Para el Ministerio de Agricultura se han sembrado 1,25 millones de hectáreas de girasol. La caída respecto del año anterior llega a casi el 25%. Pero el principal dato es que no había registro tan bajo desde el ciclo 1974/75, cuando se sembraron 1,19 millones de hectáreas.

En su propia estimación, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires es algo más optimista y habla de una siembra de 1,48 millones de hectáreas, retrocediendo solo 16%. Pero nada altera el panorama de fondo: el girasol parece ser un cultivo en vías de extinción.

La cadena del girasol se encuentra por estos días con una preocupación central: si no se modifica el nivel de retenciones (hoy del 30% para aceite y harina y de 32% para grano), la baja rentabilidad del cultivo pondrá en crisis a todo el andamiaje de agregado de valor que tiene la oleaginosa, un negocio que en 2012 aportó 2.000 millones de dólares a la economía y que este año apenas llegará a los 1.400 millones”, apuntaba a principio de mes un informe de ASAGIR, al que nadie en el gobierno parece haberle llevado el apunte.

Según publica el periodista Matías Longoni en el diario Clarín, luego de haber tocado un récord de 7,1 millones de toneladas a fines de los noventa, la producción de girasol ha ido retrocediendo y la campaña anterior apenas superó 3,1 millones de toneladas. Para la próxima cosecha todo apunta a que habrá́ bastante menos.

Con esa producción, equivalente a casi 9% del total mundial, la Argentina ya no figura en el podio de los principales países productores.

Quedó cuarta, detrás de Ucrania (8,3 millones de toneladas), Rusia (casi 8 millones) y la Unión Europea (6,9 millones). Según la consultora Oil Word, en la campaña 2013/14 este posicionamiento no sufrirá variaciones.

El derrotero es notable, pues la Argentina llegó a acaparar en el ciclo 2000/01 el 73% del mercado mundial de aceite de girasol, hasta que a mitad de la década comenzó a ser desplazada por Ucrania y la Federación Rusa.

La cifra 4.000 son los productores que dependen directamente del cultivo de girasol en las regiones agrícolas más marginales del país: Chaco, el norte de Santa Fe, el Este de La Pampa y el sudoeste de Buenos Aires.