Y en su disertación en el XX Congreso CREA que se realiza en Córdoba indicó que para el desarrollo de los países latinoamericanos es fundamental que sus pueblos crean en sí mismos para generar variantes sustentables que lo posicionen aún más.
En todo momento, Rivera se encargó de remarcar que el concepto clave es la “innovación”. Pero también bregó porque nuestras naciones reconozcan sus errores “que no son tantos” y apuesten a sus virtudes “que son muchas, pese a que por diferentes razones no son reconocidas en el planeta”.
“En Colombia, García Márquez era mirado diferente en Cartagena y en Bogotá. En Argentina, hay diferencias entre porteños, cordobeses y mendocinos. Vargas Llosa se enteró de que era latinoamericano en Madrid. Hay algo real que nos hace latinos y que no somos capaces de definir porque no sabemos quiénes somos. Y tampoco nos gusta la imagen con que en el mundo se nos reconoce”, señaló.
El emprendedor explicó que la imagen internacional no es buena y que las expresiones más significativas son el baile y el deporte. “Nos consideran defectuosos y encima pequeños y fragmentados. En ese contexto, nadie quiere ser latinoamericano”, reflexionó. Sin embargo, el expositor remarcó que en comparación con otros espacios del mundo, Latinoamérica ocupa una posición de privilegio “que no se exhibe”.
En este punto, marcó que apenas una porción de la población vive en nuestros países, que presentan una diversidad geográfica y una biodiversidad enorme, al punto tal que la mitad de los 10 países más biodiversificados del mundo son latinoamericanos. También resaltó que si Latinoamérica desaparece, “el mundo se queda sin comida”. Y lanzó un dato que dejó perplejo a la mayoría de los presentes en el Orfeo cordobés: Latinoamérica es la cuarta economía del mundo, detrás de EE.UU., Europa y China.
También llamó a desmitificar el hecho de que América Latina sea un terreno fértil para los dictadores asesinos, recordando que las principales matanzas se dieron en Europa, China y África, recordando también la actitud bélica estadounidense. Y destacó que, luego de EE.UU, la nuestra es la región “más democrática del mundo, al punto tal que el 80% de nuestros países cuentan con una institucionalidad bastante sólida, y sumando a la Argentina, la relación es 90 a 10”. Y en relación a la riqueza, evaluó que el ingreso medio latinoamericano es similar al mundial, con dos tercios de la región reservando un espacio a la clase media, pese a que aún hay entre 35 y 40% de pobreza “que viene en declive”.
Rivera Andueza resaltó también la pluriculturalidad que se da en nuestros países, producto de “500 años de confusión racial”, desbaratando, incluso, la creencia argentina de provenir de los barcos, cuando un estudio de la UBA determinó que el 50% de los argentinos tienen sangre prehispánica. Y subrayó que también es un mito lo de la fragmentación, puesto que nos unen una cultura y un idioma en común que se refleja en el arte. Incluso los valores latinoamericanos reflejan la importancia que se le da a la familia y a lo espiritual, generando una sociedad volcada a la autoexpresión y que lejos está de bregar por la supervivencia, “como sucede en otras latitudes del planeta”.
Todas estas ventajas relativas para Latinoamérica suelen ser soslayadas. Por eso, “si no somos pequeños, ni insignificantes ni pobres, entonces es hora de creer en nosotros. Si queremos crear, primero tenemos que creer para hacernos cargo de nuestro futuro sin depender de terceros. Y el futuro, nuestro futuro, será resultado de la innovación. Siempre fue así, desde que el mundo es mundo”, remarcó, graficando los distintos ciclos que vivió el hombre desde la prehistoria hasta la cibernética.
“Hoy la revolución pasa por la biotecnología y el motor es el ADN”, sentenció. Y explicó que no se trata de querer mirar la revolución sino de ser parte, con el reto de innovar “para no terminar siendo subcontratistas de bajo margen, importando para producir lo que otros precisan”.
Rivera Andueza aseguró que existe una ventana abierta para ganar el lugar que le corresponde a Latinoamérica por derecho propio en el mundo y alertó que parte del reto que se les presenta a nuestros países es “institucional”. “Si los gobernantes bloquean el acceso a la arena política o económica a los emprendedores y empresarios, ese país tiene un serio problema”, evaluó.
Finalmente, consideró que Argentina debería liderar este proceso, a partir de “un rol protagónico que hoy está desestimando”. Si Argentina lidera el proceso revolucionario “será un país faro que alumbrará para obtener el resultado, que sería especial como región”. Porque los europeos y los norteamericanos requieren de muchas cosas para alcanzar la felicidad y replicar esos modelos sería imposible porque se precisarían “cuatro planetas”. Mientras que los latinoamericanos “somos felices con poco, por lo que el desafío es promover un modelo de prosperidad sustentable y feliz, que otros países quieran imitar”.