Quienes retuvieron soja, hoy por hoy, han ganado. Y eventualmente, también, aquéllos que la han vendido, fijando precio en dólares. El tema es qué va a pasar al momento de vender- si no lo hacen hoy- en tanto la inflación siga su curso o se acelere.
De alguna forma, la devaluación oculta las bajas sufridas en los precios internacionales a lo largo de los últimos días. Pero la realidad es que ellos han caído. ¿Pueden continuar en este camino negativo? Es probable que sea así, pero no creemos que las caídas sean pronunciadas, pues los mercados ya habrían descontado el gran volumen en puertas proveniente de Brasil, Argentina y Paraguay.
De hecho, la trilla ya ha comenzado en el vecino país carioca y, pese a ello, no se aprecian reducciones alarmantes en los valores.
Es que la demanda mundial continúa operando con fuerza. Los emergentes, aún con sus problemas internos en crecimiento, no abandonan su presión demandante. La realidad es que, hoy, el mercado olvida la oferta del Norte y ya pone su mirada en el Sur.
En lo referente al cuadro local, debería analizarse la posibilidad de que el Gobierno intente imponer un incremento en la alícuota del derecho de exportación, fundamentalmente sobre la soja. La desesperación por obtener fondos para financiar su acción es patente. Y en este sentido, no es descartable la emergencia de un conflicto más grave aún que el que se vive actualmente. Así las cosas, no resulta de todo fantasioso contemplar hoy la construcción futura de un enemigo de los intereses del país en la figura de campo. Habrá que ver…
Las palabras que hace pocos días pronunció el ministro de economía son más que gráficas. Textualmente, habría dicho: "los problemas al interior del campo tienen que ver con una rentabilidad altísima de la soja". "No es que al trigo le vaya mal y haya que subsidiarlo. Es que compite con un cultivo como la soja que cuenta con una rentabilidad extraordinaria y estamos dispuestos a dar el debate y discutir las cosas con seriedad".
A buen entendedor, pocas palabras…