Los temas que charlábamos en esos eventos, eran los que cualquier ciudadano bien nacido de este querido país comenta en este tiempo, cómo son los saqueos, el poco valor de la vida, la inseguridad, qué pasará en materia económica, temores por lo que pueda venir.
En fin, hay preocupación. Respecto a lo propiamente del sector, se hablaba de lo bien que vienen los Maíces sembrados hasta ahora, de lo que se iba a sacar de Trigo, de la pobre campaña de Girasol, que la Soja alcanzará las 21 millones de hectáreas de siembra (ya se lleva sembrado casi el 72%), que el precio de kilo vivo de novillo ojalá se siga manteniendo por arriba de los $ 14, que el sector lechero necesita como mínimo que les paguen $ 2,30 promedio el litro de leche a los productores y otros temas más.
Estos días estuve en varias jornadas de Políticas Públicas generales y del sector, con referentes, también en la presentación de números del sector que hicieron CREA junto con la Mesa de Enlace donde estuvo la mayor parte de la oposición. Y lógicamente en momentos donde normalmente se sacan conclusiones porque el año se va terminando, también comencé a sacar algunas mías.
Cuando uno mira la foto del sector, se ven claramente los problemas complejos que tiene la Agroindustria, pero del mismo modo se pueden ver los posibles caminos de solución que hay y debería haber.
Esto quiero aclarar que debería ser también algo sin banderías políticas. Todo el mundo sabe, y si no lo saben los invito a leer, informarse y simplemente seguir la historia, que el sector Agroindustrial es el motor de economía de este país, siempre lo fue y siempre lo será, por más que alguien le pese. Y no lo digo con animosidad ni soberbia, sino con realismo.
Más del 60% de las exportaciones argentinas son provenientes de manufacturas de origen agropecuario o agroindustrial. Ahora bien; si todos sabemos lo que el sector da, puede dar, su potencial, ¿qué esperamos? ¿Qué esperamos para comenzar a dialogar en serio entre todos y definir programas o planes de acciones ya hay excelentes trabajos realizados que se complementan mucho entre ellos que nos lleven a ocupar los lugares que tenemos que tener en los escenarios del mundo que piden a gritos nuestros alimentos?
¿Qué esperamos para tener embajadores o diplomáticos que generen negocios en todo el mundo? ¿Qué esperamos para duplicar la cantidad de agregados agrícolas en países como los árabes, emergentes, africanos? ¿Qué esperamos para barajar y dar de nuevo en el Mercosur en materia Agroindustrial?
¿Qué esperamos para tener tratados de libre comercio con los países del mundo que mejor pagarían nuestros alimentos? ¿Qué esperamos para producir más y mejor, y pasar de una buena vez las 100 millones de toneladas anuales en forma holgada? ¿Qué esperamos para comenzar a motivar y beneficiar al sector productivo con menores impuestos distorsivos como los que hoy pagan tanto por retenciones a las exportaciones, como por impuestos rurales?
¿Qué esperamos para que existan en serio líneas de créditos accesibles para
los pequeños y medianos productores? ¿Qué esperamos para darle reglas claras a
los productores agrícolas y ganaderos? ¿Qué esperamos para ayudar de verdad a
las economías regionales y sus producciones que tan mal están?
Hablaba en uno de estos cocktails con un presidente electo de una entidad que se
había reunido con los nuevos funcionarios de Agricultura, y todos coincidían en
los principales problemas que tiene el sector y sus oportunidades.
Entonces si todos (empresas, empresarios, dirigentes, autoridades, productores, el mercado en general) coinciden con un análisis parecido de la problemática, y más aún, todos visualizan las enormes oportunidades que nos da el mundo desde hace tiempo, requiriendo que Argentina produzca de una buena vez alimentos para casi 500 millones de personas, ¿porque no comenzamos a hacer algo hoy? ¿Tan difícil es arrancar?
¿Tan complicado es escucharse? ¿Tan problemático es recibir a las entidades para escucharlos y dialogar? Muchas excusas se cayeron como un piano. La mesa de los argentinos se cuida de otra forma.
Miren, días pasados escuché una frase en una conferencia que dio Nicolás Sarkozy (ex presidente de Francia) a la que fui invitado a participar que hablaba de lo importante que es para un país para su gente, para su cultura, para su evolución la apertura al mundo: Cuando el río va al mar, vuelve a su origen con más fuerza.
¡Pensemos! El abrirnos de verdad al mundo, tiene todo de bueno, y nada de malo o negativo. Tenemos infinidad de oportunidades, pero cada vez serán menores si no actuamos ahora. Ya estamos retrasados, tenemos que remontar el partido, pero se puede. Al país lo cuidamos con más progreso, prosperidad, mayores fuentes de trabajo, más inversión, y no de la forma actual. Ojalá nos demos cuenta de una buena vez.