El frío no suele ser bueno para la salud. Con las bajas temperaturas, la gente se engripa y se enferma más. El congelamiento no suele ser una buena opción. Ni cuando se habla del clima ni cuando se habla de precios, si lo que se busca es ahorrar dinero y cuidar el bolsillo.
En una recorrida por las góndolas, El Cronista encontró que la opción más económica, si de ahorrar dinero se trata, es comprar algunos de los 19.500 productos que no están congelados. El congelamiento de precios, que abarca sólo el 2,5% de lo que se vende en los hipermercados, no siempre es una buena opción de compra.
Con el changuito y libreta en mano, este cronista salió a recorrer las góndolas de Coto. La sal fina Celusal de 100 gramos, con salero, tiene un llamativo cartel negro de $ 5,45, que indica precio congelado.
El producto está en góndola, así que es una tentación llevárselo. Pero 100 gramos de sal no le durará mucho a una familia tipo, así que mejor comparar el precio con un paquete más grande. El de 500 gramos sale $ 10,29, con lo que el valor por kilo pasa a ser de $ 20,58, mucho menos de la mitad de los $ 54,50 que sale el precio congelado que, a su vez, tiene otra desventaja: no corre para promociones bancarias ni otro tipo de descuentos.
Ahora, si la persona opta por la sal fina Celusal de 500 gramos (sin salero) sólo debe pagar $ 3,59, y si se conforma con la sal fina corrediza (quiere decir molida) de 500 gramos, siempre de la misma marca, apenas tiene que desembolsar $ 3,35, contra $ 5,45 que le salían sólo 100 gramos. O sea, paga casi la mitad y obtiene cinco veces más que el precio congelado.
La diferencia de precios es por el costo del salero, si el cliente quiere ese caprichito lo debe pagar, argumentan fuentes del sector, aunque en la góndola no había otra opción de sal a precio congelado.
El polvo para gelatina Exquisita de 70 gramos sale $ 4,79 a precio congelado, pero el Godet, que trae un 40% más (100 gramos) sale menos: $ 4,25. Las primeras marcas siempre son más caras, esgrimen los supermercadistas para explicar las diferencias.
El pan de salvado Bimbo de 400 gramos sale $ 16,99 a precio congelado. Pero hay opciones más económicas, como el pan de salvado chico Coto de 350 gramos a $ 10,49 que, en realidad, es más barato aún, porque acumula todo tipo de descuentos. Las marcas propias son siempre más baratas, porque no pagan marketing ni publicidad, es la explicación que dan los retailers.
El sachet de leche entera La Serenísima con calcio y vitaminas A, D y B9 cuesta $ 6,85 a precio congelado, mientras la Sancor extracalcio con vitaminas A y D sale $ 5,99. Pero no tiene la vitamina B9, que es ácido fólico; además, La Serenísima siempre fue un poquito más cara que Sancor, dicen en el sector. Sin embargo, a muchos consumidores no les interesa que tenga tantas propiedades, sino simplemente tener una leche común, y buscan la más barata. Si ese es el caso, no conviene tentarse con los precios congelados, porque se pagará más caro. El kilo de queso port salut La Serenísima tiene un valor congelado de $ 69,90, pero si el cliente quiere una opción más económica pueda quedarse con el port salut Verónica a $ 59,90 el kilo.
Más barato que lo congelado puede estar una marca de segunda, tal vez no en calidad, sino en posicionamiento, aducen los híper. Aunque no siempre es así: la tapa para pascualiana Mendia criolla de 400 gramos está congelada a $ 8,99, pero La Salteña light de 400 gramos sale $ 8,69, y la Ciudad del Lago (marca propia de Coto) $ 6,99.
En Disco, en tanto, se puede conseguir la yerba Taragüí o Unión de 500 gramos a un precio congelado de $ 11,99, pero la opción más económica es la de un kilo Amanda que cuesta $ 15,55. Aunque, claro, a esta versión no la promociona nadie.
Sucede que algunos de los aumentos autorizados por la Secretaría de Comercio aún no los hemos trasladado a precios, los estamos bancando porque hasta que no estén las paritarias firmadas el mercado no aguanta mucho las subas, entonces los incrementos los estamos dando en forma escalonada, explica un directivo del sector, quien cuenta que el azúcar Domino, que sale $ 2,79 el kilo, desaparece enseguida, al igual que pasa con el aceite subsidiado.
El gerente de una sucursal de un híper en Palermo, que debe rendir cuentas como si manejara una franquicia propia, salió a investigar por el barrio qué estaba sucediendo y encontró en los almacenes el mismo aceite y azúcar que vendía él, pero a un precio 40% más caro. Es que a los minoristas les resulta más económico abastacerse de los productos subsidiados en los súper antes que con los propios mayoristas.