Así lo indicó el doctor en biología molecular y consultor en creatividad Estanislao Bachrach durante una conferencia ofrecida en el XX Congreso Nacional CREA que, con más de 5000 asistentes, se está desarrollando hasta mañana viernes en la ciudad de Córdoba.
“El cerebro es el único órgano que no envejece con el uso: cuánto más se usa más joven s torna. No dejen de usar su cerebro. Cualquiera puede ser más creativo. La mente puede entrenarse”, apuntó el autor del libro Ágilmente.
“En muchas organizaciones se busca captar a personas más creativas. Estamos en la era conceptual: el futuro depende de la capacidad creativa. Somos muy estructurados. Tendemos a pensar siempre lo mismo. Ese es el enemigo número uno de la creatividad, que es justamente pensar siempre diferente. Los creativos son aquellos que pueden cultivar pensamientos no habituales”, comentó Bachrach.
El especialista dijo que las personas que se operan a corazón abierto saben que deben abandonar ciertos hábitos para poder sobrevivir luego de la operación. Pero sólo una de cada nueve personas logran modificar hábitos pre existentes; los demás se mueren. Entonces: cambiar no es fácil.
“¿Cómo hacer para cambiar? La gente no cambia porque el jefe le diga lo que tiene que hacer. Para que cambie tiene que ocurrir un cambio en los pensamientos y las emociones”, explicó.
“Cuando sucede algo malo, las personas tendemos a reaccionar en lugar de responder. La reacción es automática y, en general, es negativa y nos perjudica. La respuesta en cambio es creativa”, añadió.
“Podemos hacer una pausa para poder tener la libertad de responder. Para eso es recomendable cortar con el estímulo negativo. El manejo de la respiración también es muy importante. Necesitamos oxigenar a las neuronas que nos van a permitir generar una respuesta adecuada”, señaló Bachrach.
El consultor dijo que las personas comprometidas con lo que hacen son mucho más propensas al cambio. “La neurociencia descubrió que las personas bajo amenazas no suelen cambiar; reaccionan, pero no cambian. En tales casos es necesario detectar cuáles son las amenazas , que en el trabajo pueden estar relacionadas con cuestiones de estatus, incertidumbres, falta de autonomía, competencia o injusticias”, apuntó.
“Entonces, en las organizaciones primero tenemos que detectar si existen amenazas que puedan estar dificultando la aparición de la creatividad. La gente no suele cambiar por miedo a equivocarse, a ser rechazado, pero si cambiar, la noticia es que van a cometer errores: es inevitable. Es un proceso, que dura un tiempo. La gente cuando sabe que algo va a doler, duele menos”, señaló.
“Si vamos a cambiar, es fundamental no mentirle a la gente y anticiparse a ese proceso. Podemos comunicar que el proceso va a ser incómodo, pero que tenemos que aprender de los errores. Las personas no cambian por miedo. Reaccionan durante un cierto tiempo, pero no cambian. Las razones tampoco sirven para promover el cambio. El factor clave siempre es el emocional”, comentó Bachrach.
“Muchas veces usamos la imposición para cambiar algo cuando ese mismo cambio se podría haber implementado sólo con el hecho de informarlo. Imponer genera resistencia al cambio. Otro paso adicional es involucrar al otro en el proceso de cambio. Y un paso más implica hacer participar al otro. La cuestión es evaluar cómo reducir el nivel de resistencia en el proceso de cambio”, señaló.
“La neurociencia sabe que los cerebros suelen prestar atención al comienzo y al final y no tanto en el medio. Si van a comunicar algo en una reunión, téngalo en cuenta. Sean específicos, concisos y digan lo importante al comienzo y recuérdenlo al finalizar la reunión.
Cuando los pensamientos se focalizan en el pasado es imposible cambiar. Para promover el cambio es necesario pensar en el futuro, en las posibles soluciones, y no en los problemas”, explicó el consultor.
“El cerebro se resiste al cambio. Por eso es necesario llamarle la atención, y cuando más se le llame la atención, más propenso será al cambio. Tenemos que buscar la manera más creativa de comunicar la necesidad del cambio”, dijo Bachrach.
“Vivimos en un mundo de feedback negativo y la mayor parte de ese feedback viene de nosotros mismos. Eso influye negativamente en nuestras emociones. Cuando agradecemos y valoramos lo que está bien hecho, cuando acentuamos lo positivo, eso para el cerebro es muy importante y favorece la predisposición al cambio. Eso mismo que hacemos con nuestros hijos cuando son pequeños también se aplica en el mundo adulto. Acentuar lo positivo ayuda a cambiar a las personas”, concluyó.