Esta acumulación de pesos representa un peligro inminente para la economía del país, pues no guarda relación con las posibilidades de reacción ni de la oferta interna ni de la importación. En efecto, las posibilidades de producción interna están limitadas por la falta de inversiones reproductivas en años anteriores y las importaciones, por la escasez de dólares, por lo que se requiere frenar las mismas con cepos y autorizaciones previas.

Las empresas y los grandes inversores no pueden remitir los dividendos que han obtenido con sus proyectos aquí y tampoco se animan a coagular dinero líquido en inversiones nuevas, en máquinas y fábricas, por la incertidumbre que hay sobre el cumplimiento de las reglas de juego que se reflejan en un riesgo país de largo plazo de casi 1200 puntos.

Por ahora, la gran masa de recursos líquidos en pesos se ha canalizado a plazos fijos de más de un millón de pesos cuyo saldo viene creciendo entre 60% y 70% anual

Por ahora, la gran masa de recursos líquidos en pesos se ha canalizado a plazos fijos de más de un millón de pesos cuyo saldo viene creciendo entre 60% y 70% anual, según los meses. En consecuencia, esta masa de medios de pago no ha realimentado la inflación, aunque podría hacerlo en el futuro. La base monetaria (BM) y los plazos fijos chicos crecen a un ritmo mucho menor, alrededor de 35% anual.

Cualquier circunstancia imprevista podría encender una mayor velocidad del dinero y volcar esta formidable evolución de los depósitos a plazo sobre los bienes o activos financieros seguros y producir una cierta "huida del dinero", es decir, una mayor inflación. Habría que evitar esta eventual evolución pues sería negativa para el país y especialmente para los que no tienen defensa financiera, los trabajadores.

Hasta ahora no está muy claro por qué se produjo esta acumulación de plazos fijos o mayor demanda de pesos. Por un lado, la tasa de interés de los plazos fijos de más de un millón de pesos es más alta que los del resto y, sin bien es menor que la tasa inflación, igualmente es bastante mayor que la tasa de devaluación, así que, en definitiva, se obtiene un buen rendimiento en dólares con estos activos financieros de Argentina. Esta diferencia está desapareciendo al acelerarse la tasa de devaluación diaria hasta el 20 % anual como está ocurriendo en los últimos meses. Además, los controles y los cepos han hecho su parte para que las empresas tengan grandes masas de pesos en el sistema a pesar de la inflación que los deprecia, pero sabemos que estos controles y cepos se deterioran con el paso del tiempo así que dicha solución es poco confiable, con el paso del tiempo.

El nivel de gasto público, tal como está hoy, no llega a cubrirse con recursos genuinos a pesar de lo enorme que es la recaudación de impuestos

El problema causante de todo esto es el enorme gasto público consolidado que está muy por encima del gasto sustentable: de 28% del PIB en 2003 ahora está en 51% del PIB, según las cifras oficiales, y lo lógico para no tener déficit es sostener el gasto no más allá del 30% del PIB. El nivel de gasto público, tal como está hoy, no llega a cubrirse con recursos genuinos a pesar de lo enorme que es la recaudación de impuestos. Por lo tanto, para cubrir el déficit se requiere financiación monetaria que expande los medios de pago y por ende, en algún momento, impactará adicionalmente en la inflación. El gasto es poco probable que pueda detenerse en un año de elecciones.

La solución: aplicar la "sintonía fina" aunque sea impopular y equilibrar el presupuesto de gastos con el de recursos genuinos. No creo que se tome esta decisión antes de las elecciones de octubre. Pero hay que estudiar la situación y tener preparada una solución anticipándose al eventual problema antes de que sea tarde. Las reacciones de los agentes económicos pueden ser difíciles de prever en un contexto de inflación cercana al 25% y es mejor estar preparados para las situaciones que puedan generarse.