(Especial para NA, por Federico Landgraf*)
El sector agropecuario argentino tomó el rol protagónico del único generador puro de dólares para el país, ya que hoy, más que nunca, decir dólares es decir campo, y campo significa ingreso de dólares para todos los argentinos. Atrás quedaron los días en los cuales el turismo, los combustibles y el campo eran los tres grandes generadores de dólares para nuestro país, somos soja-dependientes.
Los dólares fueron escaseando de la mano de la falla sistémica en la política energética de este gobierno. Las necesidades de importación de combustibles alcanzan los 12.000 millones de dólares, equivalente al superávit comercial de 2012.
En tanto, las reservas del Banco Central cayeron otros 12.000 millones de dólares entre noviembre del 2012 y el 2013, a un promedio de 32 millones diarios, aunque en los últimos días, la salida de dólares se aceleró notablemente.
El sector primario junto a las manufacturas de origen agropecuario generan el 42 por ciento de las divisas ingresadas al país, es decir unos 46 mil millones de dólares de un total de 81.000 millones.
En cambio, el sector industrial tiene un saldo negativo importante como generador de divisas para el país y se necesitan los dólares del campo para pagar las importaciones de la industria.
No se trata de revalidar viejas teorías que contraponen al campo con la industria, muy por el contrario, desde CONINAGRO siempre sostuvimos que es el campo con la industria y ninguna entidad tiene más autoridad para sostenerlo pues somos la expresión más acabada de la industrialización del campo argentino.
Sin embargo, es importante contrastar el rol del campo y el de otros sectores sin menospreciar ninguno, pero cuando decimos que estamos frente a una economía con atraso cambiario, en la micro, queremos decir, entre otras cosas, que los dólares que generamos por una exportación, al convertirlos a pesos, no nos alcanzan, o cada vez menos, para pagar los gastos de generar esa propia exportación.
Y al mismo tiempo, el principal motivo es el factor de conversión de la moneda extranjera a la nacional. Una de las formas de demostrarlo es la evolución del precio de los bienes comparada con el precio del dólar.
En este sentido, desde hace varios años que la variación del tipo de cambio es muy inferior a la variación de los precios.En criollo, a los exportadores cada vez se les hace más difícil afrontar sus gastos en pesos con los dólares. Máxime cuando el producto exportable compite en el mercado internacional, de modo tal que el exportador no puede subir su precio alegremente cada vez que lo necesite. Los productores agropecuarios, que pertenecen al sector más golpeado por de la economía nacional, tratan de refugiarse en producto, y es así como aún hay sin vender unos 7,3 millones de toneladas de soja, cuando el año pasado, la retención era de 4.3 millones de toneladas.
De alguna manera análoga, pasa lo mismo con la hacienda gorda, cuyo destino principal es la exportación. Los productores lo retienen, entre otros motivos, porque saben que de continuar la mejora en el tipo de cambio, la exportación podrá pagar más pesos por ese producto.
Sin embargo, la principal razón de la suba de esta categoría es la escasez. Se especula mucho sobre las alternativas para modificar el atraso cambiario. Desde CONINAGRO sostenemos que la peor de todas sería una devaluación abrupta, especialmente en un escenario donde la inflación verdadera se ubica por arriba del 24% Cuando nos referimos a mejorar el tipo de cambio no estamos diciendo otra cosa que mejorar el ingreso de las empresas para poder hacer frente a sus gastos e inversiones.
Por ello sostenemos que un modo alternativo puede ser a través de una mejora sustancial en los reintegros a las exportaciones. Para las economías regionales se requiere la eliminación de los derechos de exportación, más un reintegro del 20%.
En soja una disminución de las retenciones y eliminación total en las otras actividades: trigo, maíz, carne, etcétera. De modo tal de llegar con liquidez a los sectores que durante tanto tiempo aportaron vía derechos de exportación, bajo el principio justo que sostiene que si durante tantos años un sector aportó de modo extraordinario (porque no ocurre algo similar en ningún país del planeta) al resto de la economía, es hora que el resto de la economía le dé una mano.
(*)Economista de CONINAGRO. FL/MAF/JC/GAMF .Buenos Aires. NA