Estuvieron presentes, entre otros, Roberto Lavagna, Mauricio Macri, José Manuel de la Sota, Francisco de Narváez y Hugo Moyano.
Nuevamente alguien que viene del sector agropecuario toma la iniciativa. Pero no alcanza con ganar en las elecciones de octubre, hay que construir una propuesta superadora para poder gestionar los cambios que demanda el país.
Repito: hay que salir de la coyuntura electoral. Se trata de un compromiso
entre todos los sectores y la dirigencia política para revertir definitivamente
la actual decadencia, con un proyecto planificado de crecimiento y de desarrollo
a largo plazo, en función de valores, objetivos económicos generales y objetivos
sectoriales de política agropecuaria y agroindustrial a ser respetados por
todos.
No estoy proponiendo un proyecto agroexportador tradicional. Estoy promoviendo que el país se convierta rápidamente en un gran exportador de alimentos a las góndolas del mundo, para abastecer una creciente demanda. La agroindustria es la industria genuina más importante y competitiva del país y es, fundamentalmente, el mejor instrumento para un desarrollo equitativo en términos geopolíticos.
Al terminar el 2012 en un trabajo realizado por CREA por encargo de la Comisión de Enlace, se demostró que el sector agropecuario solamente, invirtió en el ciclo 2011-2012 un importe de 236.317 millones de pesos, representando un 27%, que fue el aumento de la inflación,( campaña anterior 185.715 millones). La pregunta que dejo el trabajo: ¿Cuánto más podría haber sido la inversión, producción y exportación si el gobierno acompañara al sector?
La respuesta a esta pregunta puede leerse en el trabajo “La demanda mundial de alimentos 2010-2020” de Juan José Llach, preparado para la Fundación Producir Conservando. En el estudio se sostiene –con razón- que por restricciones cuantitativas, proteccionismos discrecional y costo de oportunidad, el sector agropecuario y agroindustrial dejo de percibir en los últimos diez años más de 20.000 millones de dólares de producción y 15.000 de exportaciones, cifras que hubieran representado al país no tener que soportar el cepo cambiario.
¿El ejemplo a imitar? El de los emprendedores que motorizan diferentes
cluster regionales en todo el país. Ellos logran integrar eficientemente las
producciones y rompen la dinámica de la expulsión territorial de los
trabajadores. Relativizan el costo del flete transformando la materia prima en
origen y agregando valor a lo transportado. Éste es el ejemplo a imitar y a
generalizar en el país. Se trata de poner al complejo agroindustrial, en
igualdad de condiciones con los otros sectores de la economía. Y de integrarlo
en un proyecto nacional basado en valores fundamentales y con objetivos, al
mismo tiempo, generales y sectoriales.
Cabe destacar que los objetivos sectoriales deben ser coherentes con los valores
y objetivos generales. De esta manera se consigue que el interés particular de
los actores económicos sectoriales vaya en línea con los intereses generales de
la Nación y que las políticas se sostengan en el largo plazo, lo que las
transforma en políticas de Estado. En líneas con estas ideas fuerza esta la
propuesta aprobada en el último Consejo Directivo de la Confederación de
Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP).
Los objetivos enumerados son esenciales para integrar definitivamente y en forma permanente al sector agropecuario y las agroindustrias. Tenemos que aumentar la producción y exportar, con valor agregado, a los mercados internacionales. Como dijo Venegas: “si fuéramos fabricantes de armas nuestro mercado sería la guerra y la estaríamos esperando para vender. Nuestro mercado es más simple: producimos alimentos y la demanda mundial para comprarlos es permanente y creciente”.
No dejemos pasar esta oportunidad.
Por Arturo Navarro
Fuente: Años de Campo