Para ir directo al punto voy a formular una afirmación y luego explicarla. La afirmación es muy sencilla: mientras esté el kirchnerismo en el poder, la economía argentina irá barranca abajo. El kirchnerismo o cristinismo no tiene ninguna posibilidad de cambiar el curso declinante de la economía. Podrá, si tiene suerte, tener algún descanso temporario, pero la curva va a ir inevitablemente hacia abajo.
Las razones para formular semejante afirmación son básicamente dos: 1) el modelo siempre fue intrínsecamente inconsistente y se quedó sin financiamiento y 2) el gobierno no puede generar ningún tipo de confianza.
La inconsistencia del modelo, si es que así puede llamarse a esta acumulación de parches, es que sigue creyendo que primero se puede consumir y luego producir. La redistribución demagógica y populista duró mientras hubo recursos para financiarla. Eso se acabó y ellos lo saben.
Mucho se ha hablado en estos días que el blanqueo de capitales busca reactivar la economía ante la falta de recursos. Tal vez ese sea un objetivo secundario y un argumento para “vender” el blanqueo ahora llamado exteriorización, pero me parece que el objetivo primario es buscar cobertura ante los escándalos de corrupción que surgen día a día.
Ahora bien, ¿por qué la economía seguirá deteriorándose mientras siga el cristinismo? Por la sencilla razón que no solo no generan confianza con lo que hacen, sino que ahora generan cada vez más pánico en los agentes económicos. En la desesperación por mantenerse a flote ya hacen cualquier barbaridad económica e institucional, lo cual puede agravar la crisis en forma más acelerada como por ejemplo generar una crisis financiera por miedo a que hagan cualquier cosa con el dinero de la gente. No digo que necesariamente vaya a pasar, pero la psicosis es grande al ver tanta impunidad, que la gente vive preguntando si pueden meterse con las cajas de seguridad. Es más, si mal no recuerdo Kicillof tiró un número sobre cuánto calcula el gobierno que hay en dólares en las cajas de seguridad. El solo hecho de dar ese número y decir que ellos saben lo que la gente tiene en las cajas de seguridad es motivo suficiente para que la gente se preocupe. Después de todo, el kirchnerismo tiene un largo curriculum en materia de confiscaciones.
Justamente ese es su principal problema para poder salir del pantano económico en que están metidos. Por el problema de tipo de cambio real ya no generan tantos dólares comerciales como para bancar importaciones y sostener consumo. Lo que se consume hay que producirlo adentro, pero para eso necesitan inversiones. Necessitan que aumente la capacidad de producción, porque Marcó del Pont podrá seguir emitiendo moneda para “estimular” la economía pero si no hay bienes para comprar, veo difícil que la gente pueda consumir, salvo que se coma los papales que emite el Central. Y aquí tienen el problema de fondo, solo un kamikaze puede invertir en un país en el que no se pueden girar utilidades y dividendos. Moreno te ordena qué tenés que producir, a qué precio vender, etc. Encima te matan con impuestos. Todo lo necesario para que no haya proyecto de inversión que tolere semejante locura de autoritarismo económico. Pero como se sabe que quieren sostener el populismo, la pregunta que se formula la gente es: ¿qué caja van a manotear ahora? Es decir, la pregunta lleva implícito otro riesgo más. Meterse en alguna inversión que luego se transforme en una pesadilla porque en nombre del modelo de inclusión social, el gobierno decidió expoliar con algunos de sus mecanismos de abuso del poder. La gente vive pendiente de qué activos va a atacar el gobierno para financiarse, el peor clima que uno puede imaginar para las inversiones.
Agreguemos que el espectáculo que dieron los cinco funcionarios del área económica para explicar el blanqueo dejó en evidencia la falta de preparación para poder responder con solvencia a preguntas muy elementales. Ni ellos sabían explicar en qué consiste este blanqueo que quieren tratar en forma urgentísima.
Pero voy más allá y reconozco que una presidente con inclinaciones autoritarias y desconocimiento de lo más elemental de la economía nunca va a poder estar rodeada de gente preparada y que genere confianza. Puesto en otros términos, el lamentable espectáculo de los cinco funcionarios no es otra cosa que el reflejo de la mediocridad intelectual de Cristina Fernández de Kirchner. Y aquí llegamos al punto de fondo. El principal obstáculo para poder recuperar la economía tiene nombre y apellido: Cristina Fernández de Kirchner. Es ella la que, en su ambición de poder y desprecio por las instituciones, hace inviable cualquier recuperación económica. No hay forma que ella logre generar confianza en los inversores. Si el ministro de economía tiene miedo de hablar de inflación, quiere decir que sus funcionarios tienen pánico a la ira presidencial. Eso lo perciben los inversores y no van a ser tan inconscientes de hundir su capital en un país que depende de los caprichos autoritarios de una persona absolutamente imprevisible y caprichosa.
Como lo he dicho en reiteradas oportunidades, aquí no se trata de retocar el tipo de cambio, subir la tasa de interés o cambiar la política de subsidios. El tema es mucho más profundo y tiene que ver con la falta de confianza en la persona que tiene el monopolio de la fuerza. Seguramente ya no tiene ese famoso 54% que dicen haber sacado en las elecciones de 2011, pero tiene el monopolio de la fuerza y capacidad de hacer daño con los resortes de poder que conserva. Y ese poder de dañar condena a la Argentina a una continua caída en las inversiones, menos puestos de trabajo, baja en la productividad y menos salarios reales.
A esta altura del partido, ya no pueden salir del cepo cambiario porque si pusieran un dólar financiero con flotación sucia, el mercado les barrería las reservas, y más con todo el prontuario confiscatorio que han demostrado que pueden aplicar en cualquier momento.
No tienen forma de financiar la recuperación de la destrucción del sistema energético y la gente les tira por la cabeza los pesos que emiten.
La confianza, que es la clave de todo proceso económico está quebrada. Cristina Fernández podrá retener el poder recurriendo a mil tramoyas políticas, pero lo que no podrá nunca es recuperar la destrucción económica que ella y su fallecido esposo le generaron a la Argentina. La semilla de la decadencia económica está en la misma presidente. Mientras eso no cambie, no puede esperarse que la economía entre en una senda de crecimiento, ni aún con este engendro del blanqueo, que parece ser más una cobertura para los corruptos que un instrumento para atraer inversiones.
Fuente: Economía para Todos