El ruralismo hizo esta semana una demostración de fuerza. Contra lo que comúnmente se piensa, no necesitó de la violencia para exhibir fortaleza: la vocación por el diálogo y el consenso es una herramienta más potente que el monólogo que pretende imponer una visión única de la realidad.
La presentación del trabajo sobre el potencial del campo para 2020 que la Comisión de Enlace realizó con Aacrea y el aporte de Aapresid no fue tan importante por las cifras exhibidas sino por la convocatoria que tuvo del arco político y empresarial.
En el salón del hotel Intercontinental, donde se realizó la presentación del trabajo probablemente estaba el próximo presidente de la Argentina a partir de 2015. Y si no estaba había partidarios o aliados suyos. También estaban dirigentes de la banca, el comercio y la industria que entienden que no puede haber enfrentamiento entre sectores diferentes de la economía. Incluso participaron ejecutivos de la agroindustria de diálogo frecuente con el Gobierno que hasta hace no mucho tiempo sabían que si participaban de una convocatoria de la Comisión de Enlace eran excomulgados de los círculos oficiales.
El mensaje de los dirigentes rurales fue simple y conocido por el sector, pero no siempre entendido por otros sectores políticos y sociales. El campo es mucho más que la rentabilidad de los productores: es trabajo, producción, inversión y desarrollo. Fue el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere, quien recordó que no había que irse muy lejos para entenderlo. "Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú tuvieron esa visión, no importa que hayan tenido gobiernos de derecha o izquierda; ellos demostraron lo que hay que hacer y acá sabemos lo que no hay que hacer", dijo, en referencia a la política aplicada del Gobierno en los últimos años. Eduardo Buzzi, de Federación Agraria, hizo un repaso de la relación del campo con el Gobierno desde 2008 hasta la actualidad, mientras que Rubén Ferrero, de CRA, hizo hincapié en la necesidad de mejorar la educación. Carlos Garetto, de Coninagro, propuso que los problemas del campo retornaran a la agenda política. Los dirigentes tuvieron la virtud de no repetirse ni taparse en los conceptos. Otro interesante ejemplo para la dirigencia política.
Curiosamente, las proyecciones de crecimiento de la producción del trabajo de la Comisión de Enlace, no difieren demasiado de las que contiene el Programa Estratégico Agroalimentario (PEA), que el ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, dice que está decidido a reimpulsar. La diferencia, sin embargo, es cómo se alcanzarán esas metas. En el credo oficial hay aversión por la competencia en los mercados, la liberación del comercio y la reducción de la presión impositiva.
Hasta el momento el ministro recibió a entidades no gremiales. El argumento oficial es que la Comisión de Enlace no representa a todos los productores, lo cual es cierto ya que muchos no adhieren a las entidades gremiales. Sin embargo, en política los gestos tienen un valor y desconocer a la Comisión de Enlace equivale a creer que el conflicto de 2008 sigue abierto.
No hay mucho tiempo para dilaciones, porque la competitividad del agro está en riesgo. Lo refleja la última encuesta de los miembros y asesores de los grupos CREA: un 51% dijo que la situación económico-financiera de su empresa ahora era peor que un hace un año. Y contra la creencia de que hay una retención masiva de la soja de la campaña anterior, los CREA afirmaron que mantenían en noviembre sólo un 10 por ciento de la producción de soja contra un 35% en julio pasado. Tomar una conducta defensiva frente a la incertidumbre por la inflación y el tipo de cambio no parece ser irracional.