En economía los nombres de los "efectos" son muchas veces para designar influencias negativas. Devaluó México y fue el "efecto tequila", algunos quisieron llamar "vodka" y "caipirinha" a la influencia en los mercados de capitales que causaron en 1998 y 1999 las crisis rusa primero y brasileña después. Cristina Kirchner quiso llamar "efecto jazz" a los coletazos de la crisis que se inició en 2007, aunque más se los recuerda como "efecto Lehman", por la caída de Lehman Brothers que casi hace colapsar las finanzas mundiales.
Y sin embargo para registrarse, al menos en la Argentina, una influencia positiva, aunque al menos sea en las expectativas y que podría llamarse "efecto Francisco".
Y es que las expectativas económicas de los argentinos desde la reelección de Cristina Kirchner y hasta febrero último habían caído en once meses, en tres hubo ligeras mejorías y en tres se mantuvieron sin cambios.
De modo que una suba del 3,5% como la que se registró en marzo respecto del mes anterior no es poco significativa. En febrero la visión sobre la economía era ocho por ciento menos optimista que la de una año atrás. En marzo la baja es de sólo el cuatro por ciento.
Los notable es que el Indice de Expectativas Económicas (IGEE) que miden la Universidad Católica Argentina y TNS Gallup fue relevado en ese mes entre los días 14 y 21. La encuesta comenzó esta vez el día en que la principal noticia era la elección como Papa del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio y se completó dos días después de la misa solemne que marcó el inicio de su pontificado.
Sobre el final de la encuesta había reaparecido la trepada del dólar blue y los rumores que alimentaban las sospechas de que durante los feríados largos por la Semana Santa y el aniversario del golpe de 1976 habría cambios en la política cambiaria.
El 18 de marzo también se anunció el aumento del 15 al 20% del impuesto a los gastos en moneda extranjera con tarjeta de crédito o débito. Y también su extensión a las compras en pesos a sitios online o agencias locales de servicios turísticos en el exterior, hasta entonces exentas.
Todo esto pareció minimizado por el fervor y la alegría por la elección del "Papa argentino". Pocos días después del inicio del pontificado renacieron aquí los conflictos con los docentes bonaerenses y llegaron las trágicas inundaciones en las ciudades de Buenos Aires y La Plata.
Las manifestaciones en los principales centros urbanos del país parecen mostrar un humor muy distinto al de un mes atrás en el que se había recuperado el optimismo.
En marzo de 2009, año en que el oficialismo fue derrotado en las elecciones, sólo el 22% de los consultados creía que un año más tarde la economía estaría mucho mejor que entonces. En marzo último, en medio de la algarabía por el nuevo Papa el porcentaje de optimistas trepó al 30. Y los pesimistas disminuyeron de uno de cada tres (33%) a menos de uno de cada cinco (18%).
Con estos números en la mano parece claro por qué según algunos de sus propagandistas al Gobierno le convenía "apropiarse del Papa", algo que parece no haber logrado y que, en todo caso, podrá constatarse en las próximas mediciones.
Con todo en marzo último el nivel general del IGEE estaba 15% por debajo del que alcanzó cuando Cristina Kirchner fue reelecta; cuatro por ciento por debajo del de marzo de 2012, y menos de un uno por ciento por encima de diciembre de 2012.
La medición se realizó con encuestas a 1014 personas de 18 y más años, con alcance nacional.