Si la rentabilidad de la agricultura está siendo erosionada por la elevada presión impositiva, la suba de costos y las trabas a las exportaciones, no es casual que uno de los grandes grupos de siembra como El Tejar decida priorizar sus actividades en los países de la región. Ni Brasil ni Uruguay, por ejemplo, aplican derechos de exportación a los granos. Y en Paraguay, la cámara de Diputados acaba de rechazar una propuesta del presidente Federico Franco de fijar retenciones con una tasa de 10 por ciento.
En esos países, además, la actividad agropecuaria es altamente valorada por las fuerzas políticas gobernantes que dialogan y polemizan, si es necesario, con los principales referentes de la actividad.
Los grandes grupos, conocidos como pools de siembra, venían en expansión continua desde mediados de la década del 90. Crecieron al captar capital de inversores para comprar insumos -semillas, fertilizantes y agroquímicos- y alquilar la mayor superficie de tierra posible. Con una red de prestadores de servicios-contratistas, el uso de la mejor tecnología agrícola y una administración empresarial innovadora, aumentaron en escala. En la década siguiente dieron otro salto ayudados por los niveles récord de los precios de las commodities agrícolas.
Este modelo de negocios comenzó a entrar en zona de turbulencias por dos hechos, uno de carácter natural y otro político. De las últimas cuatro campañas agrícolas, dos tuvieron una fortísima sequía. Con los precios de los alquileres en alza, la falta de lluvias hizo que muchos de los grandes grupos de siembra quedaran con sus números en rojo.
El político-económico fue la persistencia de una elevada presión impositiva -con retenciones de 35% en el caso de la soja- y el desfase entre el nivel del tipo de cambio y la inflación. "Los márgenes se han achicado", explica el productor y ex vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) Néstor Roulet. Esta ecuación negativa afecta especialmente a los grandes grupos como El Tejar, Los Grobo, MSU y otros que ahora se expanden en el exterior y reducen su participación en el país.
Hay quienes afirman que los pools de siembra afectan la rentabilidad de los productores de menor escala porque se quedaban con las mejores tierras agrícolas al estar en mejores condiciones de pagar alquileres elevados. No hay evidencias contundentes que respalden esa afirmación.
Según explican los expertos, la tierra que no alquilan los grandes grupos está siendo arrendada por productores y contratistas de escala más reducida. "Las 30 millones de hectáreas se siembran igual", afirman. El interrogante que plantean es si estos grupos más pequeños podrán sobrevivir a los riesgos de una actividad con la rentabilidad erosionada.