Capitanich fijó para el 2014, 272 metas y 204 objetivos. Francamente no entiendo muy bien qué quiere decir con metas y objetivos, pero uno podría suponer que la meta es alcanzar tanta generación adicional de energía y el objetivo es que la gente tenga luz cuando hace calor. Si este es el sentido de la diferencia entre metas y objetivos, más o menos puede entenderse la idea. Sin embargo, aun suponiendo que esa es la diferencia entre metas y objetivos, las metas son simple enumeraciones que no explican cómo van a alcanzarse.
Enumerar metas como aumentar la capacidad de generar energía eléctrica, incrementar las exportaciones, construir más viviendas o disminuir el empleo informal luce más como una expresión de deseos que como un plan de gobierno.
Claro, esta gente confunde administrar un país con administrar una empresa. En las empresas se establecen objetivos o metas de producción y ventas, pero alguien fija las estrategias a seguir para alcanzar las metas de producción y de ventas. Les podrá ir bien o mal, pero para alcanzar tal objetivo o meta se traza un plan.
En el caso de la administración de un país, no es el gobierno el que tiene que fijar cuántas casas hay que construir, cuánta energía hay que generar o cuánto hay que exportar. Eso lo define el sector privado y la función del gobierno es establecer el marco institucional adecuado para que las empresas puedan generar más energía, exportar más o construir una mayor cantidad de casas. En un país cada persona tiene sus objetivos o metas en la vida. En la empresa hay un solo objetivo, en un país millones.
Para ejemplificar, el gobierno es como el jardinero. El jardinero puede cuidar la planta regándola, podándola, etc., pero no puede crear la planta. Bien, ¿cómo puede cuidar la economía el gobierno? Teniendo disciplina monetaria, lo que exige disciplina fiscal y respeto por los derechos de propiedad, tres elementos que este gobierno carece por completo. Y si se carece de estos tres elementos es como si el jardinero pusiera la planta en tierra no fértil, en vez de regarla la inundara con agua y la podara en los lugares que no debe podarla. Bajo esas condiciones, lo más probable es que la planta se muera. Bien, eso es lo que está pasando con la economía argentina, se está muriendo porque se está consumiendo el stock de capital, tanto del sector público como del sector privado.
Lo que parece no entender este gobierno es que el bienestar económico de la población no depende de la cantidad de dinero que tenga en el bolsillo, sino de la cantidad de bienes y servicios que la gente puede comprar con esa cantidad de dinero que tiene en el bolsillo.
Hoy la gente sale con más dinero físico en el bolsillo que un año atrás, pero pude comprar menos bienes. La forma en que la gente progresa es, como decía recién, cuando con la misma cantidad de dinero nominal puede acceder a una mayor cantidad de bienes y servicios.
¿Cómo se logra ese objetivo o meta utilizando las palabras de Capitanich? En primer lugar eliminando la inflación. Dejar de emitir moneda a marcha forzada. Con eso se logra frenar la caída del salario real de la población. En segundo lugar, para poder progresar, hay que generar inversiones competitivas. Cuando digo competitivas, tienen que ser inversiones que no busquen el proteccionismo, sino que puedan competir con bienes importados en precio y calidad. A mayores inversiones más puestos de trabajo y más stock de capital por trabajador. Cuanto más inversiones haya, más demanda de trabajo existirá y las empresas, no por caridad sino por necesidad, tendrán que pagar mejores salarios y otorgar mejores condiciones laborales a sus empleados, porque cuando la tasa de desocupación tiende a cero, la única manera de conseguir personal es pagando más salario.
Son dos visiones diferentes de país. Una consiste en crear las condiciones para que la gente tenga trabajo bien remunerado. La del gobierno es que la gente solo pueda progresar transitoriamente gracias a que el Estado, como si fuera su graciosa majestad, les otorga el derecho a cobrar sueldos más altos por decreto, pero no porque realmente existen una mayor cantidad de bienes y servicios de mejor calidad y a menor precio, sino porque transitoriamente redistribuye stock de capital existente.
Recordemos que CFK solía decir que era bueno que el transporte público y la energía fueran artificialmente baratos porque eso le permitía a la gente disponer de más dinero para consumir. Lo que nunca les dijo es que iba a llegar un momento en que la energía barata se iba a transformar en falta de luz y que los trenes baratos, por falta de mantenimiento, iban a chocar y provocar muertes.
En síntesis, Capitanich puede lanzar cientos de objetivos y metas. Es más, puede enumerar miles de objetivos y metas, ahora una cosa es hacer el listado y otra muy diferente es poder cumplirlas.
Y no van a poder cumplir con esas metas porque el kirchnerismo se cavó su propia tumba al destruir lo más preciado que tiene que tener una economía para poder crecer y ofrecer mejor calidad de vida. Lo que destruyó fueron las instituciones (la tierra fértil para la planta) y con eso perdió toda credibilidad, lo que implica que, mientras esté el kirchnerismo o cristinismo en el poder, no habrá inversiones y la gente será cada vez más pobre, a pesar de las metas y objetivos de Capitanich, que bien podría llamarse listado de deseos.
Fuente: Economía para Todos