Las fluctuaciones en las producciones locales de soja y girasol, la suspensión de la Admisión Temporaria del “cosechón” paraguayo de soja, los grandes problemas que enfrenta el negocio del biodiesel, sumados a escaso margen de molienda, por elevados costos en dólares y la lenta devolución del IVA de exportaciones, empiezan a generar problemas laborales por suspensión o desactivación de plantas. Nos hace acordar a lo que pasó con los frigoríficos.

El pasado 2 de septiembre, “festejamos” el día de la industria con una nota que presentaba a la política pública, con respecto al biodiesel, como una buena candidata para el manual de “Cómo arruinar un negocio”.

La industria del biodiesel está encabezada por el sector aceitero, el que más invirtió en los últimos quince años en La Argentina, para acompañar el desarrollo de la revolución agrícola desencadenada, aproximadamente en 1996, con la autorización de los transgénicos y la masificación de la siembra directa.

El sector aceitero se preparó para competir, no sólo con Brasil, sino también con las nuevas industrias de los países del Mar Negro, teniendo en la mira que La Argentina podría producir MT 60 de soja; importar MT 7 a 8 desde Paraguay, por el Régimen de Admisión Temporaria y moler MT 5 de girasol. La masiva incorporación de plantas de biodiesel, en el cluster sojero (en torno a los puertos up-river del Paraná, con base en Rosario), no fue más que la extensión de un modelo inversor hacia otro target de mercado, fundado en regulaciones ambientales que, como en el caso de la Unión Europea, inducen al empleo de energías renovables y menos contaminantes.

La ruptura del negocio del biodiesel, la imposibilidad de traer soja de Paraguay, las fluctuaciones en la producción de girasol (un cultivo desalentado por injustas Retenciones del 32%) y dos campañas sojeras locales difíciles (cosechas 2009 y 2012), por razones climáticas, fueron complicando las cosas.

A ello, se suman regulaciones de comercio interior, para mantener baratos los precios de los aceites en góndola y el shock productivo que se está produciendo, en los países del Mar Negro, nuevos “graneros del mundo”, y que afecta seriamente la capacidad negociadora de La Argentina ya que, como dijo el Papa, estamos “en el fin del mundo”. Rusia y Ucrania, principalmente, son hoy grandes productores de girasol y canola y están a un paso del mercado de más alto poder adquisitivo, la Unión Europea. Menos mal que, por ahora, no tienen capacidad para producir soja, porque si no, el panorama pasaría a un gris oscuro, difícil de soportar.

Se paralizan las plantas

El pasado viernes 13, nos enteramos de que las terminales portuarias del Gran Rosario carecen de materia prima, y no porque los productores no vendan, ya que la comercialización está un poco demorada, por el atraso cambiario, pero puede considerarse relativamente normal. La empresa Cargill decidió detener su planta en San Lorenzo, una de las más grandes del complejo oleaginoso.

“Sesenta trabajadores fueron suspendidos por dos meses… esto no es nuevo para nuestro sector, pero en años anteriores se paraba la producción y no había suspensiones, ya que los trabajadores realizan tareas de mantenimiento. Pero entendemos lo que los empresarios señalan y es que la cosecha no alcanza para que procesen los grandes monstruos del sector”, sostuvo Hugo López, Secretario Adjunto del Sindicato de los Aceiteros.

En junio, la planta de Vicentín, ubicada en San Lorenzo, límite con Ricardone, tomó una postura similar, ante la escasez de grano y adelantó la parada técnica que realiza todos los años en octubre.

Un informe de la Federación de Industriales de Santa Fe, dice: “en las plantas localizadas en Santa Fe, la molienda de soja alcanzó en el primer semestre del año MT 13,4, observando una caída interanual de 11,8%, principalmente generada en los primeros tres meses del año”. Obsérvese que la campaña sojera de 2011-12 fue bastante mala y esta interrupción parecía razonable, ya que a enero de 2013 quedaba poco producto en el Disponible.

El pasado 26 nos enteramos de que otra planta de la misma firma, localizada en Ricardone, se encuentra en una “parada técnica” que finalizaría en diciembre próximo, mientras que la mencionada unidad de Cargill entraría en producción recién con el ingreso de la cosecha de soja 2013-14 que, como se sabe, impacta desde el mes de abril.

La capacidad ociosa promedio de la industria aceitera ronda el 30% y se viene incrementando a partir de la competencia de la “aspiradora china”, combinada con la imposibilidad de importar poroto de soja desde Paraguay. En los primeros ocho meses, las ventas a China representaron el 76,4% del total de soja grano vendido por La Argentina, unas MT 5,7. Pero dicho país podría demandar, como lo hizo en 2011, MT 8,32, aunque sería factible pagar más flete y llevársela desde Paraguay que, en el ciclo pasado, obtuvo una cosecha de MT 9,37 que tiene la virtud, si hubiera Admisión Temporaria, de entrar al mercado argentino, justo cuando nuestra industria tiene poca materia prima (enero-febrero).

Síntesis

A la ruina del negocio del biodiesel, para beneficiar a YPF (sin arreglar la expropiación con Repsol) se ha sumado la imposibilidad de importar temporariamente soja de Paraguay, que entra en enero; la volatilidad de las producciones locales de soja y girasol (ambas con Retenciones superiores al 32%) y una combinación extra de regulaciones de comercio interior, atraso cambiario, lento y dificultoso recupero del IVA de exportaciones y costos que, medidos en dólares, exceden holgadamente el margen arancelario que protege la molienda local. Como se ve, nada para festejar, aunque resulte ocioso decirlo.

Fuente: Años de Campo