Está claro que el papel de locomotora en la campaña electoral de Martín Isaurralde en la provincia de Buenos Aires lo desempeñará la presidente de la Nación. A partir del momento en que fue elegido el intendente de la localidad de Lomas de Zamora en lugar de Alicia Kirchner, era obvio que el papel estelar, hasta el 27 de octubre próximo, no le correspondería a él sino a Cristina Fernández, secundada por el inefable Daniel Scioli, afirman los especialistas en análisis político y económico, Massot y Monteverde, en su informe semanal.
Algunos aspectos positivos y negativos del nuevo candidato a Diputado Nacional por el FPV son los siguientes:
Positivos: Es Jovén, moderno, comunica con claridad sus ideas, tiene buen concepto como intendente de Lomas de Zamoray, como si fuera poco, está abalado por los votos kirchneristas.
Negativos: Es desconocido, lo cual causó que tuviera que salir a hacerse conocer con mucha rapidez, casi sin dejar a la sociedad que asimilara su candidatura de la mano del kirchnerismo. Además, al tener que apresurar su figura como personaje político público, salió más frontal a hacer campaña, es decir, sin andar con muchos rodeos. Esto le puede llegar a jugar en contra.
¿Cuáles serían las consecuencias de la derrota o el triunfo del FPV?
No se requiere ser un genio para darse cuenta que la consecuencia directa de una victoria del FPV, en la provincia más populosa de la Argentina, resultaría el peldaño inicial de la campaña para consagrar a Cristina Fernández en 2015. ¿Se facilitaría la reforma de la Constitución y la re-reelección de la mandataria?
Comencemos por los relevamientos publicados por Clarín y La Nación. Uno de Management Fit y el otro de Poliarquía. Al respecto conviene aclarar que las dos empresas mencionadas se han caracterizado, desde hace años, por sus aciertos preelectorales, algo que no resulta moneda corriente entre nosotros.
Pero, al mismo tiempo, falta muy poco tiempo para las internas que serán algo así como una radiografía adelantada de lo que sucederá en octubre. Piénsese en esto solamente: una encuesta a nivel nacional se hace relevando las opiniones de no más de cuatro mil personas. El 11 de agosto votaremos millones de argentinos. En realidad, ese día habrá un censo electoral, y así como anticipará casi con precisión de centavo los resultados de octubre, también podrá adelantar algunas de las consecuencias que se seguirían una vez que se conozcan los guarismos definitivos el 28 de ese mes.
El primer dato fundamental ya fue dicho: Cristina Fernández y nadie más de su bandería será la depositaria de los halagos o de los reproches, según gane o pierda. El segundo es que, si pierde la provincia de Buenos Aires por diez puntos, la relación de fuerzas que hasta hoy le ha sido siempre favorable al kirchnerismo, cambiará en desmedro suyo. El tercero es que no está en trance de decidirse, a diferencia de 2009, la constitución de la futura cámara de senadores y de diputados, sino la posibilidad o no de la reelección de la única persona que puede prolongar, más allá de 2015, la parábola histórica del kirchnerismo. El cuarto y quizá el de mayor relevancia, en atención a la derrota que se avizora en el empíreo oficialista, es que el peronismo es siempre solidario....con los poderosos, afirman Massot y Monteverde.
El peronismo puede admitir uno o varios tropiezos de su líder; un sin fin de equivocaciones de su parte; es posible que se haga el distraído ante sus debilidades humanas; lo acompañará en las malas y hasta podría hacer más de un sacrificio para satisfacerlo. Eso sí, al momento de saberlo sin poder lo abandonará en la puerta del cementerio. Si Cristina Fernández pierde en octubre a manos de Sergio Massa tendrá que preocuparse menos por la carencia de un delfín que por la gobernabilidad de los veinticuatro meses que le quedarán para finalizar su mandato. La peregrinación en busca del nuevo jefe tendría un destino cierto: Tigre.