El intendente del Tigre, Sergio Massa, es al día de hoy el producto de sus aciertos, de los desaciertos de sus potenciales adversarios en el 2015, y del “enamoramiento” que sin hacer demasiado para conseguirlo ha generado en la gente su figura.

Una encuesta de Mora y Araujo muestra al intendente de Tigre como el político con mejor imagen: 58% de positiva. Lo siguen Daniel Scioli registra 48%, Cristina Kirchner, 44%, Hermes Binner, 42 y Mauricio Macri 40.

Según publicó el periodista Luis Majul en Lanacion, hoy en día Massa le ganaría por más de diez puntos a cualquier candidato del Frente para la Victoria (FPV) y dejaría en tercer lugar a De Narváez, porque le arrebataría una buena parte de los votos opositores.

Terminaría con el sueño de Cristina Eterna, porque su proyecto es incompatible con el alineamiento incondicional a la jefa del Estado. Y también pondría en tela de juicio la carrera presidencial de Scioli, ya que la victoria lo catapultaría de manera automática al primer lugar en la grilla de los aspirantes a suceder a la Presidenta.

Por su parte, De Narváez, que pasó de ser la gran esperanza blanca en el distrito bonaerense a un segundo plano, intuye que la única chance que le queda, si verdaderamente quiere ganar la elección, es cargar sobre este flanco y zaherir a Massa con la acusación de que, al cabo del día, no es otra cosa más que una versión light o, si se desea, devaluada del kirchnerismo.

Massa no lo quiso a De Narváez en su lista por la misma razón que esquivó todo contacto con Mauricio Macri. Es la foto que no quiere sacarse. Con una diferencia no menor: mientras al primero de los nombrados no lo desea ver ni en figuritas, con el jefe del PRO pactó de manera indirecta, a través de los intendentes que lo respaldan: Jorge Macri, en Vicente López, y Gustavo Posse, en San Isidro. Todavía, según Massa, no están dadas las condiciones para cerrar una alianza con las principales fuerzas de centro derecha en el país, según afirmaron en su informe semanal los analistas de política Massot y Monteverde.

¿Massa buscará en 2015 un cargo Ejecutivo? Se dice que podría apuntar a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires o incluso a la presidencia de la Nación.

En cuanto a De Narváez tiene por delante una campaña difícil y dependerá, en buena medida, de las PASO y de cómo vehiculiza el electorado antikirchnerista su voto. Podría suceder que la elección se polarizase entre el intendente de Tigre y el de Lomas de Zamora, en cuyo caso nadie querría perder su voto por miedo a que, de resultas de una división de los sufragios opositores entre Massa y De Narváez, se saliese con la suya el oficialismo. En este caso, el Colorado quedaría reducido a su mínima expresión.

El diputado nacional y candidato a diputado por el Frente Renovador dio declaraciones a Radio Mitre donde afirmó que  Sergio Massa es un "caballo de Troya" del Kirchnerismo encubierto.

Con la campaña electoral en marcha, el mayor desafío para instalar a sus candidatos será del oficialismo. Encuestadores señalaron el escaso conocimiento público del intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, ungido por el dedo presidencial como cabeza de lista del Frente Para la Victoria en la provincia de Buenos Aires.

Desde Management & Fit, le pusieron números a la dificultad que tendrá el kirchnerismo para hacer pie en la provincia. "A Insaurralde un 55 por ciento de la gente no lo conocía", aseveró Mariel Fornoni, directora de la agencia. "Un 15 por ciento conocía su nombre pero no lo traducía en votos", señaló en diálogo con Radio 10.

Con todo, los grandes perdedores parecen haber sido Cristina Fernández y Daniel Scioli. En más de una ocasión, alguno de sus interlocutores le preguntó qué pasaría si, finalmente, Massa decidía ser de la partida. El gobernador, cada vez que se le planteaba la pregunta, respondía de la misma manera: “No va a jugar”. La Junta Militar en 1982 pensaba lo mismo respecto de una eventual expedición punitiva británica. Pero vinieron y nos molieron a palos. Otro tanto le sucedió a Scioli que le agregó a su cadena de errores y renuncias, una estrategia verdaderamente descabellada en punto a su negociación con Massa.

Daniel Scioli quedó en el peor escenario posible: abrazado a un kirchnerismo que lo desprecia, no importa cuántas sean sus promesas de gratitud y sus actos de subordinación y disociado definitivamente de las franjas opositoras que lo consideran, como nunca, un pusilánime. Con la desventaja, común también a Cristina Fernández y a Mauricio Macri, que deberá administrar escasez por los próximos dos años en una provincia que hace agua por los cuatro estados.

El diputado Sergio Massa, en cambio, podrá dedicarse a hablar y a recorrer el país sin temor a sufrir inundaciones, a tener que reprimir huelgas, a soportar un nuevo Cromagnon u otra tragedia como la de la Estación Once, afirman Massot y Monteverde.

Por fin, está la que sin lugar a dudas será la gran perdedora de esta historia: la presidente, que ha debido improvisar a las apuradas un candidato desconocido para la mitad de los votantes del distrito bonaerense. Sólo la perversidad de la Kirchner y el desprecio que siente por Scioli la han conducido a este callejón de salida casi imposible. Lo tenía al gobernador disponible para cualquier mandado. La condición necesaria era mimarlo un poco, decirle un par de cosas lindas, hacerle creer que era un buen administrador y recordarle, siempre de buenas maneras, cuánto apreciaba su lealtad. En lugar de este libreto, lo humilló en cuanta ocasión pudo.