El modelo de los pools de siembra que tanto se expandió en la década pasada comenzó a mostrar algunas fisuras a partir de 2008, cuando a la crisis internacional y a la pelea del campo con el Gobierno se le sumó una sequía dramática. Pero ya no es necesaria una catástrofe climática para que los números de la agricultura en campo alquilado dejen un exiguo margen de ganancia, cuando lo hay, para algunas explotaciones.
Según productores consultados por este diario, la suba de costos que cotizan en dólares versus una producción liquidada en pesos a dólar oficial hace que ni los u$s 567 de la tonelada de soja de ayer alcancen para brindar por un buen año. Al contrario, se suman los casos de pools de siembra y hasta empresas agropecuarias que deciden no renovar contratos de alquiler. Un caso es la firma El Tejar, que dejó de sembrar en el país, mientras otro gigante, Los Grobo, redirecciona su negocio.
Por eso se calcula que los precios de los alquileres bajarán para esta campaña y se renegociará esta vez sin concesiones para los dueños el contrato de los arrendamientos.
Según Guillermo Villagra, de la firma Openagro, los alquileres son las únicas variables en las que el productor puede ajustar ante la merma de rentabilidad.
Según dijo, los precios se negociarán con una baja de hasta 20%, dato que también respalda Pedro Nordheimer, de la inmobiliaria especializada en el sector rural que lleva su apellido. Los precios de los alquileres se están negociando entre 15% y 20% menos, y el mercado está muy frío, le dijo el empresario a El Cronista. También cambiará definitivamente la forma de los contratos de arrendamiento, aventuró Villagra.
Ya desde hace algunos años, los productores comenzaron a atar una parte más o menos significativa del monto del alquiler al rendimiento de la campaña.
Por ejemplo, si un campo se paga 15 quintales de soja por hectárea, 10 quintales iban por adelantado y 5 al cierre, atado al resultado. En algunos casos, el adelanto era solamente del 50%, y en otros, había hasta tres cuotas, la última, atada al rendimiento.
En todos los casos, sin embargo, la negociación era más dura para el productor. Pero en el actual contexto, los dueños negocian una parte sujeta al rendimiento porque no les queda otra opción, en palabras de Nordheimer.
La idea es bajar los costos fijos del campo a la mitad para poder recuperar la rentabilidad que se perdió en los últimos años, indicó Villagra.
De las 30 millones de hectáreas agrícolas de la Argentina, se calcula que entre el 60% y el 65% se practica sobre campo alquilado, es decir, 19,5 millones de hectáreas. Entre la campaña pasada y la actual, se calcula que al menos un millón de hectáreas fueron liberadas por inversores y productores que no quisieron renovar el arrendamiento.