La generación de empleo formal y genuino es la mejor de las políticas sociales, luego de lograr la estabilidad de precios, ya que el impuesto inflacionario erosiona los ingresos de los trabajadores y afecta principalmente a los sectores más vulnerables. En tal sentido, la generación y formalización del empleo privado, disminuyendo la precarización laboral y el subempleo, de modo que todos los argentinos puedan ejercer plenamente sus derechos en materia de seguridad social, garantiza la sustentabilidad del sistema y la calidad de vida para las próximas generaciones.
Paralelamente, es imperioso revertir un nivel de pobreza del 27% en una economía de bajo crecimiento. Para ello la creación de empleo privado formal y genuino es el camino estructuralmente más sólido. En este marco, la actual economía está destruyendo puestos de trabajo privados, y desde hace tres años crece el empleo público, que es el 21% del total, y alcanza 3,3 millones de personas. Este empleo es de desconocida productividad, y su incremento parece paliar los problemas de estancamiento económico, derivados de la propia política económica. Por otra parte, el empleo informal es el 38%. La clave está entonces en el relativo estancamiento del empleo privado, que es el 41% del empleo total, y con ello la capacidad de la economía para crear empleo productivo de largo plazo.
La actual situación de desinversión, inflación estructural inercial, pérdida de rentabilidad, atraso cambiario, baja competitividad y, por ende, bajo crecimiento, puede y debe ser revertida. El deterioro del stock de capital y el déficit energético son algunas de sus manifestaciones más evidentes. La destrucción de empleo privado formal, una de sus peores consecuencias.
¿Cómo cambiar esta realidad? Para la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) una combinación de las políticas económicas que se describen, generaría un shock de confianza y producción que lograría impulsar el potencial de competitividad agropecuario, agroindustrial, industrial, de servicios y turismo en todo el país, generando empleo genuino y digno con mejores salarios:
Estabilidad de precios y un tipo de cambio único, libre y competitivo, con política fiscal y monetaria creíble y controlada;
Seguridad jurídica y confianza mostrando un equipo económico profesional y de trayectoria, unido a una moderación del discurso y accionar político;
Shock de inversión público-privada en energía y transporte, producido por la eliminación de subsidios, corrección de tarifas, licitaciones abiertas y un sistema de concesiones a largo plazo con reglas claras y estables;
Redireccionamiento del modelo de inserción internacional hacia la región Asia-Pacífico, con el soporte de la creación de una Agencia de Desarrollo e Inserción Internacional, fomentando la exportación de las pymes y la internacionalización de las empresas argentinas;
Reducción del costo argentino y mejora de la competitividad a través de una reducción de los aranceles a los niveles originales del MERCOSUR; eliminación de organismos interventores del comercio interior, así como las trabas a la comercialización; reducción de la presión tributaria; acceso a nuevos mercados internacionales de deuda; y libre retorno de parte de capitales argentinos genuinos bajo la forma de activos externos del sector privado.
Estas medidas necesariamente tienen altos impactos en el empleo privado, con la creación de empleo privado formal y genuino en todo el territorio del país, mediante la liberación de las fuerzas económicas y del potencial exportador del país.
Un análisis profundo de las políticas propuestas se encuentra disponible en el trabajo “Propuestas para desenredar la economía argentina” disponible en www.fundacionfada.org.
Es importante resaltar el aporte de la comunidad agropecuaria y agroindustrial a la generación de puestos de trabajo. El empleo agroindustrial global equivale al 35% del empleo, mientras que el empleo agroalimenticio asciende al 20% del empleo (3 millones de ocupados). Cabe destacar que, solamente las cadenas agroalimenticias crean la misma cantidad de empleo que el Sector Público Consolidado.
Es de esperar, entonces, una gran contribución de la comunidad agropecuaria y agroindustrial a un programa de medidas como las que se plantean, con mayor generación de trabajo, de alimentos y de energía para colaborar y resolver la pobreza en Argentina.
En suma, el aporte de la comunidad agropecuaria y agroindustrial es relevante para el desarrollo del país y la creación de empleo formal y genuino a lo largo de todo el territorio nacional, dado que actualmente ya se aporta el 13% del PIB, el 60% de las exportaciones y el 35% del empleo total.