en aquella insólita misión comercial.

Como fuere, el ex secretario terminó en Italia. Y aunque busque distraerse con un poco de deporte, la adaptación cuesta. “Somos muy porteños para estar acá”, se autodefinió. Algunos compañeros del Gobierno prefieren seguir viéndolo lejos.