Hugo Medina es un productor ganadero de la zona de Tostado que toda la vida apostó y sigue apostando por la cría bovina. Sin embargo, su pasión por los animales lo llevó a incrementar la variedad de especies que pueblan su campo: corderos karakul, ñandúes, gallinas de raza inglesa, y los caprinos Boer, con los que comenzó un idilio que arrancó como hobbie y que hoy ya es una cabaña de reproductores.
Medina forma parte de un creciente conglomerado de productores que se reparten por toda la provincia, sobre todo en el norte. Si bien todavía se trata de emprendimientos dispersos, los logros productivos alcanzados permiten ilusionarse con la conformación de cadenas que permitan poner en la góndola de las ciudades santafesinas el resultado de estos trabajos. Es por eso que el Gobierno provincial adhirió a la ley nacional, lo que permite avanzar en la consolidación de los eslabones que componen la actividad: producción, faena, distribución y comercialización.
Respecto de los dos primeros, los logros son concretos. Con los dos últimos, todavía no hay resultados, aunque ya se avanzó en reuniones con frigoríficos de Rosario y se instalaron las salas de faena y camiones térmicos en el norte provincial a tal efecto.
Medina arrancó con los chivos allá por el 2009, comprando cuatro hembras y un macho puro, los que poco después duplicó. Entusiasmado por el rendimiento, adquirió 35 hembras y 8 padrillos que conformaron la majada inicial.
Respecto de las virtudes de la raza, le destaca a Campolitoral su capacidad carnicera y adaptación, mansedumbre, y “ser muy prolíficos (casi el 90 % de los partos son múltiples, con hasta 4 crías por parto)”. Fenotípicamente, se observan animales con poca alzada, hueso, y un pecho ancho.
En cuanto a la alimentación, lo resuelve destetando al cabrillo a los 3 meses, iniciando el ciclo con ración más fardos de alfalfa hasta los 11 meses, donde se dispone el animal a servicio. La gestación dura 150 días. “Se destaca la rápida conversión, ya que el Boer gana hasta 200 gr. por día (del 2 al 3 % de su peso corporal)”, sostiene.
Ventajas y desventajas
A cargo de la implementación de la ley se encuentra el Médico Veterinario José
María Perren, otro apasionado por las especies menores, con base operativa en la
Estancia Las Gamas. Perren relata de manera pormenorizada y cronológica cómo
fueron los hechos que permitieron concretar esta realidad. “Desde 1997 el tema
se comenzó a trabajar en el Programa Social Agropecuario en Villa Minetti, que
luego desencadenaría en la creación de la Subsecretaría de Agricultura Familiar.
En 2002 se crea ADER que junto con organizaciones como INCUPO y FUNDAPAZ
desarrollan el grupo de manejo de monte nativo, incursionando en cabritos raza
Anglo Nubian, con el doble propósito de la producción de carne y leche. Sin
embargo, pronto aparecerían los defectos de una raza demasiado rústica y difícil
de engordar, por lo que se siguió buscando”, recuerda, mientras transitamos la
polvorienta Ruta 77, en el corazón de los Bajos.
Para Perren, uno de los desafíos más difíciles, implica derribar cuestiones culturales que impiden mejoras simples de manejo. Al existir una cultura caprina en gran parte de los productores, muchos ya tienen implícitas algunas cuestiones de manejo, aunque por otro lado se niegan a implementar mejoras. “Temas como un botiquín sanitario compartido, el barrido de los corrales con cal para prevenir las parasitosis, y tratar de impulsar una cultura comercializadora (el 80 % del volumen producido se destina a autoabastecimiento), asoman como algunos de los frenos al desarrollo de la actividad”, destaca.
Potencial
Más allá de esto, Perren se ilusiona con todo lo que se puede hacer. “Esta raza
nos permite la plasticidad de producir cabritos lechales o mamones, de buen
desarrollo en pocos días y excelente conformación de carcaza, pero además la
posibilidad de lograr cabritos pesados, que además del valor agregado de carne
en kilos, permite el aprovechamiento en diferentes cortes a través del
chuleteado”, dice.
Es importante aclarar que así como esta raza presenta indicadores productivos de producción de carne importantes, son animales con una alta tasa de consumo de forrajes, elemento insoslayable en ambientes con limitaciones de oferta forrajera, ya que se puede hacer una presión de pastoreo tan alta que puede afectar negativamente los recursos.
Otro aspecto es que debe considerarse el mejoramiento genético como la medida final para aumentar la productividad, habiendo logrado previamente solucionar la alimentación, realizar un manejo adecuado a cada circunstancia y un control sanitario, apuntalado en medidas de prevención de las enfermedades más frecuentes e importantes de la producción caprina. “Según los ambientes, será oportuno la introducción de reproductores con diferente porcentaje racial, quedando la producción de animales puros para las cabañas”, aconseja Perren.
Falta de mercado
Un poco más al sur de Medina, en Humberto Primo, Pablo Scotta explota una cabaña
ganadera de raza Braford. Pero además, desde hace 15 años trabaja la cabaña “Ará
potí” (Campo Florido), desde donde también comercializa reproductores Boer. “Es
la raza más carnicera y doble propósito que conozco. Nosotros la cruzamos con la
Angora para mejorar la calidad de carne y eso caracteriza nuestros animales”,
remarca, además de aclarar que los mismos están libres de brucelosis y
tuberculosis.
Scotta trabaja una majada de hasta 500 cabritos con líneas genéticas de las grandes cabañas, aunque se lamenta por el momento que atraviesa la comercialización. “Las cabañas trabajan bien, pero nos falta una cadena de comercialización y despacho de la materia prima, ya que es inviable que un productor solo pueda armar un frigorífico”, dice. Últimamente, un programa provincial lanzado en Chaco le salió al cruce de su mercado tradicional y está perjudicando su operatoria.
“Creo que la baja escala productiva y la distribución estacional siguen siendo una de las falencias de la cadena caprina, por lo que el agregado de valor y la comercialización son temas pendientes sobre los que se debe trabajar conjuntamente con el sector privado”, finaliza Scotta.
Sacando el cuero
Todavía un poco más al sur, la raza también desembarcó con fuerza. Es en el
campo de Rafael Levrino, en Plaza Matilde, a 3 km. al oeste de Estación Matilde.
Hace cinco años, luego de cerrar un tambo, una quesería y de probar suerte con
los cerdos, descubrió en los Boer una raza con mucho potencial.
“Leí en una revista que en Mendoza se vendían 20 hembras preñadas, le mandé maíz y balanceado y me las mandaron. Averiguando encontré un macho bueno en Formosa, y me lo traje. Después traje otro de Mendoza y otro de Marcos Paz. Tengo casi 100 madres, porque a las hembras no las faeno nunca, las vendo o cambio por otro reproductor”, explica.
“No es una raza dañina, pero requieren de mucha comida”: rollo de alfalfa, maíz balanceado y semilla de avena, además de piletas con sales minerales.
Para Levrino, el manejo es clave. “Es un animal muy degenerativo; no tiene que ser consanguíneo”. Eso lo resolvió asignándoles caravanas de distintos colores. Así, cada macho tiene un color de caravana, y a sus hijos se le mantiene el color. “Tengo 3 líneas de sangre en 5 corrales. Además, ahora descubrí el potencial de los subproductos. Antes, al cuero lo tiraba, pero los empecé a guardar congelados. Me contacté con una curtiembre de Sauce Viejo y cuando junto una tanda de 20 o 30 se los llevo. Los usamos para hacer alpargatas, cartas de restaurant, carteras, chalecos y camperas. Se corta sobre vidrio y con trincheta”, dice.
Con la idea del agregado de valor, Levrino se lanzó no sólo al curtido de cueros, sino también a la confección de escabeches con la hembras de descarte. “Se carnea y se lleva a una fábrica que los envasa. Me cobra por frasco y así lo puedo vender a un supermercado”. Para Levrino “tenés que adecuarte a lo que se puede hacer”. De hecho, si se pudiera faenar y vender aumentaría la producción, porque la demanda es fuerte. “Si tuviera 200 chivos los coloco igual”, dice.
Finalmente, reclama más apoyo. Un reproductor se cotiza arriba de los $ 10.000, por lo que una línea crediticia ayudaría a avanzar con paso más firme”.
Todos coinciden en los múltiples usos de la raza. Como hizo Levrino, los caprinos de descarte reproductivo pueden ser aprovechados a través de la elaboración de subproductos como la chanfaina (con la sangre); el aprovechamiento de vísceras rojas y verdes; la elaboración de chacinados frescos, para secar, o en grasa. Morcillas, matambre arrollado, escabeches, paté, codeguín; jamón en salazón seca; etc.
El dato
En Las Gamas
Desde el Centro Operativo, la provincia desarrolla el proyecto de especies
menores con el objetivo de aportar información para el aumento de la producción
ovina y caprina. La idea es aplicar tecnologías apropiadas para las producciones
de pequeñas especies de rumiantes y para los pequeños y medianos productores
agropecuarios. Introducir y/o reproducir razas específicas en producción de
carne o de doble propósito carne/pelo o lana, como herramientas para mejorar la
producción ganadera en los diferentes ambientes.
Un chivo “4x4”
El Boer es una raza carnicera. Su carne tiene excelentes cualidades
nutritivas. Es magra, con poca grasa intramuscular, rica en proteínas, vitaminas
y minerales, hipo alergénica, con bajos niveles de colesterol, de fácil
digestión y excelente sabor. Presenta adaptación a diferentes ambientes,
calurosos y secos, y alta resistencia a enfermedades. Come hierbas, arbustos y
ramoneo de árboles, destacándose un comportamiento de pastoreo a corta
distancia: “se llenan y vuelven al corral!”, se entusiasma Perren. Se adaptan a
pastoreos con boyero eléctrico y registran altas ganancias diarias de peso vivo,
llegando a los 200 g/día, pesando alrededor de 15 kg. a los 60 días y 40 kg. a
los 6 meses. Los machos tienen una alta líbido, pueden dar servicio de 30 a 50
hembras según el sistema de servicio y la alimentación, y se pueden criar a
corral con racionamiento. Son robustos, pueden pesar hasta 140 Kg. Las hembras
tienen precocidad sexual y son muy prolíficas. Son muy protectoras de las crías
y tienen buena producción de leche, suficiente para alimentar partos múltiples:
ubres desarrolladas, con buena inserción superior, pezones chicos, bien
laterales. Los machos nacen con un promedio de 3,9 a 4 Kg. Las hembras pesan de
3 a 3,5 Kg. Se endurecen e incorporan rápidamente, a los pocos minutos de
nacidos maman el calostro.
El dato
La ley del chivo
La ley 26.141 de recuperación, fomento y desarrollo de la actividad caprina, se
sancionó en 2006 para promover la participación activa y organizada de los
productores; aumentar la producción sustentable y la oferta de productos
caprinos; integrar la cadena de producción, industrialización y
comercialización. Y afianzar la radicación de la familia rural favoreciendo el
desarrollo de las economías regionales. En noviembre de 2012 Santa Fe adhirió a
la Ley Nacional de 2006. A partir de allí, la política caprina de la provincia
apunta a fortalecer la producción primaria, apoyando la organización de pequeños
productores y el fortalecimiento de las instituciones relacionadas
(Asociaciones, Cooperativas, etc.). Se busca que toda la carne caprina se
produzca bajo una sola marca “Productos de Mi Tierra” en la provincia. Además,
habilitar unidades de faena, actualmente en actividad la de Fortín Olmos,
próximas a faenar Villa Minetti y Ceres, y el compromiso de construir una en
Villa Ana, todas auto gestionadas por productores caprinos con apoyo estatal.
Para lograr la industrialización, estimular la elaboración de subproductos en
salas habilitadas por la ASSAL, aprovechando animales de rechazo.