QUIMILÍ, Santiago del Estero.- Esta provincia se ha convertido en un banco de pruebas. Simplemente porque en los últimos años viene recibiendo un continuo aporte de innovaciones técnicas y empresariales que se ponen a prueba en un ambiente complejo como es trabajar en la frontera agrícola sobre los campos con monte y las altísimas temperaturas del verano.
Ahora, con la seca que viene golpeando a la región desde hace dos campañas, en el banco de pruebas santiagueño se está testeando además de las variedades con resistencia al stress hídrico la templanza de carácter de los chacareros para enfrentar grandes dosis de incertidumbre y riesgo económico.
Este movimiento de prueba y error es una novedad en una región que permaneció durante muchos años en la inmovilidad. Los resultados son auspiciosos si se miden las fuertes mejoras de productividad en algunos planteos ganaderos y agrícolas.
Para tener "noticias de la frontera", nada mejor que conocer las decisiones y la forma de trabajar de dos empresas familiares, como los hermanos Herrero, Fernando y Daniel, con varias generaciones de santiagueños encima y los Minetti, Luis Alberto y sus cinco hijos, cordobeses que compraron el campo a fines de los noventa.
Las dos empresas hacen agricultura, pero tienen un claro perfil ganadero. "No hay que ir a planteos puramente agrícolas o ganaderos. No sirven, porque hacer sólo agricultura en esta zona significa tomar demasiado riesgo y conformarse con la ganadería es también no aspirar a mayores márgenes. Es mucho más estable trabajar con las dos patas, con agricultura y ganadería. Aquí le ganan a cualquier planteo", dice Luis Alberto Minetti. El año pasado la familia Minetti tuvo más suerte con las lluvias que sus vecinos y con 450 milímetros de agua y con un clima más templado que el de campañas anteriores y una mayor amplitud térmica lograron maíces de 6850 kilos. Pero los promedios que lograron en los últimos años tanto los Herrero como los Minetti estuvieron en el rango de los 2200 kilos de soja y 4000 kilos de maíz. "Por los suelos y el ambiente que tenemos planteamos una rotación con una fuerte presencia de las gramíneas, ya sea maíces o sorgos, en una proporción del 50%. Además de trabajar con siembra directa y un seguimiento muy estricto de las variedades que mejor se adaptaban", agrega Pablo Minetti. La seca en las dos últimas campañas agrícolas la pudieron amortiguar gracias a un ajustado manejo de los barbechos y fechas de siembra.
Para la siembra y la cosecha tercerizan los trabajos con contratistas locales. La calidad del servicio de estos últimos explica buena parte del crecimiento de la superficie agrícola en la región. "Hoy nadie se tira a sembrar un lote sino está seguro de contar con buenos contratistas para realizar los trabajos en tiempo y forma", explica Martín Minetti. En el crecimiento de la agricultura en Quimilí tuvo mucho que ver la mejora en infraestructura y comunicaciones que experimentó la región. Permitió la incorporación de nuevos actores de la actividad, es decir más contratistas y más asesores. "Aquí tuvimos un cambio tremendo en muy pocos años. En el 2000 no teníamos agua, ni luz, era todo muy precario. Está claro que es imposible crecer sin infraestructura y sin servicios. Lo cierto es que ahora en Quimilí podemos aplicar el mismo paquete tecnológico de Luque, en Córdoba", agrega Luis Alberto Minetti.
No sólo la agricultura experimentó cambios, la ganadería de esta región comienza un fuerte viraje de la cría a la recría. A los Minetti y a los Herrero la utilización de su propia producción de granos les permitió dejar de ser criadores en exclusiva y pasar a engordar sus terneros. Esto representó un cambio en la facturación y rentabilidad del negocio. "Aquí se aprovecha el grano porque hay un diferencial muy grande de precios con respecto a las zonas que están más cerca del puerto. Por ejemplo, aquí el maíz te lo pagan a 650 pesos contra los 900 pesos de la pampa húmeda. Al transformar el grano en carne evitamos la doble imposición y los costos ocultos de hacer dos transacciones. Es mucha plata para los márgenes que se manejan", afirma Fernando Herrero.
A decir verdad los corrales de encierre para meter los últimos kilos antes de la faena llegaron después de lo que representó la gran bisagra en la producción de carne en estos campos: la introducción del gatton panic ocurrida en los años ochenta. "Parece originario de Quimilí", repiten hasta el cansancio los productores que no terminan de sorprenderse por su facilidad para producir y adaptarse. Lo cierto es que la oferta forrajera de las pasturas con gatton panic, que en los veranos llegan a soportar pastoreos con cargas instantáneas de 10 equivalentes vaca por hectárea, cambió la ecuación de estos campos. Al punto que en muchos establecimientos la mayor limitante para aumentar los rodeos ya no es la producción de pasto sino la disponibilidad de agua para los animales que cuentan con un alto contenido salino. Para paliar este problema, se utiliza en forma creciente áreas de captación de agua de lluvia, especies de tajamares con profundidades y superficies variables, en el que se acumula el agua de lluvia para mezclarla con el agua salina de los tanques para bebida.
En definitiva, esta lanzado un proceso en el que se prueban técnicas para superar viejas limitaciones.